Nuestra falsa izquierda

Entiendo que lo peor de nuestra falsa izquierda no es que sea apátrida (en aras de un pretendido mensaje superior) sino que se ponga abiertamente al servicio de quienes desde la insolidaridad y la deslealtad quieren destruir una sociedad, un pueblo y una nación, y, a partir de ahí, sumir a esa sociedad, ese pueblo y esa nación en el caos.

Ignorancia y perfidia, perfidia e ignorancia, eterno regreso al caos.

Y, en definitiva, primera y última lección de una historia interminable.

 

Dos inventos de nuestros demócratas

De acuerdo con su plan para  destruir España, en los últimos tiempos nuestros demócratas han alumbrado dos inventos de indudable calado: han hecho surgir, poco menos que de la noche a la mañana,   una ultraderecha, a la que han dotado de  una genealogía idónea  para emparentarla con  los fascismos históricos y, simultáneamente, han hecho desaparecer de  los mapas de este país todos los separatismos, empezando y terminando por el catalán, que en realidad es el más peligroso y avieso de todos ellos.

Ahora,  el enemigo a abatir es la ultraderecha y esa ultraderecha se llama VOX, formación política que, curiosamente,  respeta y pide que se respete el Estado de derecho, al tiempo que viene denunciando desde su creación la deslealtad de nuestros queridos y odiosos separatistas, deslealtad que, por lo visto, va a desaparecer de un plumazo con la declaración de nuestros demócratas de que en España no hay ni separatismos ni separatistas.

Así, pues, en lo sucesivo  Pablo Iglesias podrá pactar libremente con quien quiera, pues aquí ya no hay ni separatismos ni separatistas, sólo unos cuantos ultras, entre los que me cuento, dispuestos a acabar con la democracia e implantar un régimen basado en el odio, algo que, evidentemente, él y los suyos quieren impedir por procedimientos democráticos. Amén.

 

La navaja ensangrentada

Puestos a imaginar, creo que, anímicamente, estoy muchísimo  más cerca de Ángel Ganivet, con su doliente alma septentrional, que de Lorca y su mujerío gitano.

Con Ganivet y un par de compatriotas más he compartido la  angustia de  ser español, siempre y sólo español, como destino y condena.

Ganivet encarna para mí el sentimiento trágico de la vida.

Aun así, el título elegido aquí y ahora me lleva evocar de manera instintiva el mundo lorquiano con sus personajes femeninos, que son los que, para mí, en verdad cuentan.

Un mundo que, en cierto modo, me es cercano y distante a un mismo tiempo; conocido y desconocido,

Imagino que una navaja ensangrentada es, incluso en los tiempos actuales con sus códigos  encriptados, un mensaje de venganza, acaso de locura o desequilibrio mental,  ¿de amor incomprendido, no correspondido?, ¿de despecho?

Yo soy un español condenado a muerte porque he sido condenado a asistir a la muerte de mi patria.

 

Pablo Iglesias: Visca Catalunya lliure i sobirana (y burguesa, muy burguesa)

En la diada de 2017, Pablo Iglesias, cofundador y factótum de Podemos, partido situado en la izquierda española, gritó: Visca Catalunya lliure i sobirana!

A lo que yo añado por mi cuenta y riesgo: y burguesa, muy burguesa.

Desde entonces, el mismo Pablo Iglesias ha venido apoyando de palabra y obra al movimiento independentista catalán.

Y ahí sigue.

Imagino que sería muy difícil dilucidar dónde termina la ignorancia de Pablo Iglesias y dónde empieza su perfidia, pero, en cualquier caso, el hecho es que el hombre sigue apoyando a un movimiento esencialmente burgués que persigue abiertamente la desintegración de España como sociedad y nación con  el consiguiente empeoramiento de las condiciones de nuestra clase trabajadora y cabe pensar que  así será, más que probablemente,  si llega a producirse la desintegración de España, gracias –hay que decirlo– a la colaboración-traición de nuestra izquierda.

Lección de historia para la historia: una izquierda al servicio de la burguesía y sus intereses más mezquinos.

 

¿Formas de alienación?

En el ámbito de las ideas me tengo por un demócrata, pues respeto o procuro  respetar las ideas de todas las personas, ideas a las que asigno un valor igual o equiparable, al menos en teoría.

En el ámbito de la política me tengo por un patriota español. Aquí creo que, en mi caso, el sentimiento se impone claramente a la razón.

Aun así, considero que la conciencia social socialista es éticamente superior al sentimiento patriótico y corresponde a una etapa superior en el proceso de desarrollo del ser humano como individuo y como comunidad.

¿Avanzamos inexorablemente hacia la extinción de la identidad individual en beneficio de una conciencia-no conciencia colectiva?

Más allá de la destrucción de España

Los separatistas catalanes y sus aliados  declaran  públicamente, poco menos que a diario,  su intención de destruir España, hasta que no quede de ella ni el nombre.

¡Lo volveremos a hacer!

¿Y si las cosas se complican  y de repente quedamos atrapados en una guerra de todos contra todos?

Como huérfano de guerra, no quiero vivir otra guerra de españoles contra españoles.

 

El español de Hispanoamérica y el español de España

Considero que, al menos en ciertos aspectos, el español que se habla actualmente en   diversos países de Hispanoamérica está más cerca del español de la época cervantina (siglos XVI y XVII) que el español  que hablamos en España.

¿Por qué?  Sencillamente porque –siempre a mi entender– a menor distanciamiento afectivo  y cultural entre  comunidades, menor distanciamiento lingüístico entre ellas. Los países hispanomericanos no registraron procesos industrializadores de marchamo europeo, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. En consecuencia, la lengua siguió vinculada a los temas y esquemas existentes, no tuvo necesidad de innovar.

En España, el proceso industrializador fue desigual en términos geográficos y de capacitación-asimilación, con regiones como Extremadura y Andalucía que se mantuvieron escasamente por encima de Hispanoamérica y regiones como Vascongadas y Cataluña con una industrialización de sello y nivel europeos.

Sí, vascos  y catalanes son diferentes de los demás españoles, pero sólo en parte y  no todos.

¿Enigmas del devenir humano?

Entiendo que el capitalismo, siendo como es esencialmente injusto, alumbra sociedades humanas cada vez menos injustas.

Y  entiendo también  o, al menos, creo entender que los movimientos contrarios, a los que me permito llamar globalmente libertarios y/o anarquistas, han generado en la historia humana sociedades cada vez menos justas.

¿Por qué y para qué?

Javier Cercas

Creo que en un primer momento Javier Cercas, extremeño afincado en Gerona, quiso conciliar su condición de español de nacimiento con su condición de catalán de adopción.

No sólo no lo consiguió sino que pronto se encontró con la amarga realidad catalana: o con nosotros o contra nosotros.

A la postre, su decisión fue interpretada por sus nuevos compatriotas como un acto de deslealtad e incluso como una traición, aunque, en mi opinión, si Javier Cercas ha pecado de algo hasta ahora ha sido de ingenuidad.

Además, se trata de un pecado que tiene una clara y limpia compensación tanto en su caso como en otros análogos al suyo.

Pienso que gracias a esa ingenuidad el muchacho no se ha dejado arrastrar al fango del juego sucio, elemento natural del separatista catalán.

 

Guerra semántica contra todo lo español

Considero que hace ya bastante tiempo los separatistas catalanes emprendieron una guerra sorda, nunca silenciosa, siempre implacable contra todo lo español en el ámbito de la semántica.

Y si es cierto que  esa guerra se inició en su demarcación histórica, también lo es que  pronto se extendió al conjunto de España y muy concretamente a aquellos enclaves y recintos controlados por ellos y/o sus aliados.

Semántica lingüística, también lógica y cognitiva, pero sobre todo social.

En primera instancia debía desaparecer  del mapa, de todos los mapas de este país,   lo español como núcleo semántico de múltiples campos pero sobre todo de un universo plural y activo en lo social, lo político  y lo cultural.

¿Resultado inmediato? Un idioma español sin referentes visibles, tangibles e identificables; ni históricos ni geográficos ni sociales.

Pero, en definitiva,  lo que se pretende  es hacer desaparecer para siempre  el idioma español, cuya extinción ha sido señalada como el fin de nuestra historia.

Lamentablemente, los españoles hemos tardado demasiado tiempo en cobrar conciencia de la agresión urdida y perpetrada por nuestros desleales e indignos compatriotas.

¿Qué hemos hecho y qué hacemos?

 Alguien dejó escrito: Die Sprache ist die Heimat, el idioma  es la patria.

Españoles sin idioma, españoles sin patria.