Artículos del día 30 de enero de 2009

The Economist: cuando mañana sea hoy

The Economist, publicación periódica de consulta obligada para  escépticos y descreídos, dedica  en su último  número  (24-30, o1, 2009)  una corta y densa reseña a la situación económica de España en la actualidad   y en un futuro inmediato.

Citando fuentes presuntamente documentadas y solventes  –desde un ministro de Economía hasta un sindicalista regional,  pasando por nuestro dadivoso jefe de Gobierno—,  The Economist señala que, de acuerdo con la situación actual y la derrota balizada por los indicadores económicos  domésticos y supradomésticos (chivatos),  la nave española  se dirige a toda máquina —¡es un decir!—, no a un puerto bien situado y bien abrigado,   sino a un malecón, nunca  dársena,  habilitado como   dique seco, donde está previsto que, nada más atracar,    deje más de cuatro millones de obreros en paro.

Pero, según la mencionada publicación, lo peor está aún por llegar y muy probablemente  llegará, pues el gobierno, ignorando las   inexorables  leyes del mercado, ha optado por una línea que, lejos de dinamizar la economía real y realmente productiva, la grava y agrava en beneficio de una política social pseudosocialista  basada en la subvención del paro. Con ello,  Zapatero pretende fidelizar el voto masivo de los que no tienen  trabajo, medida que conduce a una situación no sólo gravísima sino incluso aberrante si tenemos en cuenta, aunque sea sólo a título de ejemplo,  que en estos precisos momentos varias decenas de empresarios agrícolas españoles se dirigen a Marruecos para contratar en origen  miles de recolectores de fresas.

Alguien puede ver ahí un exponente de las contradicciones internas del capitalismo denunciadas por Marx, pero habría que añadir que, si esas contradicciones existen, lo procedente es tratar de limarlas o eliminarlas, no agrandarlas con  políticas de incentivación del paro (mediante subvenciones a fondo perdido, sin contraprestación) y penalización  del trabajo y los trabajadores reales.

En esas circunstancias, y en las que nos esperan, con un Partido Socialista en manos de un impostor y un Partido Popular sumido en una destructiva guerra de intrigas, Pájaro bobo apuesta  por UPyD como formación defensora de una política nacional constructiva,  integradora y  realmente democrática tanto en  tiempos de vacas gordas como en tiempos de vacas flacas, tanto  durante las campañas electorales como  el  día después de las elecciones.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿estará UPyD a la altura de las circunstancias y responderá adecuadamente tanto a las ilusiones de los españoles como a sus necesidades cuando llegue su hora o, lo que es igual, cuando mañana sea hoy?

Obama y Zapatero: procrastinación

Pájaro bobo  quiere creer que Barack Obama, ahora presidente de Estados Unidos, conoce la palabra procrastination, aunque no la practique, y también se inclina a creer que Rodríguez Zapatero, actual jefe del Gobierno español, no la conoce (probablemente  ni  en su versión española ni, mucho menos, en su versión inglesa), pero practica sistemáticamente lo que la palabra dice y significa. A saber: dejar para mañana lo que debe hacerse hoy. Y, por extensión, diferir compromisos y/o aplazar su cumplimiento.

Estamos ante  una práctica a la vez genuinamente española y antiespañola, perpetuada en la frase, ayer fórmula de obligado cumplimiento, «Vuelva usted mañana». Aclaremos que en latín hodie es hoy y cras es mañana. Por eso, en las lápidas de algunas sepulturas figura,  a  modo de memorándum,  la frase  Hodie mihi, cras tibi, que, traducida a nuestro dialecto, quiere decir «Hoy a mí, mañana a ti».  Y, como podemos comprobar, ese cras forma el núcleo semántico de procrastinación, que tiene su equivalente cabal en la inglesa procrastination.

Son muchas las personas de Estados Unidos y del resto del mundo que han depositado grandes esperanzas en Obama por  su condición de representante emancipado de las capas inferiores de la sociedad norteamericana.  Están en su derecho, aunque olviden o no sepan que en aquel país inmenso un político con responsabilidades de Estado es esencialmente un actor/robot controlado/dirigido a distancia. Obama ni hace ni puede hacer política; hace teatro:  recita, gesticula y poca cosa más.

¿Y Zapatero?

En primer lugar, Zapatero es, al menos a los ojos de Pájaro bobo, un trapisondista irreductible y, como tal, incurable. En segundo lugar, España no es Estados Unidos. En España, por ejemplo, el patriotismo es un atentado contra el orden/desorden establecido; en Estados Unidos, el patriotismo es una condición ineludible para ser presidente de la nación. Obama está obligado a ser un patriota y a comportarse como tal. Zapatero está poco menos que  obligado a declarar que ni es un patriota ni sabe lo que es una nación, objeto del patriotismo. En realidad, el susodicho intuye nebulosamente que el patriotismo, como la bandera, es algo que tiene que ver con los militares, la burguesía capitalista y los curas.

Zapatero ha depositado en Obama la esperanza de que va sacarle del  pozo  guantanamero y de la lista negra en la que lo hundió George Bush. Es posible que Obama le ayude e incluso que  intente sacarlo  y lo consiga. Pero él, el Zapatero, tendrá que pagar un precio por ello. Y ahí es donde probablemente va a aparecer la procrastinación inveterada de nuestro trapisondista y apátrida compatriota.

Es más que probable que prometerá hacer y darle a Obama lo que este le pida y un poco más, en la confianza  de que, una vez hecha la promesa-trampa y obtenido el premio o la recompensa, le va a torear recurriendo al inveterado truco de la procrastinación.

¡El muy iluso!

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿será cierto, como sostienen algunos especialistas, que el irreductible  cinismo de Zapatero es  con toda seguridadd  de raíz psicopatológica?