Orden
Entiendo que el orden es transparencia y la transparencia sinceridad.
Dicen que los místicos no tienen personalidad, son transparentes. Creo que lo entiendo.
Al menos, trato de entender que la personalidad es una máscara y una coraza.
Entiendo que el orden es transparencia y la transparencia sinceridad.
Dicen que los místicos no tienen personalidad, son transparentes. Creo que lo entiendo.
Al menos, trato de entender que la personalidad es una máscara y una coraza.
Soraya Sáenz de Santamaría ha dicho en Barcelona que no quiere que ningún español se sienta extranjero en su país.
Pregunto:
¿Cuántos españoles se sienten extranjeros en Cataluña?
¿Cuántos españoles son tratados como extranjeros en Cataluña?
¿Cuántos españoles son utilizados por los separatistas catalanes como moneda de cambio?
¿Cuántos españoles han sido desposeídos de sus derechos constitucionales y sobreviven en condiciones de muerte civil en Cataluña?
Consejo
Si la señora Sáenz de Santamaría quiere saberlo y contestar correctamente a esas preguntas, le aconsejo que utilice el truco del jefe infiltrado o el millonario anónimo, convenientemente adaptado (ver programas homónimos de TV).
Además, como a la señora Saénz de Santamaría seguramente también le interesará saberlo, pregunto:
¿Cuántos separatistas catalanes activos hay en la capital de España?
¿Cuántos separatistas catalanes trabajan en la estructura del Estado y contra el Estado, desde los medios de comunicación hasta el Ejército, pasando por la Judicatura, Hacienda y Asuntos Exteriores?
¿Cuántos separatistas catalanes cobran del Estado por su traición?
¿Cuántos separatistas catalanes son tratados como invitados de honor por el Gobierno de España?
Consejo
Preguntar por separado a Enric Juliana, politólogo avisé, y a Duran i Lleida, Cara de Piedra.
Entiendo que el separatismo catalán es estratégicamente ambicioso, tácticamente corrosivo, socialmente insolidario, políticamente desleal y dialécticamente irreductible.
Para Artur Mas, actor principal de la farsa ideada por Jordi Pujol y su equipo de especialistas (todos ellos de escuela hebrea), cada nuevo revolcón legal es una victoria y cada nueva victoria un paso adelante.
¿No es cierto, Juliana?
Se comprende que quienes así piensan y actúan no quieran respetar la Constitución ahora vigente en España, que responde a un pacto de lealtad de todos sus ciudadanos, y se sientan ofendidos por ese programa televisivo, humilde y popular, llamado «Entre todos», que dirige Toñi Moreno, la Pitufa.
¿Podría decirnos el abad de Montserrat cuáles son los valores morales de su selecta comunidad y con qué medios los defiende?
Javier Nart declara en una entrevista (ABC, 23-3-2014) que la burguesía catalana se benefició del franquismo. Eso es verdad pero no toda la verdad. El hecho es que, desde el mismo día de la victoria, la burguesía catalana formó parte destacada del franquismo.
A mi modo de ver, el comportamiento de la burguesía catalana en la etapa comprendida entre el fin de nuestra guerra civil y la llamada Transición democrática o, si se prefiere, la consolidación de un sistema formalmente democrático en España responde a una norma seguida escrupulosamente por todas las burguesías del mundo a lo largo de los tiempos: estar siempre en el bando vencedor y formar parte del organigrama político y, sobre todo, económico del nuevo orden.
Ideología dominante, clase dominante.
Como clase dominante, la burguesía hace suya en cada nueva situación la ideología dominante, sea ésta, por ejemplo, el patriotismo español de los cuarteles o el separatismo liderado por una falsa izquierda ilustrada en peregrino maridaje con un clero de clara vocación mundana y cismática.
A la postre, todo se reduce a dejar de ser nacionales para empezar a ser nacionalistas. Lo que no cambia es el interés por lo que realmente interesa.
Hay, pues, razones para pensar que, si en el futuro hubieran de cambiar las cosas, esa burguesía, una vez más fiel a sí misma, no dudará en sacar las viejas camisas azules de sus abuelos y ponerse a cantar el «Cara al sol» a pecho descubierto.
A propósito, ¿dónde guarda el «Avi» Jordi su título honorífico y denigrante de «Español del año»?
Debió de ser con toda seguridad a finales de la década de los setenta de ese siglo que ya es historia. Los dos estábamos en la barbería-peluquería existente entonces junto a mi casa, en Sabadell. Él, un chico joven, se me acercó y, después de comentarme algo sobre un pequeño artículo que yo había publicado días antes en el periódico local, me animó (¿incitó?) a que continuara con mi labor y en mi línea.
Quiero recordar que en el artículo yo me había pronunciado abiertamente contra Franco, el franquismo, el gobierno de la Transición o contra todo a la vez. .
Evidentemente, él me conocía; yo a él también, pero menos. Aun así, me sorprendió que alguien me soplara o insinuara qué y cómo debía escribir, pero sólo en parte, pues llevaba suficiente tiempo en Cataluña para saber cómo actuaban algunos clérigos de esta provincia o autonomía eclesiástica, aunque entonces todos sin excepción permanecían sumisos y silenciosos como trapenses. De hecho, la manera de actuar del futuro misacantano respondía a la que después sería una de las señas de identidad de los separatistas catalanes: incitar a la charnegada a dar la cara mientras ellos maquinaban la conjura en los conventos, entre plegaria y plegaria.
Han tenido que transcurrir tres décadas «i la torna» para que el clérigo, ahora abad, hiciera públicamente profesión de fe. Y la ha hecho, a buen seguro cumpliendo órdenes.
Confieso que sigo profundamente impresionado por el programa «Entre todos», presentado por Toñi Moreno, la Pitufa, en la Primera de TVE. Su éxito es para mí el éxito de la solidaridad humana: gente sencilla –más mujeres que hombres, más personas jubiladas que laboralmente activas, con toda probabilidad más pobres que ricas– ayuda económicamente a personas en situación de extrema necesidad; entre estas abundan las familias con hijos pequeños y gravísimos problemas de diversa índole. Miseria económica y enfermedades de muy difícil curación e incluso sin curación.
La Pitufa, siempre activa y siempre proactiva, va y viene con su mensaje en la boca: ¿en qué puedes ayudar?
Las llamadas se suceden y con ellas las ayudas.
Toda una lección para los políticos y su Estado de las Autonomías.
Entiendo que en España sigue habiendo españoles y que, al margen de la política, en éstos sigue alentando un sentimiento de pertenencia que puede y debe definirse como patriotismo.
Me pregunto quién se empeña en destruir ese sentimiento y por qué.
Habrá que esperar a ver cómo evoluciona el programa y en qué queda el sentimiento de solidaridad que ha despertado.
Yo sueño con una sociedad solidaria en una España solidaria.
Espero que Toñi Moreno no se me enfade por el sobrenombre. Antes de hacerlo público he consultado a mi mujer y me ha contestado que es más bien cariñoso, no insultante o despectivo. Pero ha añadido: «Claro, yo te conozco y conozco tu afición a poner motes a las personas…»
En cualquier caso, mi enhorabuena y mis mejores deseos a Toñi Moreno, presentadora del programa «Entre todos»,
Hoy ha explicado el caso de una joven madre con dos niños pequeños que no tenía nada para darles de comer. Una situación realmente sobrecogedora.
He sentido dolor y rabia. Mi mujer ha dicho al momento: «¿Y no les da vergüenza a los políticos?».
Ahí está la propuesta.Toñi, invita a unos cuantos políticos a tu programa. Así veremos cómo reaccionan, de una parte, ante el dolor de tantas madres y, de otra, ante la solidaridad de tantas personas anónimas, españolas todas ellas.
Soy un seguidor asiduo del programa televisivo Entre todos, presentado por Toñi Moreno, a quien sin su permiso pero con cariño he bautizado con el sobrenombre de la Pitufa.
Creo que con su manera desenfadada y cordial de hablar la Pitufa rompe moldes y fronteras cada día y cada día teje vínculos de solidaridad humana realmente enternecedores.
Si tomamos la solidaridad humana como hilo conductor, podemos decir que este programa enlaza, entre otros muchos, con el movimiento de los Indignados y, por descontado, con los movimientos/acciones antidesahucio que han surgido y surgen cada día a lo largo y ancho de España, ignorando barreras artificiales y por lo tanto inhumanas.
Ahí sí que hay pueblo, pueblo unido y solidario, pueblo dispuesto a ayudar a personas necesitadas sin pedir nada a cambio.
Creo que entre las personas que acuden al programa en demanda de ayuda predominan claramente las madres con hijos pequeños en situación de desvalimiento, un dato que todos, y en especial los beneficiarios de la sociedad del bienestar, deberíamos tener en cuenta.
Hay familias enteras que pasan hambre, niños que carecen del alimento necesario, como en la guerra, hace ya casi ochenta años.
¿No es hora de dejar a un lado las ensoñaciones políticas y empezar a ayudar a quien realmente lo necesita y lo merece?
Pitufa, cuenta conmigo.
Gracias a una visión providencialista de la historia, herencia de una infancia aterida y, aun así, recordada con nostalgia y agradecimiento, entiendo el avatar del ser humano vivido y descrito por Leonardo Boff, pero no lo comparto en su totalidad.
Considero que, metodológicamente, Marx y Hegel son complementarios e intercambiables: de la materia al espíritu, del espíritu a la materia o, si se prefiere, inducción y deducción, deducción e inducción. En definitiva, un modo de ver y razonar único y unitario con recorrido de ida y vuelta: el bucle, siempre el bucle, como fórmula y modelo.
Los humanos podemos y acaso debemos pensar que, para nosotros, primero fue el Espíritu, aunque, una vez establecido el bucle, poco importa. A mi entender, lo que cuenta entonces es el fin, y la cabeza parece empeñada en convencerme de que un acontecer racional –y hay motivos para pensar que el nuestro lo es– reclama un fin necesariamente racional.
Y dado que el orden/desorden capitalista sigue la ley imperante en la naturaleza sólo que en otro plano y con otros medios, he aquí tres ideas para sobrevivir:
–la injusticia es sólo una forma deficiente de justicia;
–en muchos casos, dejarse explotar es la manera más inteligente de burlar la explotación;
–toda vez que el que no aprende perpetúa la explotación en él mismo y en los demás, aprende, de modo que, siguiendo el consejo del filósofo, puedas decirle al amo: «La máquina es suya, pero yo soy el que trabaja y produce, pues soy el que sabe cómo funciona la máquina y la hace funcionar.»
Así, pues, sapere aude!
Entiendo que el ser humano está llamado por su naturaleza a respetar la vida a la que debe el ser.
Entiendo asimismo que el aborto provocado es un acto «contra natura» en cuanto que es contrario tanto al derecho natural (ley natural), fundamento del derecho positivo, como a la religión natural, fundamento de la religión positiva.
Pregunto: ¿acaso una ley «ad hoc» puede hacer que sea legítimo en sí mismo un acto que es ilegítimo en sí mismo?
¿Es toda ley humana una mera convención?
En cualquier caso, me atrevería a decir, parafraseando a Heidegger, que al ser humano le va el ser en la vida.