Claves del proyecto separatista catalán

Uno de los primeros y prioritarios  objetivos  de los separatistas catalanes en la llamada etapa democrática fue  controlar el ejército español  para, acto seguido, desnaturalizarlo, desmantelarlo y aniquilarlo.

A los ojos de los separatistas en general y de  los separatistas catalanes en particular,  ese objetivo fue  siempre la condición necesaria, acaso incluso suficiente, para llevar a cabo su proyecto con la seguridad de que ya  nada ni nadie podría impedirlo y, sobre todo, nunca más  habría una reacción contundente de signo contrario.

Se acabaron los levantamientos militares y las represalias con gritos de Vae victis!. También los juramentos de fidelidad/infidelidad y los actos de sumisión/insumisión y lealtad/deslealtad.

Por fin había triunfado la conjura de la burguesía comercial e industrial de la periferia peninsular.

Primero, Narcis Serra, separatista con carné, y, ahora, Carmen Chacón, andaluza del Bajo Llobregat al servicio de los señores del residencial barrio barcelonés de   San Gervasio,  han llevado a cabo esa tarea con malsina entrega.

A los dos, la  Medalla de Sant Jordi a la Traición por encargo.

En opinión del Insomne,  ahí está la clave de que el separatismo catalán, siempre burgués y, por eso mismo, siempre cobarde y especulador, haya pasado de una  actitud de  sumisión y  victimismo a una actitud de arrogancia y cinismo con desplantes que constituyen otras tantas provocaciones al Estado español y sus instituciones.

Insólito.

Pero, como no podía ser por menos, ahí también hay trampa, pues si un día esa burguesía, integrada formalmente en el régimen franquista,  utilizó a  los obreros del cinturón industrial de Barcelona como carne de cañón y fuerza de choque contra la dictadura, ahora esa misma burguesía pretende utilizar a la sociedad civil catalana para debilitar y, si es posible, desmantelar el Estado español con todas y cada una de sus instituciones.

Si le sale bien la jugada –desmantelar el Estado e instaurar un orden nuevo–, ya habrá tiempo para comparecer en público, cantar victoria y hacerse con los resortes de poder.

Eso es lo que nos enseña la moderna  historia europea y  eso es  lo que nos enseña también la historia reciente  de esta pequeña comunidad llamada Cataluña, ni nación ni naciúncula.

Una vez se ha consumado la aniquilación/desnaturalización del ejército español y sus mandos han pasado a ser  funcionarios de una ONG que opera en el extranjero, España y los españoles    han quedado a merced de la burguesía separatista a través del  espantapájaros que figura al frente del ministerio de Indefensa.

Afortunadamente  aún nos queda una bala en la recámara. Lo ha dicho Jordi Pujol, brujo de oficio y vocación:  «¡Nos enviarán la Guardia Civil!»

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