La envolvente catalana

La operación retorno en la línea del procés

Nudo (2)

La hora de los juristas (vulgo, picapleitos)

Días pasados, en un momento de inspiración y osadía me atreví a predecir y decir que, de acuerdo con mis cálculos y cábalas,  Pedro Sánchez, jefe del Ejecutivo español, probablemente rompería su alianza con la derecha española en un próximo futuro para optar por un pacto más natural (?) y por lo tanto también más  coherente(?) con  los separatistas catalanes. Para ello, todo lo que el angelito tenía que hacer era –siempre en mi opinión– proclamar que éstos habían sido siempre  republicanos y llevaban décadas luchando por la república y, consecuentemente, ocultar su atávica condición de burgueses.

Lo mismo o casi lo mismo que Pedro Sánchez y sus subalternos  socialistas, pero en catalán, pues, a decir verdad, ¿qué tiene de obrero y español un Pedro Sánchez?

Sea como fuere, se diría que éste me hizo caso, pues, cuando  apenas habían transcurrido veinticuatro horas desde mi predicción, él ya había ejecutado y hecho pública su alianza con los hombres de Esquerra Republicana.

Ejecutada la alianza-cambalache en línea con la envolvente catalana  como concepto estratégico y el procés como hoja de ruta de la etapa actual, el separatismo catalán cobra una mayor presencia,  incluso oficialmente,  en el programa político de Pedro Sánchez.

A mi entender, el primer efecto colateral y aun así nada desdeñable de tan aguda y arriesgada maniobra ha sido dejar fuera de juego –¿para siempre?– a los Felipes, los Alfonsos y todos los demás varones que se la tenían jurada. Considero que éstos no sólo han quedado fuera de juego por tiempo indefinido sino también sin programa y en definitiva sin autoridad, en el supuesto de que la tuvieran.

En línea con la envolvente catalana como concepto estratégico y el procés  como hoja de ruta de la etapa actual y previsiblemente penúltima de la conjura por la independencia de Cataluña,  La Vanguardia  publica hoy, sábado, 17 de julio,  un texto titulado Nudo (2),  en el que un subalterno en funciones de escriba llamado Juan-José López Burniol  dice haciendo suyas unas declaraciones de Pere Aragonés, presidente de la Generalidad de Cataluña: «… no es cuestión de encajar Catalunya en España dentro de la Constitución (que no citó, ergo no existe), sino de habilitar la fórmula precisa para que los catalanes elijan, si así lo quieren, su secesión, sin contar para nada con el resto de los españoles.»

Oído al parche:  El delincuente declara que no hay Constitución,  ergo no hay Constitución.  Y como entiendo que en definitiva para los separatistas catalanes y sus valedores se trata de burlar la Ley de leyes, o sea, la Constitución, me permito apostillar que ha llegado la hora de los picapleitos, que es como se llama despectivamente a los abogados en mi pueblo.

Uno de ellos, el mencionado Juan-José López Burniol, habla aquí ahora de un conflicto político  entre Cataluña y España, «consideradas  siempre como sujetos soberanos de igual jerarquía: bilateralidad  se llama esta figura.»

Para nuestro ilustre e ilustrado picapleitos, si España es un Estado soberano, Cataluña también lo es. En cualquier caso, él es sólo un recadero o, en este caso, un escriba.

La maniobra tiene  para mí proporciones de conjura y se inscribe en la intrahistoria del catalanismo más desleal e insolidario en cuanto  que falsea sistemática y deliberadamente la realidad histórica y social de Cataluña,  erigiéndose en representante único, total y, en definitiva, democrático de todos sus ciudadanos sin  posible apelación.

El hecho cierto y palmario es que los cargos de decisión y representación de la administración de Cataluña como comunidad autónoma han sido copados y ocupados por separatistas a sueldo de la Generalidad.  ¿Dónde está la población española e hispanohablante de Cataluña y dónde están sus representantes legales y democráticos?

Para mí, Cataluña es hoy una dictadura, encubierta, pero, al fin y al cabo, una dictadura que oprime a más de la mitad de sus ciudadanos y los priva de sus derechos democráticos y constitucionales.

Pero no crea usted que la situación en  mi hogar es mucho mejor, pues debo confesar que,  gracias a la intervención  de un picapleitos, entre sus cuatro paredes  no hay un sólo papel (documento) en el que aparezca mi nombre como no sean los 350 libros aproximadamente que traduje en el transcurso de mi vida laboral.  Y si me doy por conforme e incluso por satisfecho es porque pienso que con ellos pasaré a la posteridad.

 

Postdata

Mi magro currículum académico está integrado básicamente por una licenciatura en Ciencias de la Información (Periodismo) y acaso  alguna cosa más que ya no recuerdo con precisión. Como queda dicho, en el transcurso de mi vida laboral  he traducido al español unos 350 libros, a partir de originales en alemán, inglés, francés, italiano y catalán, sobre temas de arte, teología, filosofía y literatura,  siempre para editoriales españolas. Esta actividad básica ha tenido su complemento en trabajos de corrección y redacción de textos,  ejecutados de manera regular.

 

 

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