La Cataluña del señor Albiac (ABC)
Leo con profunda tristeza lo que el bueno y bienintencionado de Gabriel Albiac escribe, con fecha del pasado 31 de octubre, en ABC, diario que fue de todos los españoles, sobre la actual situación política de Cataluña y en Cataluña. Quiero entender que, al hacerlo, compara y, oh horror, en cierto modo equipara la situación de nuestra comunidad autónoma con la creada por el Tercer Imperio (das Dritte Reich) en la Alemania de los años treinta del siglo XX.
De acuerdo con mi modo de entender y sentir los problemas de España, en la situación sociopolítica que, desde hace varias décadas, vivimos y, en gran medida, padecemos los ciudadanos de Cataluña, catalanes y no catalanes, hay muy poco de nacionalismo; tal vez una capa superior superficial y artificial, y, en cualquier caso, nunca lo bastante para hacer de ella no ya una nación sino ni siquiera una naciúncula.
Para vergüenza de todos, esta antigua región española –ayer comunidad autónoma, hoy suprautónoma, mañana, posiblemente, nación soberana e incluso independiente– ha pasado a ser feudo poco menos que exclusivo de una burguesía siempre oportunista y siempre desleal que copa con sus agentes todas o casi todas las instancias de poder y representación democrática.
Personalmente entiendo que una conjura como la perpetrada por la burguesía catalana en nuestra última etapa democrática tiene mucho de furtiva o sigilosa y muy poco de nacionalista, habida cuenta que el nacionalismo es esencialmente interclasista y, dentro de sus límites, integrador, cuando aquí más de cuatro millones de ciudadanos de un total de siete millones trescientos mil (algo así como el 60% de su población) posee derecho de voto pero no de representación directa, ya que ésta ha sido asumida a perpetuidad por las formaciones políticas controladas por la burguesía catalana de credo independentista y filoindependentista. .
En contrapartida, históricamente, el nacionalismo alemán, acaso como ningún otro, es ante todo y sobre todo militarista y es sabido que el militarismo ha sido siempre teatral y exhibicionista/narcisista, característica esta que nunca se podrá predicar ni de la burguesía catalana ni del régimen implantado por ella ni, mucho menos, de sus métodos (al menos hasta ahora).
De acuerdo con lo que veo y entiendo, aquí, señor Albiac, no hay ni nacionalismo ni, mucho menos, democracia; lo que hay es una dictadura burguesa con cierta apariencia democrática, pero con una nula o muy escasa representación de las capas inferiores de la sociedad de Cataluña; en concreto, de esas capas de la sociedad que piensan y hablan en español porque, a pesar de todos los programas de ingeniería social implantados por la Generalidad, incluida una ominosa y delictiva inmersión en lengua catalana, continúan sintiéndose españolas.
Personalmente considero que lo que procede, ante esta situación, es acercarse a esas capas de la sociedad de Cataluña y escuchar lo que dicen por boca de los representantes de sus asociaciones cívicas, que las hay y siguen activas. Esas capas constituyen claramente la mayoría social de Cataluña, una mayoría que, si no hubiera sido abandonada, traicionada y enajenada, a buen seguro que hoy Cataluña no tendría un gobierno separatista que reclama –¿democráticamente?– la independencia en nombre del pueblo catalán.
¿El pueblo catalán? No, la burguesía catalana.