Artículos del día 24 de agosto de 2008

Para Ana, la ragazza paparazza

La mestressa, ama y señora de su casa, decide ir a ver a su hijita, que estiueja a orillas del Manzanares,  el estadio de los madrileños pobres. Parece que a la doncella le tira el oficio de escribir, lo que quiere decir que, probablemente,  tendremos una ragazza paparazza.

La madre se lía la manta a la cabeza, hace el petate, se sube al AVE y en un par de horejas se plantifica en Chamartín de la Rosa. ¿Dónde quedan los Monegros?

Ni Monegros ni onagros.

El tren es un invento que resiste el paso y el peso de los años: se moderniza y se rejuvenece continuamente a toda marcha. Quedan lejos los tiempos  —años cincuenta de un siglo que ya es historia—  en los que para ir de  Plasencia, a un tiro de piedra de las Hurdes, en la raya de Portugal, a Barcelona, que aún no pertenecía al país vecino, se invertían cuarenta y ocho horas, dos panes de los de kilo, cuatro tortillas de patata equiparables en peso y otras tantas garrafinas de tintorro, agua, pócimas y mejunges.  La historia del ferrocarril es la historia de la España que nace después de la Revolución industrial que no tuvo y se extingue  en la vía muerta de la Transición seudodemocrática.

Hoy Madrid es tanto Madrid que para hacer honor a su condición de capital de todas las Autonomías y futuros Estados soberanos hay que hablar de los Madriles. En esas estamos.

La mestressa, que lo es por derecho, ha dejado en su casa de la Barceloneta, a media legua marina del mar de la Sargantana y a siete millas inglesas de las islas Columbretes,  a su marido, ya bastante cascao el pobre, y a Blacky, un caniche con alma de nen petit que gime, llora y ríe como una criatura.

A la hora de dormir, el involuntario Rodríguez estival ha preparado el camastro como en sus años de menesteroso y ha esperado que le invada el sueño con las luces encendidas por miedo a los espíritus malignos. Blacky se ha echado junto a él, pero se ha negado a dormir. Su amo accidental le ha preguntado si quería que le contara un cuento y el  animal ha dicho que no. «Tengo dos», le ha insistido. «Uno, del Blas y las sandías de árbol. Otro, de un perrito y una ovejita». «El primero —ha replicado al momento  la criatura— es de broma. No hay sandías de árbol. Eso son trolas  de político o, por lo menos, de concejal. El otro ya me lo  sé porque da la casua  que  el perrito es mi menda. Y que sepas que  no es un cuento. Es una historia de verdad. Ocurrió en la Pardala de Plasencia, aún me acuerdo de la ovejita; se perdió y yo la llevé junto a su amo. A mi ya no me gustan los cuentos, ni de lobos ni de lobillos ni de sandías de árbol. Tendrás que estudiarte alguno nuevo…»

En oyendo a su perro, Rodríguez se ha puesto triste, pues dice: la mujer me ha dejado, el hijo me ha dejado, la hija me ha dejado y Blacky no quiere escucharme.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿tendrá que ponerse  a escribir antes de que sea demasiado tarde y se le seque el cacumen sin que le dé tiempo a terminar su novela?

Sabadell: sin misas en español

Pájaro bobo platica con una señora mexicana llamada Guadalupe, devota de su patrona. La buena señora le confiesa apenada que en todo Sabadell ni ha encontrado ni encuentra  una sola iglesia en la que pueda oír misa en español los domingos. Luego añade que, para cumplir con el mandamiento de la Iglesia, tiene que ir a Barcelona, pues allí conoce una iglesita  donde el cura platica y oficia en español.Toda una bendición.

La señora Inés, que es de Bienvenida, Badajoz, tiene mejor suerte. Vive en el barrio conocido con el nombre de Pueblo Nuevo. Situado extra muros de Sabadell, junto al cementerio de la Salud, Pueblo Nuevo tiene vida propia, vida a la manera de una comunidad urbanizada de Extremadura o Andalucía, de donde procede la inmensa mayoría de sus vecinos. Las mujeres de Pueblo Nuevo van a misa y la misa se dice y se canta siempre en español, salvo alguna cuña en aborigen. Ellas, que son las feligresas, se lo han exigido al señor cura, mossèn Ramon, que, según esta cofradía de santas mujeres,  es persona de buenos sentimientos,  caritativo y nada pesetero. La señora Inés comenta que al hombre de Dios le tira mucho lo catalán y continuamente intenta darles gato por liebre (en vernáculo, fer passar bou per bèstia grossa), pero ellas no le dan tregua y él se esfuerza y se esmerila.

Aclaremos que mossèn Ramon sólo tiene feligresas, pues los hombres son parroquianos del Extremeño, viejo bolchevique territorial de Malpartida de Plasencia que tiene su bar-tasca-ventorrillo junto a la carretera de Canpuigjaner a Sabadell, justo a la salida del cementerio de la Salud.

Dos preguntas ingenuas e intempestivas: ¿por qué el arzobispo y cardenal de Barcelona, máxima autoridad eclesiástica de la Tarraconense, escribe artículos en español para los grandes  periódicos de lo que él llama Estado español  y luego niega a sus feligreses el derecho a rezar y ser rezados en esa misma lengua?
¿Sabe que eso es un pecado mortal y que si muere en pecado mortal se condenará?

Consejo
Al menos, que aprenda de mossèn Ramon, de Pueblo Nuevo de la Salud, Sabadell.