El modelo social vasco y el modelo social catalán

A pesar de la Eta y sus trabucaires, la sociedad vasca está formada por dos comunidades políticas relativamente homólogas y simétricas. Los miembros de la comunidad abertzale pueden votar tranquilamente a sus partidos de izquierda o de derecha y, aunque con mucha menos tranquilidad, los miembros de la comunidad de sentimiento español vienen haciendo prácticamente lo mismo. Tenemos, pues, una sociedad con dos comunidades de desarrollo vertical, enfrentadas y separadas por una invisible pero perceptible tierra de nadie.

En Cataluña también hay una sociedad con dos comunidades políticas numéricamente equiparables pero ni  homólogas ni simétricas. Aquí las comunidades no están enfrentadas sino dispuestas de acuerdo con un plano horizontal; la comunidad de lengua y sentimiento españoles ocupa las capas inferiores de la sociedad, mientras que la comunidad de lengua y sentimiento catalanes acapara las capas superiores y con ellas todos los centros de poder y representación.

En el caso vasco tenemos un modelo social basado en el terror; en el caso catalán tenemos un modelo social basado en la opresión.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿donde está la soberanía nacional y la democracia para los españoles que viven en  condiciones de terror y/u opresión?

¿En el principio fue la Constitución?

A M. Jiménez de Parga, jurista, firmante del Manifiesto en defensa del español

Una de las grandes preocupaciones de todos los regímenes opresores  es extirpar de raíz, cuanto antes,  la disidencia. Identificada como cuerpo extraño, la disidencia es despojada, a las primeras de cambio, de sus señas de identidad. Para ello, probablemente, no hay nada tan  eficaz como decapitarla o, lo que es igual, arrebatarle sus cabezas pensantes, pues, una vez ha sido despojada de sus cabezas pensantes,  la disidencia —comunidad, colectivo o grupo social– pasa a ser una masa amorfa sin conciencia de sí misma y, por lo tanto, incapaz de llevar a cabo una actividad racional (Zielbewusst).

En ese momento está a punto para su fagocitación, aniquilación o expulsión y en ese mismo momento sus  individuos más avispados y menos escrupulosos se pasan al bando de los opresores y tratan de abrirse paso,  prosperar y medrar, abandonando toda preocupación por la suerte de sus compatriotas o correligionarios. Es la hora de los Montillas, los Corbachos y las Xacons, pero también de muchos bneficiarios y muchas beneficiarias de nuestro antiguo régimen.

Mientras tanto, el disidente contumaz pasa a ser   un indeseable, un elemento asocial y, a partir de ahí,  un delincuente. La historia se ha repetido infinidad de veces aquende y allende nuestras fronteras. Y, probablemente, aún se repetirá.

En Cataluña, la burguesía –las cien familias de Barcelona y sus herederos— mejoró e incluso perfeccionó la variante histórica, pues, ya antes de acceder al poder con la colaboración inconsciente de la charnegada y la confabulación  de una  presunta izquierda  autóctona siempre desleal a la clase obrera, elaboró y puso a punto el organigrama de la Cataluña futura: la Cataluña formalmente democrática y,  a partir de ahí, la Cataluña plenamente soberana y unilateralmente independiente. Instancias de decisión y representación (incluidas las de carácter religioso), partidos políticos y grandes entidades financieras, culturales y sociales debían estar, desde un principio,  entera y exclusivamente en manos de catalanes. Y así se hizo.

Una vez copada la Administración autonómica, aquí llamada Generalidad, y la dirección de los partidos políticos, que en realidad constituían un partido único bajo un mando único, el Parlamento tenía exclusivamente la representación real de la comunidad de lengua catalana pero nominalmente operaba como una instancia representativa de toda la sociedad (dos comunidades lingüísticas) y, por lo tanto, democrática. Y el hecho es que nunca lo ha sido.

Tanto las entidades socioculturales que han surgido en Cataluña y Vascongadas  durante los últimos treinta años como el Partido de los Ciudadanos y UPyD deben verse como reacciones a la opresión que sufre la comunidad de lengua española en estas tierras. Y, como no podía ser por menos, todas esas entidades, el Partido de los Ciudadanos, UPyD  y, por último, el Manifiesto en defensa del español responden a iniciativas de la intelectualidad de lengua española de Cataluña y Vascongadas. Ahora, sus representantes deben levantar la voz para impedir que se consume un monstruoso genocidio cultural en pleno siglo XXI.

De acuerdo con esa misma línea, Pájaro bobo considera que, en su momento, los impulsores del Manifiesto, legitimados por los miles de firmantes, deberían dirigirse al Defensor del Pueblo y al Tribunal Constitucional para exigir el cumplimiento de la Constitución y el respeto de los derechos de ciudadanos que se ven perseguidos por razón de su lengua, la española.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué harán el Defensor del Pueblo y el Tribunal Constitucional si los firmantes del Manifiesto en defensa del español como lengua común demuestran que el Parlamento de Cataluña responde desde su misma creación a un fraude de ley y que, por lo tanto, todas sus actuaciones, incluidas la elaboración y la aprobación del Estatuto de Cataluña, son  no sólo ilegítimas sino incluso delictivas?

Del Estatuto de Cataluña al Manifiesto en defensa del español

No deja de ser alentador que una catalana insigne proclame su condición de española de pura cepa precisamente en momentos en los que los separatistas libran su última gran batalla, por ahora,   y el pueblo español, prescindiendo por igual de partidos de izquierda y derecha con una sola y gloriosa excepción, se lanza a la calle, bandera en mano, para defender su identidad.
Evidentemente, los arrolladores triunfos deportivos en la Eurocopa, fútbol,  y en Wimbledon, tenis,  han reforzado el impulso inicial a cargo de los intelectuales firmantes del Manifiesto en defensa de la lengua española, secundados inmediatamente por ciudadanos anónimos y no anónimos de todas las partes de España, incluidas Vascongadas y Cataluña.
Los gritos de apoyo a los deportistas españoles  por parte de la población de Cataluña han contrariado y sorprendido desfavorablemente a algunos comentaristas al servicio del establishment de la Generalidad e integrantes del rovell de l’ou. Y así lo han hecho constar; naturalmente, cobrando. Uno de ellos es un tal Manuel Trallero. Inscrito en la nómina de La Vanguardia más desleal y reaccionaria, al igual que el isleño Baltasar Porcel y el madrileño de adopción Enric Juliana, Trallero hace restallar su tralla en la hoja  de la burguesía pujoleana para blasfemar:«El Parlament no representa ni de lejos a los catalanes, por la sencilla razón de que el índice de abstención en las elecciones autonómicas, y no digamos en el referéndum del Estatut, es realmente escandaloso».
Ahí lo tienen, señores del Tribunal Constitucional. Eso es lo que opina del Estatuto de Cataluña  un separatista a sueldo de los que lo redactaron y aprobaron.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Por qué antes de emitir su dictamen sobre el Estatuto de Cataluña, el Tribunal Constitucional no recibe y escucha a los firmantes del Manifiesto en defensa del español?
¿Es que acaso no saben los miembros del Tribunal Constitucional que el Manifiesto es infinitamente más representativo y, por lo tanto, más democrático que el Estatuto de Cataluña?

Lengua: sexo y género

El Diccionario de la Academia de la Lengua define sexo como «condición orgánica, masculina o femenina, de los animales y las plantas». El mismo Diccionario dice acerca de género femenino: «en los nombres y en algunos pronombres, rasgo inherente de las voces que designan personas de sexo femenino, algunos animales hembra y, convencionalmente, seres inanimados»,  doctrina que tiene su contrapartida en el  género masculino, del que dice: «en los nombres y en algunos pronombres, rasgo inherente de las voces que designan personas del sexo masculino, algunos animales macho y, convencionalmente, seres inanimados».

De ahí podríamos deducir que, por lógica,  pertenecen o deben pertenecer al género masculino las voces que designan animales macho y al género femenino las  voces que designan animales hembra, mientras que las voces que designan objetos o cosas se inscriben convencionalmente en uno u otro género gramatical, ya que el género neutro no es suficientemente operativo en español.

Actualmente, en el ámbito de la lengua los criterios de uso priman a menudo sobre  los criterios de corrección formal o teórica y se habla de voces usadas, menos usadas o no usadas antes  que de voces correctas o incorrectas. Tanto es así que la gramática normativa ha cedido su lugar de privilegio a la gramática descriptiva. Estamos en tiempos de democracia y el eje horizontal o sintagmático se ha impuesto al eje vertical  o paradigmático. La lengua se ha convertido en habla y, como en tantas manifestaciones de nuestra sociedad, eso es lo que hay. En otras palabras: lo que hablamos es el espejo de lo que pensamos, de la misma manera que lo que pensamos es el espejo de lo que somos.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿tiene razón Pájaro bobo cuando, parafraseando a Wittgenstein, dice: el contenido, el orden y los límites de mi idiolecto son el contenido, el orden y los límites de mi imaginario?

PPC: Piqué y Nebrera, dos agentes y una traición

Vidal-Quadras definió —indulgentemente— a Josep Piqué como «fugado». El hecho es que, antes de fugarse, el tal fugado dejó  en el PP de Cataluña a su subalterna Montserrat Nebrera con el encargo de  que rematara  su faena. La faena consistía en terminar de  descuartizar el partido, provocar el caos en él y llevar sus restos a Convergencia, que ya estaba al tanto de la operación y esperaba el envío. Pero el envío no llegó y, transcurridos unos tres años, sigue sin llegar. Algo debió de salir mal. Mientras tanto, la tal Nebrera, erigida en raposa full time, se ha dedicado a visitar furtivamente los gallineros del PP de Cataluña en busca de gallinitas asustadizas y desvalidas. Su labor es realmente meritoria si tenemos en cuenta el empeño que ha puesto en ella, aunque todo hace pensar que la subsodicha ha contado y cuenta con medios humanos y económicos más propios de una firma comercial o un partido político  que de una persona particular. Eso ha hecho que alguien preguntara  refiriéndose a ella: «¿De dónde saca pa tanto como destaca?»  El comentario resulta tanto más oportuno cuanto que recientemente la tal Nebrera  ha protagonizado un anuncio, valorado en algo así como 15.000 euros, en el órgano oficial/oficioso del catalanismo institucional, laico y clerical.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿conseguirá la tal Nebrera desnaturalizar/descuartizar el PP de Cataluña y, en caso afirmativo, a dónde irán sus antiguos votantes: a Convergencia o al partido de Rosa Díez?

La defensa de la lengua, la defensa de la nación

Pájaro bobo está convencido de que España seguirá siendo una nación mientras tenga una lengua nacional: el español. Y que dejará de ser una nación cuando deje de tener una lengua nacional: el español. Esa es la batalla. Convertir el español en una lengua regional o autonómica más es acabar con España como nación. Y en esas están Zapatero, sus aliados y sus cómplices.

Por lo tanto, el Manifiesto en defensa del español debe verse necesariamente como una reacción del pueblo español ante el sesgo que está tomando la política nacional y como una llamada de atención dirigida al Gobierno, sus aliados y sus cómplices. Y si no atienden a la llamada, ya pueden empezar a pensar la que les va a caer encima. Los políticos deben enterarse de una vez de que el pueblo español tiene una conciencia nacional de raíz histórica que una patraña como el Estado de las Autonomías no puede extirpar de la noche a la mañana.

Es fácil adivinar que la gran beneficiaria del Manifiesto y el movimiento cívico generado con él va a ser Rosa Díez. Con un poco de suerte, su partido se erigirá en la tercera fuerza nacional. Esperemos que no se tuerza y que siga creciendo de acuerdo con la línea que tiene ahora.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿sigue empeñado Zapatero en pasar a la historia como el valedor de la conjura que llevó a la destrucción de la nación española a través del Estado federal?

La sociedad civil contra los políticos

La existencia de una sociedad civil debidamente cohesionada y activa es condición necesaria y, en ocasiones, incluso suficiente para que una democracia funcione, como mínimo, en términos aceptables. La democracia, en cuanto estructura organizativa, es fruto de la sociedad civil, no a la inversa. Las dictaduras, también. Engaños y autoengaños aparte, Franco es fruto de la España de los españoles, Hitler es fruto de la Alemania de los alemanes, Mussolini es fruto de la Italia de los italianos. No a la inversa.

Con democracia o sin democracia, los políticos tienden a formar una casta protegida y separada de la sociedad de la que viven y para que no viven. Y, cuando están en peligro sus intereses, se unen contra el enemigo exterior, la sociedad civil. Aunque con otras palabras y referido a otras situaciones sociohistóricas, eso ya nos lo enseñó Hobbes, el de homo homini lupus y bellum omnium contra omnia (El hombres es un lobo para el hombre y la guerra de todos contra todo). Como en la selva, como en el selvático mundo de los humanos.

Ahora, parece que los políticos de nuestra Meseta central han decidido aliarse con los políticos de todas las periferias para despojar de sus derechos constitucionales en materia lingüística a la sociedad civil española. El Gobierno de la nación no sólo no coordina y armoniza los derechos de la mayoría y de las minorías como establece la Constitución sino que incluso antepone los derechos de minorías que no llegan al diez por ciento de la población total a los derechos de la mayoría, que forma el cuerpo de la sociedad civil española.

Y, como otras veces a lo largo de la historia, esa sociedad civil, traicionada por sus dirigentes políticos, tiene que organizarse y lanzarse a la calle para defender sus derechos, los derechos constitucionales del pueblo español, sujeto actual y depositario histórico de la soberanía nacional.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿tendrá que llevar la sociedad civil española al Gobierno de la nación en pleno ante los tribunales por incumplimiento doloso manifiesto y continuado de sus obligaciones como garante de la Constitución y de los derechos democráticos del pueblo español?

Sociedad civil: del Manifiesto a la tanda de penaltis

Aunque sea verano y el calor amodorre los espíritus, los políticos de una presunta izquierda, de una presunta derecha y de un presunto centro, junto con los políticos de las presuntas nacionalidades periféricas, deberían tomar nota: la sociedad civil, esa que no entiende ni de ideologías ni de partidos cuando se juega el partido de la unidad de España y su supervivencia, ha decidido organizarse y hacer acto de presencia. Su mensaje es diáfano: España es España y el español es el idioma de los españoles.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿entenderán y atenderán los políticos el mensaje de la sociedad civil española o tendremos que ir a la tanda de penaltis?

Fútbol y conciencia nacional

Pájaro bobo celebra de corazón la victoria de la selección española en la Eurocopa. Su triunfo final sobre la selección alemana fue, a su entender, especialmente meritorio por la talla del rival. Dispuesto a resolver el encuentro mediante un ataque por sorpresa, el conjunto alemán arrincona a los españoles en su parcela y acosa insistentemente al guardameta como respondiendo a una orden de mando. Son minutos de agobio que nuestros compatriotas aguantan con coraje y sangre fría, hasta que consiguen sacudirse la presión. Ni un solo gol, ni una sola baja. A partir de aquí, el partido entra en una fase en la que el conjunto español se va imponiendo progresivamente, salvo alguna reacción esporádica de los germanos. Nuestra defensa sigue resistiendo, el centro del campo es cada vez más español y la delantera nos depara algunas de las acciones más bellas del fútbol europeo con despliegues y contraataques de rara precisión y virtuosismo. España merece ganar. Y llega el primer gol. Alemania está derrotada. No ha podido con el juego preciso de los pitufos ni en el plano estratégico, que en principio era su fuerte, ni en el plano táctico, en el que nuestros jugadores se imponen claramente por visión del juego, por codicia, por sentido de la anticipación y por coordinación de las acciones de despliegue y repliegue. España practica el mejor fútbol de toda la Eurocopa y su mejor fútbol en muchos años.

Sería de desear que el fútbol, en cuanto acontecimiento multitudinario, fomentara no sólo la retórica patriótica sino también y sobre todo el sentimiento de pertenencia o, lo que es igual, el patriotismo de los españoles. Todos juntos, un equipo, una nación. La riqueza no está en la división sino en la unión. La riqueza, la racionalidad y la democracia, que es la racionalidad social. La democracia es una forma de racionalidad, pero sólo cuando es auténtica. Cuando no es auténtica, la democracia es un fraude o una forma de opresión encubierta. Una democracia formal, como la que tenemos en Cataluña, es una forma de opresión: una comunidad minoritaria oprime a una comunidad mayoritaria. Como tantas veces en la historia.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿no es cierto que los regímenes opresores siempre intentan perpetuarse y nunca lo consiguen?

La sociedad civil contra los políticos

La existencia de una sociedad civil debidamente cohesionada y activa es condición necesaria y, en ocasiones, incluso suficiente para que una democracia funcione, como mínimo, en términos aceptables. La democracia, en cuanto estructura organizativa, es fruto de la sociedad civil, no a la inversa. También las dictaduras. Engaños y autoengaños aparte, Franco es fruto de la España de los españoles, Hitler es fruto de la Alemania de los alemanes, Mussolini es fruto de la Italia de los italianos. No a la inversa.

Con democracia o sin democracia, los políticos tienden a formar una casta protegida y separada de la sociedad de la que viven y para la que no viven. Y, cuando están en peligro sus intereses, se unen contra el enemigo exterior, la sociedad civil. Aunque con otras palabras y referido a otras situaciones, eso ya nos lo enseñó Hobbes, el de homo homini lupus y bellum omnium contra omnia (El hombre es un lobo para el hombre y la guerra de todos contra todo). Como en la selva, como en el selvático mundo de los seres humanos.

Ahora, parece ser que los políticos de la Meseta han decidido aliarse con los políticos de todas las periferias para privar de sus derechos constitucionales en materia lingüística a la sociedad civil española. El Gobierno de la nación no sólo no coordina y armoniza los derechos de la mayoría y de las minorías sino que incluso antepone los derechos de minorías que no llegan al diez por ciento de la población total a los derechos de la mayoría, que forma el cuerpo de la sociedad civil española.

Y, como otras veces a lo largo de la historia, esa sociedad civil, traicionada por sus dirigentes políticos, tiene que organizarse y lanzarse a la calle para defender sus derechos, los derechos constitucionales del pueblo español, sujeto de la soberanía nacional.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿tendrá que llevar la sociedad civil al Gobierno de la nación en pleno ante los tribunales por incumplimiento de sus obligaciones como garante de la Constitución y de los derechos democráticos del pueblo español?