UPyD: la nueva frontera

De acuerdo con el último sondeo  del Instituto Noxa para el periódico barcelonés  La Vanguardia,  Rosa Díez es en estos momentos  la figura política más  valorada por los españoles después de Rodríguez Zapatero, mientras que el partido UPyD se sitúa prácticamente en tercera posición, detrás del PSOE y el PP, habida cuenta que IU, ayer conglomerado ideológico,  es hoy una especie residual en período  de extinción.

Esas posiciones, entendidas como conquistas a partir de cero en un reducido espacio de tiempo, nos confirman que tanto  Rosa Díez, en su calidad de líder, como UPyD, en cuanto formación política, han conseguido despertar el interés de los españoles y concitar su adhesión a un proyecto que no sólo  habla de España sin subterfugios ni ambages sino que además y sobre todo   defiende su unidad, asentada en la Constitución vigente, con un lenguaje rotundamente  unívoco.

Parece,  pues, evidente que tales conquistas y tales  triunfos se deben a una actitud basada en la lealtad constitucional y sobre todo histórica. Aquí se aboga por una España moderna y democrática, pero también íntegra e íntegramente española, ni mutilada ni desnaturalizada.

Pájaro bobo hace suyos esos principios fundacionales, pero, aunque él se daría  por más que  satisfecho con ellos,  considera que ha llegado el momento de que UPyD complete  su ideario político —eso que se llama convencionalmente ideología— y, al mismo tiempo, cree una estructura organizativa de ámbito nacional acorde con sus posibilidades y sus expectativas.

Él  se  inclina a pensar que el ideario de UPyD,  desarrollado a partir de   la unidad de España y la vigencia real y efectiva de la Constitución de 1978  como conceptos nucleares, debe abarcar todos los aspectos de la política nacional desde la organización territorial  hasta las relaciones internacionales, pasando por  las demás actividades propias de un  Estado de derecho moderno, unitario,  eficaz y progresista.

Ha llegado el momento de explicar a los españoles que la democacia nace de la  unión y el progeso.  Y, también, que sin unión  no hay progreso y sin progreso no hay unón.

Parece lógico  que la estructura organizativa de UPyD debe responder al ideario que trata de defender y, llegado el momento, tratará de implantar. En ese sentido, Pájaro bobo considera que, aunque no se puede ignorar la existencia de las Comunidades Autónomas, si la nueva formación  cayera en la trampa de la parcelación territorial  en la que han caído partidos como el PP y sobre todo el PSOE, traicionaría no sólo a sus votantes sino, lo que es infinitamente más grave,  al conjunto de los españoles y además dejaría sin contenido su mensaje político más genuino y representativo.

Pájaro bobo se inclina a pensar en una estructura organizativa que, asentada en el  centro, abarque y coordine los diferentes espacios geográficos  conjugando  los conceptos operativos de solidaridad y subsidiaridad. Madrid es capital y, como tal, cabeza y corazón. Vascongadas y Cataluña son  la nueva frontera.

En su  opinión,  Madrid debe seguir dando a UPyD voz y votos, muchos votos de izquierda y muchos votos de derecha, pero también de españoles que,  ajenos a la política, sólo quieren seguir siendo lo que han sido siempre, españoles, mientras que en Vascongadas, con una sociedad radicalizada en torno a la bipolaridad, UPyD puede y debe hacerse con el apoyo de todos aquellos que están dispuestos a agruparse  para plantar cara en las instituciones y en la calle a los trabucaires de Eta y sus valedores y beneficiarios.

Cataluña, ayer tierra de frontera y hoy sociedad escindida por obra de una burguesía desleal, oportunista e insolidaria,  ha tomado una senda  política de muy difícil pronóstico y, por lo tanto, también de muy difícil tratamiento. Lamentablemente, esa burguesía oportunista e insolidaria ha conseguido hacerse con la totalidad de las instancias de poder y representación democrática mediante una conjura,  a pesar de lo cual  o precisamente por lo cual su opresión tiene hoy  el sello oficial y formalmente válido  de la legalidad e incluso de la legitimidad.

De hecho, ante tamaño fraude de ley, el mismísimo Tribunal Constitucional titubea y hasta  retrocede.

Aquí,  UPyD tendrá que emplearse a fondo y, sobre todo, acertar en la elección de las personas que han de llevar a cabo su proyecto. Tarea difícil, sumamente difícil, máxime toda vez que, aquí, a sus enemigos declarados se suman  los agentes infiltrados en sus filas en calidad de  espías, confidentes y saboteadores.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿conseguirá UPyD devolver los derechos democráticos a los españoles de Vascongadas y Cataluña y la dignidad al conjunto de los españoles?

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