España como tragedia, Cataluña como traición

Asisto, viejo e impotente, a la muerte de España, una España en la que, a mi modo de ver, sentir y entender, nunca hubo democracia: ni democracia real y auténtica, dicho sea en sentido ibérico,  ni democracia burguesa.

Y, por lo tanto, tampoco hubo nunca Estado de derecho.

La transición democrática de 1978 fue, en mi opinión,  una pantomima indecente escenificada por españoles a la vez maliciosos, ingenuos e ignorantes, mediante la cual se oficializó la hoja de ruta que habría de llevarnos a la destrucción de España, perpetrada por los propios españoles en beneficio, en primera instancia, de la burguesía catalana.

Por lo que sé y entiendo, la burguesía catalana siempre se apropió de la ideología dominante en España  y perteneció a la clase dominante en España. Tanto en el conjunto de España como en su predio natural.

Por lo tanto -siempre en mi opinión-, en Cataluña nunca hubo algo parecido a una democracia minimamente real. Con la democracia formal, antes de la democracia formal, incluso ahora, todos los cargos de su administración han estado siempre en manos de burgueses de vena separatista con sus subalternos, lacayos y prosélitos.

Esa burguesía cordial e irreductiblemente  desleal se ha cuidado y se cuida de que en su predio no se  conozca ni reconozca la existencia de una comunidad de lengua española y sentimiento español, no a pesar de ser claramente mayoritaria sino precisamente por serlo.

En definitiva, si la burguesía condal copa todos los cargos de la Generalidad y sus incontables entes asociados, tutelados y subvencionados (aconductats), desde el nacimiento de nuestra pseudodemocracia, es, a mi entender,  porque antes despojó  de sus derechos democráticos y constitucionales a un número de españoles suficiente para obtener una aparente mayoría social y parlamentaria. Y desde entonces la mantiene como hecho social y político incuestionable e irreversible.

¡Estafadores!

Aun así, no parece probable que los mercaderes burgueses vayan a salirse con la suya. Personalmente me inclino a pensar que la destrucción de España comportará necesariamente el aniquilamiento de su burguesía más desleal y depredadora.

Schadenfreude?

 

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