Magdalena Álvarez y esa cosa

Guiado por su olfato y su instinto como Menschenkenner, Pájaro bobo está convencido de que Magdalena Álvarez es una buena mujer, que es mucho. Pero ser una buena mujer —sin odio ni rencor en la mirada y sin retranca ni resabio  en el rabillo del ojo— la habilita para ser una honrada esposa y una madre solícita, pero no necesariamente para ser una buena política. Formación intelectual y conocimientos aparte.

De hecho, para ser una buena política es infinitamente mejor ser una mala, incluso una pésima  persona. Lo dijo alguien: la política exige tomar decisiones que una buena persona no puede ni asumir ni tomar. Ahí, «esa cosa» que responde al nombre de Montserrat Nebrera, nunca González, le saca, como mínimo,  dos cuellos de ventaja. I la torna.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿por qué José Antich, director de La Vanguardia, en su alegato en defensa de la Nebrera como política políticamente interfecta, comenta el pecado venial de esta cosa  y silencia su pecado mortal?

Miserable, miserable.

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