Artículos de abril de 2012

Huelga general

En estos momentos,  en los que España está sumida en una  crisis económica agravada por una lacerante falta de  productividad, parece obligado preguntarse:

¿A quién beneficia una huelga general: a la clase obrera,  al empresariado,  a la sociedad, al país  en su conjunto?

¿Socialismo?

Después de contemplar el panorama socio-político español durante años, llego a la penosa   conclusión de que nuestros socialistas tienen muy poco de  socialistas.

De hecho, a mi modo de ver, su traición al núcleo conceptual e histórico de esa ideología ha venido no sólo a justificar el capitalismo como mal menor sino incluso a legitimarlo como mal necesario.

¿A perpetuidad?

Cataluña: construcción nacional

Tal como yo lo veo, en el proyecto independentista catalán presidido por la construcción nacional, la táctica y la estrategia del cangrejo ermitaño se conjugan con la política de la puta i la Ramoneta.

¿Resultado?

De momento, Montoro tiene el dinero y la palabra.

¿Untergang a la española?

Es sabido que en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial los gerifaltes del  Tercer Reich se recluyeron en un búnker berlinés  con intención de vivir  allí el fin de  su régimen  al estilo prusiano con escenificación wagneriana.

Eso es lo que se ha escrito y se ha filmado,  pero no parece que fuera exactamente así. La verdad es que cada  uno afrontó el trance a su manera.

Fueron pocos los que salieron al encuentro de la muerte.

En cualquier caso, para actores y espectadores fue el Untergang!  Fin de un sueño y fin de un capítulo de la historia europea y universal.

Ahora, los españoles, ante una crisis económica que amenaza la vida de su patria, parece que han decidido organizar un fin de fiesta que haga honor a su casta y esté a la altura del momento:  una huelga general seguida de  un puente capaz de hacer olvidar cuál fue el último día de trabajo.

El desguace de España

El título responde, casi literalmente, al de  una tercera de ABC firmada por Javier Rupérez  el  pasado lunes, 9 de abril, mientras que su contenido denuncia a buen seguro  la preocupación  del autor por el presente y el  futuro previsible de España.

En realidad, a mi entender el desguace de España se inició hace ya más de cuarenta  años,  algunos más de los que yo llevo  en situación de muerte civil aquí, en esta antigua  región de España llamada Cataluña.

Muerte civil y, a continuación,  acoso permanente e implacable ad hominem para destruir incluso, si les es dado,  mi matrimonio y mi familia.

En esas están.

¿Delito? Denunciar la conjura del separatismo catalán con los medios a mi alcance, incluida mi vida.

El hecho es que para entonces, principios de los años setenta de ese siglo que ya es historia,  estos separatistas  tenían a punto su plan táctico y estratégico: cómo querían hacer lo que tenían pensado hacer ellos solos y sólo para ellos.

Conjura en forma de  política de la  puta i la Ramoneta y en nombre de la construcción nacional: una naciúncula con un miniestado burgués para burgueses.

En la práctica,  una conjura hecha de incontables conjuras y una política hecha y deshecha constantemente combinando con ladina sabiduría  gestos de traición, incluso de amenaza prepotente, con gestos de sumisión y —risum teneatis, amici–, de ostentosa lealtad.

Lamentablemente, los españoles de la Meseta, en su inmensa mayoría,  siguen sin saber ni imaginar de qué es capaz y de qué no es capaz un homenot   de la burguesía barcelonesa después de ser proclamado solemnemente «español del año».

Me permito recomendar a Javier Rupérez que vaya a ver a Enric Juliana, hombre de Pujol  y corresponsal de  La Vanguardia en los Madriles, capital de su país vecino y anfitrión.

Si lo hace, es posible que el tal Juliana le explique –por supuesto con ánimo de confundirle– la diferencia que hay entre «soberanía» e «independencia»   a los ojos de un separatista  ilustrado.

En cualquier caso, he aquí los principales hitos del proyecto —¿topants y trending topics?–   tal como yo los he visto en mis pesadillas:

–colonizar España y apoderarse de sus medios de comunicación;

–ocupar sus centros de poder y decisión, incluido el Ejército, pero sobre todo Hacienda, la caja.  Siempre la caja;

–desmembrar  y desnaturalizar España como entidad y unidad  nacional;

–poner la estructura del Estado, una vez desprovista de sus señas de identidad, al servicio de Cataluña.

Evidentemente, mientras tanto, el territorio y las instituciones de  Cataluña irán quedando  vedados a los españoles. Será de manera subrepticia y por vía de los  hechos consumados, especialidad de la casa. En lo básico ya lo están ahora.

Según ellos, los separatistas catalanes, todo es cuestión de tiempo e intriga. El control total y exclusivo de la Caja grande marcará el punto de inflexión y  no retorno.

El botín –una España sojuzgada, controlada  y dirigida por Cataluña– bien vale una traición con todas sus intrigas y conjuras.

¿Sabe ahora el señor Rupérez cuál es la diferencia entre soberanía e independencia?

 

 

Clan separatista en el seno de la RAE

A mi modo de ver y entender, José Manuel Blecua, Pere Gimferrer y Carme Riera forman, de momento,   el núcleo de un clan catalanoseparatista instalado en el seno de la RAE.

A corto plazo,  la misión de este clan consiste en atacar la base semántica de la lengua española a través de su nomenclatura literaria, histórica y geográfica.

A continuación, el clan, fortalecido con nuevas voces, pasará a atacar la esencia óntica de España y lo español.

Blecua, además de defender la inmersión en catalán impuesta con carácter obligatorio y excluyente en las escuelas de esta región española, medida a todas luces delictiva por atentar contra los derechos naturales y constitucionales de cuatro millones de ciudadanos, practica el sabotaje lingüístico desde su cargo de director de la RAE.

De él sabemos asimismo que escribe mal, tan mal que, en mi opinión, su manera de escribir lo inhabilita para el cargo que ocupa y mancilla por traidor.

De Carme Riera sabemos, por sus propias declaraciones, que es separatista confesa y  profesa.

De Gimferrer podemos decir que, falto  de una formación intelectual correcta, tiene un conocimiento deficiente de nuestra lengua y, sentimientos aparte, insuficiente para un miembro de la RAE.

En resumen, tres agentes de una  conjura empeñada en desnaturalizar/destruir la lengua que constituye la morada de nuestro ser y estar en este mundo.