El Rey emérito rumbo a la historia

El comportamiento de nuestro Rey emérito durante las  últimas semanas, en tierra y en el aire, no parece que esté siendo ni muy inteligente ni muy  esperanzador.

A mi, personalmente, ese comportamiento  me hace recordar, ¡contra  mi voluntad!, el periplo-fuga del sha de Persia por los cielos de medio mundo  hasta que, gravísimamente enfermo,  aterrizó en Egipto, donde murió en julio de 1980. Tenía 61 años.

Esperemos que los  asesores del Rey Juan Carlos  encuentren una salida basada en la discreción y la prudencia y le convenzan de una vez por todas de que es mejor para todos, incluido él, que abandone   su postura de adolescente caprichoso e irresponsable y obedezca a las razones que impone la razón de Estado.

Podría ser una oportunidad, acaso la última, para pasar a la historia con la dignidad que le corresponde y, a mi entender, debe tratar de merecer.

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