The Economist: un Estado sin autonomía, con 17 Parlamentos y una ministra de indefensa

En su último número, el semanario británico The Economist, por boca de su colaborador Mike Reid,   se mofaba de nuestro Estado de las Autonomías con sus 17 Parlamentos, en el que, a pesar de su pretendido espíritu reformador e innovador, no faltan ejemplares arquetípicos del  atávico y nunca erradicado caciquismo español. Entre éstos la publicación citaba a Pujol ben Gurión, figura respetable y respetanda del Consejo Asesor de Cataluña conocido en esta página como Sanedrín.

No, señores de The Economist, Pujol ben Guión no es un cacique mesetario, es el cerebro más perverso y menos gris de cuantos integran el Sanedrín catalán, instancia que —entérense ustedes— supervisa, controla y dirige la política del país (léase nació)  y prescribe al subalterno Montilla, prosélito de primera generación, lo que debe hacer y lo que no debe hacer, al frente de la Generalidad, para merecer la gracia de ser considerado un sabra, quiere decirse, un català de mena, y superar de por vida su acomplejada/estigmatizada condición de prosélito, condición que hace de él una  mena de català con lengua prestada, no lengua propia, que sería lo propio.

Uno de los mayores méritos/deméritos del prosélito Montilla, ¿ya circuncidado?, es haber endosado a Zapatero dos agentes adscritos al servicio exterior catalán: Celestino Corbacho, analfabeto funcional promovido al rango de ministro de Trabajo en el período de crisis más grave de los últimos tiempos, y Carme Xacó (Carmen Chacón antes de la apostasía/conversión), separatista militante, y para colmo antimilitarista,   promovida por deméritos propios, traiciones y deslealtades incluidas,  al rango de ministra de indefensa.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿puede sobrevivir en tiempos de crisis un Estado sin autonomía pero con 17 Parlamentos y una ministra de indefensa?

Fraude semántico y falsa buena conciencia

Convencionalmente, en una guerra dos o más ejércitos combaten y se agreden. Convencionalmente, en una invasión un ejército traspasa las fronteras de un país que no es el suyo con intenciones que van desde la ocupación hasta  la destrucción. Conceptualmente, una guerra es una guerra y  una invasión es una invasión.

En opinión de Pájaro bobo, llamar guerra a una invasión con deliberada intención dolosa es, entre otras muchas cosas, un fraude semántico.

En opinión de Pájaro bobo, con ese fraude se persigue en última instancia, entre otras muchas cosas, procurarse una buena conciencia, buena conciencia que, por definición, será siempre falsa buena conciencia.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿puede hacer ese fraude semántico que el agresor se convierta realmente  en agredido y el agredido en agresor como se desea y se pretende con él?

De Irak a Afganistán y más allá

Durante mucho tiempo se dijo que  entre Israel y Estados Unidos existía algo así como una unión hipostática: dos naciones perfectamente diferenciadas pero unidas indisolublemente por vínculos que hablaban de una identidad compartida y sobre todo de un destino común. En cualquier caso, instinto de supervivencia en dos formas, en dos fases de desarrollo. Israel es ahora un microestado que lucha a diario por su supervivencia; Estados Unidos es una superpotencia, la única superpotencia y el único imperio existentes hoy en el mundo, pero a punto de iniciar su declive. Así, pues, un futuro incierto para el capitalismo y su cerebro, tan incierto como puede ser el futuro de la humanidad más desvalida.

Israel quiere sobrevivir y para ello busca la complicidad  de Estados Unidos.Por razones económicas y geoestratégicas,  Estados Unidos quiere mantener el control de la zona que se extiende desde el Mediterráneo oriental hasta Afganistán,  punto de convergencia de cuatro subcontinentes y sendos bloques político-económicos de este muy siglo XXI.

En el espacio comprendido entre el Mediterráneo oriental y las cumbres rocosas e inhóspitas contiguas al techo del mundo se pueden distinguir claramente cuatro espacios geopolíticos: 1) Israel, Líbano y Siria; 2) el desierto enmarcado de norte a sur por el Cáucaso y la península Arábiga y de este a oeste por el antiguo imperio persa y Siria; 3) Irán; 4) Afganistán,

Hoy en día, Israel está en condiciones de mantener a raya por sí solo a Siria, una potencia militar a escala regional pero muy limitada. Líbano es a la vez rehén y punching ball de sus dos vecinos. Por eso, los hostigamientos mutuos  a tres bandas forman parte de la vida diaria de los pueblos de la zona.

De acuerdo con los deseos de Israel, Estados Unidos ha convertido Irak en un desierto perennemente  en llamas de baja intensidad merced a una guerra sin fin hecha de incontables guerras sin fin de todos contra todos. Así se cumple uno de los sueños de Israel y, en cierto modo,  de Estados Unidos, que, terminada la misión, se marcha con sus tanques a otra parte.

Irán con su potencial nuclear no deja dormir a los israelíes. Tanto menos cuanto que Estados Unidos no parece compartir esa preocupación. Las autoridades hebreas no quitan el ojo a las instalaciones nucleares de su gran enemigo, Ahmadinejad. Israel atacará incluso sin el consentimiento de Estados Unidos y destruirá todas sus instalaciones, entre otras razones, porque la distancia pone a la población judía a salvo de las radiaciones. Lo más probable es que en el espacio de dos a cinco años años haya guerra: Blitzkrieg, acción o acciones por sorpresa o como se lo quiera llamar.

Como Estados Unidos, aleccionado por Israel, ha cumplido su misión en Irak —desierto calcinado y guerras de guerrillas de baja intensidad pero persistentes— y el temible país de los ayatolás permanece bajo vigilancia, los señores de la guerra americanos han decidido trasladar sus tanques al paupérrimo Afganistán, donde piensan quedarse, de momento, unos diez años. La misión de las tropas no es realmente combatir a los talibanes sino asegurar la presencia de Estados Unidos en este enclave desde donde se pueden contemplar, al norte, la inmensa taiga siberiana, al este, los fríos desiertos de Asía central y, más allá, el país de los mil quinientos millones de chinitos,  y, al sur, India  y Pakistán.

Esa es la profunda razón de ser de la expedición/desplazamiento de Estados Unidos a Afganistán y su permanencia sine die allí, junto al techo del mundo. Con todo ello, el país americano se prepara para el nuevo orden mundial, un orden que puede empezar a perfilarse en los cinco años próximos y que, previsiblemente,  estará presidido por una nueva forma de multilateralidad con siete grandes bloques político-económicos, que podrían ser: (1) Estados Unidos con Canadá, (2) Rusia y sus satélites, (3) China, (4) Japón con algún otro país asiático, (5) India con Pakistán y Myanmar (Burma), (6) Brasil y Argentina, (7) Europa. A estos siete bloques podría sumarse un octavo constituido en el Pácífico en torno a Indonesia.  Evidentemente, algunos países podrían pertenecer a un bloque o a otro. Ese es el caso, por ejemplo,  de Pakistán y Myanmar. Pakistán  podría  estar con India o con el mundo árabe-musulmán y aquí asumir incluso el papel de cabeza y guía dada su condición de potencia nuclear, mientras que Myanmar podría girar hacia el este y quedar dentro de la zona de influencia china. Lo determinante es que el bloque posea suficiente fuerza económico-militar (armas nucleares) y se constituya en una unidad operativa. La  nueva distribución de fuerzas exigirá a su vez un nuevo equilibrio, un equilibrio multipolar que tanto en paz como en guerra obligará a establecer pactos y coaliciones tácticos y/o estratégicos.

Podemos pensar que para entonces Estados Unidos habrá dejado de ser la única superpotencia y el único imperio de la Tierra.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿se puede esbozar, ya ahora, el orden político de la humanidad en los próximos veinticinco-cincuenta años?

Obama y UPyD: UPyD y Obama

En opinión de Pájaro bobo, siempre entregado a la  televidencia y a la lectura de letra menuda sobre papel, la campaña electoral de Estados Unidos y en concreto la actuación en ella de Barack Obama contienen  datos de interés en forma de lecciones prácticas para los partidos políticos españoles y, en especial, para una formación como UPyD, que, nacida en y de las capas inferiores y medias de la sociedad,  puede decirse que, a estas alturas, aún carece de una superestructura política, económica e ideológica a la manera de la que tienen los grandes partidos falsamente tradicionales y supuestamente democráticos.

El que suscribe entiende que, básicamente, Obama gana las elecciones pivotando sobre tres elementos básicos que, en términos de antagonismo electoral, están a su entera y en muchos casos exclusiva disposición: 1) las capas inferiores de la sociedad, hasta ahora marginadas social y políticamente; 2) la juventud de esas capas inferiores y de la sociedad en su conjunto, que ven en Obama un líder con aspecto de colega: viste como ellos, habla como ellos, se mueve como ellos y vive como ellos aspiran a vivir; 3) Internet. Si con Obama empieza el futuro, hace ya tiempo que la red ha pasado a ser el vehículo de comunicación e intervención/ actuación de las generaciones jóvenes y, muy concretamente, de los sectores más dinámicos y más rebeldes al establishment y sus sistemas de control. Con la red se burla, desde hace tiempo, el control de los poderes establecidos sobre la sociedad.

Obama encarna un tipo humano que es a la vez líder y modelo. Líder de la juventud y modelo de cuantos, en esa tierra de promisión que es Estados Unidos, sueñan con hacer realidad su propia visión/versión del sueño americano, esa tierra en la que, es cierto, no hay Seguridad Social, pero en la que está escrito con letras de oro: The winner takes it all (el ganador se lo lleva todo). El sueño americano es un sueño de lucha, conquista y triunfo, triunfo económico, of course. Para los jóvenes, Obama, con  su trayectoria vital, encarna el sueño americano, the american dream.

Es verdad que detrás de Obama, lider y modelo de la juventud urbana y suburbana, marginada y rebelde,  están los grupos oligárquicos de rancia y discreta moral calvinista que controlan la economía especulativa y, con ella, la política como actividad especuladora. Obama lo sabe, pero hace ver que ni lo sabe ni le interesa, pues lo que pretende es facilitar el acceso del mayor número posible de personas a esas clases medias que encarnan la sociedad civil estadounidense y con ella el espíritu del país. Obama, telepredicador, lleva a la juventud marginada el evangelio del sueño americano: You can.

UPyD es un partido joven formado, básicamente, por gente joven. En Cataluña, hoy tierra difícil para todo lo español, se halla en fase de implantación. Tendrá que definir los conceptos capitales de su ideología, buscando un equilibrio, nunca fácil, entre la izquierda y la derecha convencionales/tradicionales, pero sobre todo tendrá que delimitar y acotar su parcela social, algo sumamente complicado en una sociedad como la catalana formada por dos comunidades sociolingüísticas y en la práctica sometida a ley impuesta por la clase dominante a través de la ideología dominante, como en los viejos tiempos.

Aun así, descartados infortunios naturales y maquinaciones de carácter criminal, Pájaro bobo, aferrado a una visión providencialista (y, por lo visto, nada científica) de la existencia humana, quiere creer que Obama conseguirá difundir su evangelio y contribuir decisivamente a la liberación económica, social y cultural de las capas sociales que más lo necesitan en su opulento país, mientras que en Cataluña se pondrá fin a esa forma de opresión ejercida por una clase dominante que, bajo una apariencia democrática apenas formal, copa todos los resortes de poder: poder económico, poder político, poder social.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿tienen razón de ser en pleno siglo XXI tales formas de marginación  y orpresión?

Novísimo New Deal: de 1929 a 2008

A la postre, la Gran Depresión estadounidense de 1929 alumbró un proyecto regenerador o, más exactamente, reactivador de la economía auspiciado y propugnado por el presidente Franklin Delano Roosevelt entre los años 1933 y 1937. Fue el New Deal, término que puede entenderse como «Nuevo Acuerdo», «Nuevo Pacto», «Nuevo Trato».

Como la Gran Depresión fue esencialmente una crisis de producción, la solución consistió en la adopción/ejecución de  paquetes de medidas encaminadas prioritariamente a reactivar la economía productiva mediante el consumo y la inversión, que a su vez fueron reactivados mediante programas de trabajo privado y empleo estatal. En definitiva,  el mercado, en cuanto consumo colectivo, activa/reactiva la producción (economía productiva), a la vez que regula y estabiliza el sistema económico en su conjunto. ¿Perpetuum mobile? Pájaro bobo se inclina a pensar que, efectivamente, unas veces se trata de un perpetuum mobile y otras, en cambio, de una círculo vicioso o Teufelskreis.

En cualquier caso,  la crisis actual es infinitamente más grave, aunque sólo sea porque afecta al conjunto de la economía  entendido como modelo  —producción, distribución y consumo—, un modelo que muchos entendidos consideran agotado (exhausted). En lo que éstos no se ponen de acuerdo es en si el modelo está efectivamente agotado en términos absolutos (como modelo económico en sí mismo) o en términos relativos (como ciclo histórico).  Esa diferencia en el diagnóstico determina lógicamente diferencias en los tratamientos propuestos para afrontar y solucionar la crisis. De lo que no cabe duda es de que el tratamiento o los tratamientos que se propongan y lleven a la práctica deberán insistir sobre todo en la reducción y el control de la distribución, que es  donde se asienta la economía especulativa, principal causante, a los ojos de la inmensa mayoría de observadores, de la actual crisis económica.

Aun así, hay que  decir que las  medidas de control del sector especulativo son imprescindibles pero no suficientes. Hacen falta también medidas que fijen de nuevo las leyes del sistema de producción y sobre todo del mercado, un mercado que, como hemos podido comprobar,  no sólo actúa como mecanismo retrorregulador sino también como impulsor, a menudo en términos exponenciales, de los errores (desequilibrios) tanto del sector productivo como del sistema económico en su conjunto.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué quedará de nuestras economías después de esta crisis?

Política: zapaterización (zapaterization)

El término zapaterización, al igual que zapaterization, su equivalente anglo,  pertenece exclusivamente al idiolecto de Pájaro bobo. De hecho, nace en este preciso instante a golpe de dedo sobre el teclado. Si resiste la prueba del algodón, que aquí, en la red, es la prueba del lector virtual, lo registrará en su Idióticon, que es algo así como el núcleo léxico-semántico de su lenguaje. La palabra es semántica y la semántica es semen.

Pájaro bobo aprovecha la ocasión para blasfemar que, a su modo de entender, la Biblia debería decir: «Y el Verbo se hizo semen», que es lo que realmente ocurrió si es que realmente ocurrió algo. A propósito: hay carne sin semen, pero ¿hay semen sin carne?

En boca de Pájaro bobo, la palabra zapaterización alude a una forma de hacer política  ideada y aplicada por nuestro actual jefe de Gobierno, señor Zapatero. Cualquiera que sea la situación en la que se encuentre y cualquiera que sea el asunto que tenga entre manos, el hombre elude instintivamente los espacios abiertos del juego limpio y la palabra unívoca para buscar, de manera igualmente instintiva, entornos en los que pueda aplicar e imponer su singular táctica dialéctica basada en una o varias promesas con una kindersorpresa a modo de colofón y marca del zorro.

Pese al carácter elemental de la añagaza y pese a que la viene utilizando desde hace meses en sus trapisondas y cambalaches con los gerifaltes, caciques y oligarcas periféricos, hasta ahora el susodicho se ha salido siempre con la suya y al final se ha presentado en público con esa sonrisa de oreja a oreja que identifica su persona, o sea, su máscara. Posiblemente quienes mejor conocen la eficacia de la zapaterización son los representantes de la Generalidad y el Sanedrín (llamado oficialmente Consejo Asesor de Cataluña),   a saber, Montilla, Pujol ben Gurión, Maragall, Mas y tutti quanti. En cualquier caso, sus negociaciones se cuentan por añagazas y sus añagazas por negociaciones.

Convencido de la eficacia de su táctica  —promesa con kindersorpresa—, en los últimos días el susodicho ha recorrido dos mundos y sendos hemisferios en busca de cómplices/aliados con los que burlar el veto a su persona impuesto por los amos del casino estadounidense. Parece ser que ha estado trajinando de cintura para arriba día y noche y al final se ha rendido. Pero no, el susodicho es contumaz, tan contumaz como esos delincuentes que cuando salen de la cárcel piensan que tienen que perfeccionar su modus operandi, habida cuenta que ese modus operandi es también su modus vivendi y ellos son más listos que todos los policías juntos. Hasta el último momento, Zapatero permanecerá aferrado a la idea —¡convencimiento!— de que va a engañar al sheriff con todos sus ayudantes, incluido FBI.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿se convencerá algún día Zapatero de que en política la zapaterización no tiene ni espacio ni futuro?

La lección americana (the american lesson)

Pájaro bobo ha observado con admiración teñida de envidia el comportamiento del pueblo estadounidense  y sus líderes políticos antes, durante y después de las elecciones presidenciales. Sobre todo después, una vez conocido el nombre del ganador y futuro presidente de la nación,  pues, además de una nación grande en extensión, Estados Unidos es una gran nación.

Una vez finalizada la campaña y conocido el nombre del ganador, ese sentimiento de pertenencia llamado patriotismo (Zusammengehörigkeitsgefühl) se ha manifestado con toda su fuerza como elemento integrador de la sociedad civil y los líderes políticos sin distinción de ideologías. Tanto el perdedor,  McCain, como el presidente saliente, George Bush, han felicitado cordial y lealmente al ganador, Barack Obama, le han deseado éxito en su gestión y han pedido el apoyo generoso de todos sus compatriotas para él.

El patriotismo es un sentimiento de pertenencia; la nación, el fruto espontáneo y maduro de ese sentimiento de pertenencia, que nace y se manifiesta en la sociedad civil. Todo un ejemplo y un motivo de envidia para los españoles que vemos con dolor la ruina que, como un destino fatal, se abate en estos momentos sobre España.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿no puede ser UPyD  el motor de un movimiento regenerador de la vida política y aglutinador de todas las fuerzas que, interpretando fielmente el sentir de la sociedad civil, siguen creyendo en España y están dispuestos a defenderla como la patria común de todos los españoles?

Obama y Zapatero: futuros futuribles

Cabe pensar que, guiado por Obama, Estados Unidos va a continuar con su modelo económico, activamente depredador, y con su política internacional, activamente agresiva y destructiva,  entre otras razones porque esa economía  y esa política responden a programas que ni se improvisan ni se pueden cortar en seco, aunque sólo sea porque no tienen recambio y, mucho menos, un recambio ready-made y de acción inmediata. Si es cierto que, como dice un viejo y casi desconocido refrán español, lo que no deja se deja, también lo es que lo que deja no se deja.

Se considera que, para bien o para mal, a Estados Unidos le quedan entre diez y veinte años como superpotencia y, en mayor o menor medida, como árbitro de las naciones de la Tierra, sus litigios y sus enfrentamientos, sus agresiones y sus invasiones. Una superpotencia en declive o, si se prefiere, con los días contados. Naturalmente, muchos de los actuales hijos de la globalización lo vivirán y sobrevivirán. Frente a Estados Unidos, como superpotencia menguante, están las potencias emergentes y, en especial, los bloques emergentes, bloques político-económicos. Se calcula que para el año 2020 los bloques serán ocho, dos arriba, dos abajo. Estados Unidos con Canadá será uno de ellos. Esa será la multilateralidad.

Evidentemente, el más grave problema de Estados Unidos ahora y en el futuro inmediato es su economía o, para ser exactos, su modelo económico. Estados Unidos vive básicamente gracias a una economía de guerra. Fabrica armas y organiza guerras. Las guerras y los conflictos armados, unas veces  montados propria manu y otras  inducidos, son pedidos para su industria. Pero no se puede montar, organizar o provocar una guerra cada semana. Ni siquiera contando con Israel como aliado y los belicosos países árabes como antagonistas y clientes fidelizados. A la postre, la guerra dejará de ser negocio. Estados Unidos, como imperio y superpotencia, tiene los años contados.

Puede pensarse que, en el fondo, Zapatero es un pacifista. Se declaró activamente contra la invasión, no guerra, de Irak, alentó la alianza de civilizaciones y, últimamente, buscó el apoyo y a buen seguro la complicidad de los países sudamericanos para romper el veto de Bush a su persona en la cumbre económica. Desde el punto de vista estadounidense, todas esas acciones son lesivas y agresivas. Aun así, a Zapatero le honraría su actitud si ésta hubiera estado acompañada en todo momento  por una línea ética equiparable. Lamentablemente no ha sido así, pues sus actos de deslealtad tanto en política nacional como internacional se han contado por intervenciones personales.

En opinión de Pájaro bobo, Zapatero queda desacreditado y desautorizado  por la falta de coherencia entre declaraciones e intervenciones  de claro signo pacifista e incluso socialista y su comportamiento, un comportamiento marcado por la deslealtad a sus principios, a los principios de su partido, a los intereses de España y los españoles, y por encima de todo, a la ética. No se puede defender la paz y comportarse como un estafador. Y, sin embargo, ése es el Zapatero que todos conocemos, el Zapatero de la sonrisa y la traición, de la negociación y la falta de escrúpulos y, en definitiva, de conciencia moral.

Podríamos preguntarnos si en lo sucesivo Zapatero va a cambiar o si, por el contrario, va a seguir la línea acreditada hasta ahora, llevado del convencimiento irreductible de que, con ayuda de  su sonrisa, conseguirá engañar a Obama como en su día engañó a Maragall, Pujol y Montilla juntos. Al menos, eso creyó entonces y eso sigue creyendo ahora.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿sabe Zapatero que es un cínico contumaz?

Obama: el precio de la victoria y el pecio de la derrota

Quien lo desee puede afirmar que, salvo una intervención in extremis del ojo invisible a través de su mano invisible, Barack Obama va a ganar las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Salto cualitativo  que nos lleva a recordar a John Fitzgerald Kennedy y, al recordarlo, a esperar con  zozobra no sólo  el nombramiento del representante demócrata sino también y sobre todo el cumplimiento completo y pacífico de su mandato. Kennedy fue víctima de los intereses del complejo económico-industrial  montado en torno al Departamento de Defensa estadounidense, pues escrito está: «Es necesario que muera un hombre para que vivan un pueblo y su ejército». Han pasado cuarenta y cinco años. El pueblo sigue vivo, el ejército vomitando fuego y matando seres humanos como dios manda, el dios de la guerra. God bless America.

Sabemos que Kennedy, el desdichado, no tenía red protectora y, por lo visto y vivido, tampoco ángel de la guarda. Su muerte física fue también la muerte temporal de una esperanza y un proyecto que llegan ahora con otro nombre, con otro hombre, con otro color. Kennedy era «ideológicamente» católico, Obama es socialmente mestizo. Su presencia con valor de aparición abre las puertas de las instituciones democráticas, al menos de algunas de ellas, a las masas urbanas y suburbanas. Es la hora del mestizaje, de  la negritud, de la Hispania fecunda, de la democracia masiva, participativa y virtual. Es la hora de la red.

Se sabe y se dice  que el secreto del más que probable triunfo de Obama está en la red. Ahí se deciden ahora las batallas electorales. Pasó el momento de los mítines mulitudinarios, tan americanos, y ha llegado el momento del chateo vis-à-vis, a cuatro ojos. El ciudadano participa y elige directamente, sin mediación, a su representante.

Si un día se dijo que sólo existía lo que aparecía en televisión, ahora habrá que cambiar el enunciado, puesto que ha cambiado el medio; el medio da a conocer la realidad y, por lo tanto, la crea y la recrea, la inventa.

Esa es la tendencia actual, acaso una tendencia imparable, aunque, de momento, las minorías oligárquicas siguen controlando la situación; concretamente,  el núcleo duro y profundo de la realidad económica, política y social  de Estados Unidos, ejemplo paradigmático de democracia formal al servicio de oligarquías auténticas y reales. Cabe pensar que la refriega será larga y dura. De momento, conocimiento-difusión todavía no es igual a poder. Hay cosas que se saben y se sabe que son injustas y están mal, y, a pesar de todo ello, siguen ahí para vergüenza de todos. En la práctica, toda injusticia lleva implícitos siempre o casi siempre uno y mil actos de cobardía. El injusto es injusto porque el justo es cobarde, y el justo es cobarde, y por lo tanto injusto, porque lo supedita todo a la supervivencia. Ese es su imperativo categórico.

Es posible que la victoria de Obama signifique el fin de un ciclo histórico y convierta el Departamento de Defensa estadounidense en un gigantesco montón de chatarra, en un inmenso pecio, el pecio de la derrota, la derrota de un modelo económico basado en la guerra como fuerza motriz. ¿Quién dijo que el combate (por guerra) es el padre de todas las cosas?

Resumiendo: la red facilita el conocimiento y la difusión de las noticias y, por lo tanto, de la realidad, a la vez que impide en buena medida el control sigiloso y doloso de la información, pero no totalmente. Para llegar a ese fin habrá que pasar de la democracia representativa a la democracia participativa, lo que requiere a su vez el alumbramiento y la acción de una sociedad civil adulta en la línea propugnada por la Ilustración. No va a ser fácil.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿nacerá de la crisis que ahora se inicia un nuevo orden económico, un nuevo orden político, un nuevo orden social?

Zapatero y el sueño americano (American dream)

La situación de España con respecto a la cumbre de los veinte países económicamente más poderosos del mundo se presta a múltiples interpretaciones, máxime, claro está, si finalmente Zapatero no consigue que nuestro país figure en las reuniones de Washington junto al Estado anfitrión y sus invitados.

Y la verdad es que, aunque ha removido cielo y tierra, nuestro jefe de Gobierno lo tiene difícil, muy difícil, pues los errores cometidos durante años en política internacional, muchos y muy graves, no se arreglan con  unas cuantas promesas con kindersorpresa, acompañadas de una sonrisa de oreja a oreja,  como Zapatero acostumbra a hacer cuando negocia/trapichea traspasos o trasferencias de competencias estatales con los gerifaltes, caciques y oligarcas autonómicos. A esos, con unos cuantos milloncentes  de euros les tapa la boca hasta la próxima negociación trampa. Pero América es América, no Extremadura, tampoco Cataluña.

De hecho, España lleva años sin política exterior. Las contadas salidas de Zapatero al extranjero han estado marcadas por situaciones de vergüenza para él y para todos sus compatriotas.  Ahora, los hechos nos han venido a demostrar que España, falta de política exterior, no figura ni en el grupo de los ocho ni en el grupo de los veinte. Tal vez ni siquiera en el mapamundi.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué se creía Zapatero que era el American dream?