En los juegos de mi infancia, el dueño de la pelota la llevaba siempre consigo y no se desprendía de ella hasta que se empezaba a jugar; entonces él decidía quién jugaba y quién no jugaba.
Y, por descontado, formaba los equipos, en muchos casos con sus respectivas alineaciones.
Entiendo que ahora, en el asunto Messi -asunto a tres bandas-, quien tiene la pelota y decide el destino del jugador es el catalán Josep Guardiola.
Descartado el Barcelona de Bartomeu, considero que de ahora en adelante la pelota y la palabra la tiene Guardiola.
Guardiola posee probados conocimientos de fútbol, incluida su dimensión específicamente humana, pero por encima de todo goza de la confianza de Messi, pues éste está convencido de que ha sido honrado y leal con él. Lo convirtió en la estrella del fútbol mundial que ha sido durante casi dos décadas y no se aprovechó ilícitamente de su posición y su influencia.
Eso es lo que yo pienso que piensa Messi.
En lo puramente futbolístico entiendo que, si se impone la decisión de Messi a favor de Guardiola, este tendrá que afrontar y resolver con éxito dos tareas a cual más peliaguda.
Primera. El catalán debe intentar por todos los medios que Messi recupere, además de sus facultades, su juego de antaño y para ello considero imprescindible dotarle de un equipillo de gregarios o subalternos que trabajen adecuadamente para él.
Segunda. Sabemos que la manera de entender el juego y jugar de Messi fue un éxito en el ámbito del fútbol español, pero no podemos decir lo mismo de su experiencia con el fútbol alemán, mucho más físico, combativo y organizado, sin dejar de ser técnico.
Así, pues, en mi opinión, aun admitiendo que Messi recupere sus facultades y habilidades de antaño, habrá que esperar a ver cómo se desenvuelve frente a equipos tan organizados y exigentes como los ingleses.
En cualquier caso, les deseo suerte: a él y al catalán Pep Guardiola.
Artículo sobre
Sin categoría escrito por el 29 de agosto de 2020 y
sin comentarios de momento.