El pacto de Estado que el separatista Torra pide a Pedro Sánchez

Entiendo que el Pacto de Estado que Quim Torra, en nombre del Govern de Catalunya, presenta y pide a Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno español, en la reunión que mantienen el 20 de diciembre de 2019 en el Palacio de Pedralbes de Barcelona, rebasa en su contenido las competencias políticas tanto del peticionario como del receptor de la petición, habida cuenta de que -siempre a mi entender- en dicho pacto se incluyen de manera deliberada,  siempre perversa y necesariamente repudiable conceptos esenciales de la soberanía nacional, soberanía nacional que reside íntegra y totalmente en la integridad y totalidad del pueblo español, y es, por definición, indivisible e inalienable.

Entiendo asimismo que, llegados a ese punto,  el Servicio Jurídico del Estado,  integrado en el Ministerio de Justicia, debe actuar, de una vez por todas,  en defensa del Estado de derecho.

El Reino de España como Estado de derecho

Me pregunto si el Reino de España es en verdad un Estado de derecho y, en caso afirmativo, cómo es que no consigue imponer de una vez por todas, de manera  nítida y permanente, el cumplimiento de su Constitución.

Entiendo que la actitud de los separatistas catalanes constituye un delito único y persistente que arranca de un acto de prevaricación  contumaz.

Pablo Iglesias contra Pablo Iglesias

Imagino que el pobre hombre soñaba con pillar cacho y, a partir de ahí y sin dejar de soñar, con apoderarse de toda la izquierda.

Una izquierda, en esencia,  antiespañola y, en la forma, republicana, según el modelo catalán.

Pero la evolución política de las formaciones de nuestra izquierda nos dice  ahora  que el pobre hombre no sólo no ha conseguido disputar el liderazgo al  inculto arribista Pedro Sánchez sino que además ha tenido que asistir, entre impotente y frustrado,  a la marcha/fuga/traición/abandono de significados subalternos y en su día compañeros de la lucha anticapitalista.

Pedro Sánchez mantiene su liderazgo y Pablo Iglesias pierde el control de su formación.

Para mí, la atomización de la izquierda es una prueba irrefutable de su fracaso o, si se prefiere, de su traición.

¡Proletarios de todas las autonomías desuníos!

Más allá de la independencia de Cataluña

Las negociaciones/transacciones que han tenido lugar recientemente en territorio catalán y sede catalana entre el jefe del Gobierno español y el presidente de la Generalidad de Cataluña, en cierto modo autoridad de rango superior, me confirman que España avanza inexorablemente hacia el abismo.

En La Vanguardia de Barcelona alguien ha repetido, más o menos,  que el representante español se ha entregado al separatismo catalán para seguir en el poder, previa aprobación de los Presupuestos Generales del Estado gracias al apoyo parlamentario de éste.

En cualquier caso, considero que los españoles, empezando por sus gobernantes, deberían saber que el objetivo final o estratégico de los separatistas  no es, ni mucho menos, la independencia de Cataluña en términos convencionales, dado que esto comportaría necesariamente una forma de empequeñecimiento y empobrecimiento del país,  sino la destrucción de España y su suplantación, mediante una conjura hecha de intrigas y traiciones,  por una República Catalana soberana y hegemónica en todo el ámbito de la península Ibérica.

Lamentablemente, los españoles seguimos sin ver el peligro. En realidad, ni lo vemos ni lo queremos ver ni estamos en condiciones de verlo.

¿Y la Constitución hoy vigente en toda España tampoco basta?

Pedro Sánchez, jefe del Gobierno de España, dice que «la ley por sí sola no basta». Como imagino que el pobre hombre, adoctrinado por los separatistas catalanes, se refiere a la ley con minúscula, me permito preguntarle: ¿Y la Ley, como equivalente semántico de la Constitución hoy vigente en toda España, tampoco basta para resolver un conflicto que nace de una infracción gravísima y persistente de la Ley de Leyes?

El Estado democrático de derecho y sus leyes

Entiendo que el Estado democrático de derecho se asienta en el cumplimiento de sus leyes, leyes que -siempre a mi entender- son por definición democráticas.

No obstante, Joan Planellas, teólogo y actualmente arzobispo metropolitano de Tarragona, piensa y dice que la democracia está por encima de la ley.

El hombre de Dios no nos dice ni a qué democracia ni a qué ley se refiere.

¿Se atrevería a decir algo así como?:

La democracia tal como yo la entiendo está por encima de todas las leyes del Estado democrático de derecho.

En cualquier caso, los separatistas catalanes, empezando por sus ideólogos y dirigentes políticos, se han apresurado a hacer  suya la (¿herética y/o falaz?) declaración del teólogo y arzobispo Joan Planellas.

¿Una falacia más en su larga lista de falacias?

Los sediciosos y sus valedores

Considero que una buena manera de saber cómo están ahora las cosas en el bando separatista, desde el proceso judicial hasta el estado de ánimo de los sediciosos y sus valedores, consiste en leer las lamentaciones a modo de alegatos con las que los amanuenses de La Vanguardia vienen usurpando y llenando sus páginas más nobles desde hace meses.

A mi entender, esas lamentaciones con sus infinitas y paupérrimas falacias están al mismo nivel que las cínicas añagazas de los protagonistas políticos del procés.

Uno de esos amanuenses escribe hoy en el órgano tradicional de la burguesía catalana:

«Ahora sabemos que, si el Estado, a través del poder ejecutivo, hubiera hecho una contrapropuesta y hubiera abierto un diálogo, seguramente no hubiéramos caído en el pozo en el que ahora estamos».

Al parecer, esa pobre criatura, de nombre Antoni Puigverd, ni sabe ni quiere saber que estamos ante un delito de sedición y  que el Reino de España es un Estado de derecho con una Judicatura competente e independiente.

No, no lo sabe, pero curiosamente un hombre tan marcado por su actividad al frente de ERC como Joan Tardà hace meses que abandonó sus cargos en favor de un prosélito charnego de nombre Gabriel Rufián.

¿Se olió la que les venía encima a los responsables del procés?

¿Fin del proceso soberanista catalán?

«Ahora que el Govern ha consumado ya su fractura y ha confesado su agotamiento, cabe preguntarse cómo recordaremos en el futuro el tiempo que hemos vivido estos años en Catalunya».

Las líneas que preceden están tomadas de un texto publicado hoy, domingo 2 de febrero, en La Vanguardia con firma de Llàzer Moix.

Entiendo que en él, su autor o, por mejor decir, amanuense declara que  el procés separatista catalán está  definitivamente  agotado o, si se quiere, muerto.

Aunque me gustaría creer que es así, no lo consigo, pues considero que una de las añagazas preferidas de los separatistas catalanes es precisamente hacerse el muerto.

Lo hacen a menudo, siempre con mucho verismo y muchos aspavientos.

¿También en esta ocasión?

 

Pilar Rahola como profetisa

Es sabido que La Vanguardia ha sido y es el órgano oficial y oficioso del catalán burgués o, si se prefiere, del catalán bienhabiente y bienpensante.

Sus colaboradores más influyentes defienden de manera sistemática los intereses de una clase social que, formada inicialmente por trescientas familias, copa hoy en día, casi totalmente,  las instituciones  de poder y representación democrática de Cataluña y aspira a copar o, al menos, controlar en fecha no lejana las instancias nucleares del Estado español.

Suplantación, palabra prohibida.

Pero parece que la cosa se ha torcido, y ahora los colaboradores más destacados del mencionado medio burgués hablan, de manera más o menos abierta, de un plan suicida que es necesario abandonar cuanto antes en aras de la supervivencia de nuestro pueblo.

Y justamente hoy, Pilar Rahola escribe en el mencionado diario catalán:

«La conclusión es evidente: el PSOE tiene el poder de la Moncloa, pero el PP domina los poderes del Estado. Y Catalunya es la primera víctima».

Aunque básicamente estoy de acuerdo con la conclusión de la señora Rahola, me permito  añadirle para completar su última frase:

«Y Cataluña es la primera víctima de su propia traición».

De paso me sirve para recordar a lectores y leídos que, de acuerdo con mis investigaciones,  traición es una de las cien palabras que un buen separatista catalán procurará no pronunciar en toda su vida.

¿Fin de la ensoñación separatista?

Después de décadas intentando aparentar lo que nunca fueron, los dirigentes separatistas empiezan a cobrar conciencia de lo que son en realidad.

La imagen  de una Cataluña ideal se está viniendo abajo por el peso de los hechos y una realidad inmisericorde.

En el espejo de esa realidad inmisericorde los dirigentes separatistas también podrán ver de ahora en adelante la imagen de todos y cada uno de ellos desprovista de los aditamentos de la cosmética política, o sea, tal como siempre fueron y, por lo tanto, tal como son.

Tengo curiosidad por ver qué queda de criaturas como Torra, Puigdemont y Junqueras, una vez sean despojadas de sus máscaras y transiten por la vía pública como simples mortales.

Aunque también es posible que no se atrevan a salir a la calle.