Artículos de junio de 2016

Memoria

A Margarita

de un negro que lo fue

 

Va un carrito por la acera

y, a su paso, sin sorpasso,

va el negrito que lo lleva.

Un carrito con quincalla,

cartones y ropa vieja;

un negrito con su chándal,

zapatillas y visera.

Imagen del tercer mundo,

lucha por la subsistencia.

Y yo, que ya no soy negro,

recuerdo cuando lo era

y, al hacerlo, te imagino

sin que aún te conociera.

 

La justicia en España

En nuestras televisiones abundan los programas en los que se escenifican y se comentan casos de corrupción política. En general se trata de personas que ocupan cargos relevantes en la Administración  y son acusadas de malversación de caudales públicos.

Un delito tan antiguo como nuestra  historia.

Curiosamente, los denunciantes rara vez presentan pruebas documentales a la hora de formular y hacer públicas sus acusaciones, y, aún más curiosamente, los acusados  rara vez las exigen como condición primera y necesaria.

Entiendo que una acusación sin pruebas es, como mínimo, un acto de difamación.

Pero, por lo que he podido observar, eso es lo que ocurre en muchísimos casos.

Así, un proceso legal suele convertirse en un litigio sin fin o, lo que es peor,  en una de esas discusiones en la barra de un bar de que tanto gustan los españoles y que sólo termina cuando el tabernero baja la persiana.

Como dijo el recordado Jordi Pujol, «todo eso es bla-bla-bla».

En cualquier caso, para mí la justicia en España no es un cachondeo sino una vergüenza nacional.

¿Patriotismo o desintegración?

Durante bastante tiempo quise pensar ingenuamente que el patriotismo, en  cuanto sentimiento de pertenencia, actuaría como clave de bóveda y, tras superar todas las diferencias  ideológicas, uniría a los españoles de izquierdas y derechas en un proyecto colectivo y por colectivo nacional.

Eso es, al menos, lo que ocurre en sociedades con una conciencia nacional  sólida que se enfrentan a situaciones no iguales pero sí parecidas a la nuestra.

No ha sido así, y, ahora, el panorama presente y futuro de España me produce una tristeza difícil de soportar.

Palabra clave: traición.

Empecé a vislumbrarlo hace ya más de cuarenta años y en un principio me negué a aceptarlo como una fatalidad histórica.

En el tardofranquismo –década de los años sesenta del siglo XX– se planificó la aniquilación de España, aniquilación que empezaría con el Estado de las autonomías y, a través de un extraño  federalismo asimétrico, llevaría a su desaparición como realidad política, social e incluso histórica.

Según ese mismo plan, de ahí saldrá un  ruedo ibérico  balcánico que  será colonizado –de hecho, ya lo está siendo desde hace tiempo– por agentes del catalanismo reivindicativo que, a la postre,  asumirá el control interno de los diversos territorios y su representación exterior.

Está previsto que la Unión Europea  acepte gustosamente el cambio por entender que se trata de una cuestión interna (cambio de dirección política) y  una mejora para todos en términos de eficiencia e incluso de representatividad democrática.

Me cago en la madre que me parió.

¿Vuelta al bipartidismo y más allá?

A mi entender es posible, incluso probable, que, en España, la radicalización de la izquierda provoque un efecto rebote y tenga como consecuencia inmediata el reforzamiento de nuestra derecha tradicional.

Eso significaría en definitiva volver al bipartidismo histórico o, al menos, alumbrar  un bipartidismo de nuevo cuño pero claramente polarizado.en torno a una derecha con manifiesta vocación conservadora y una izquierda nacida de una amalgama ideológica y orientada a una sociedad caótica y anarquizante.

La historia –siempre diferente y siempre igual– se despliega en ciclos y se repite en ciclos.

Estamos de nuevo en los años treinta del siglo XX. La Segunda República es un rotundo fracaso para España y los españoles, y, por encima de todo, una lección que deberíamos tener presente en estos momentos en los que, de acuerdo con un buen número de indicios, volvemos a jugar con fuego.

O,  lo que viene a ser igual, volvemos a asomarnos al abismo.

Mi deseo ferviente como español es que la derecha se libere de su endémica corrupción y la izquierda adquiera un sentido de Estado que le permita acceder al poder con garantías de que no va a caer de nuevo en sus errores históricos: caos y deslealtad.

Entiendo que Mariano Rajoy, atenazado por sus complicidades, encarna un pasado que debemos superar limpiamente y Pablo Iglesias, falso socialdemócrata esclavo de su ambición, nos propone un futuro que ni merecemos ni nos conviene.

El patriotismo del emigrante

La historia universal y la experiencia personal me dicen que ha habido y hay varias formas de patriotismo.

Convencionalmente, un patriotismo de derechas y un patriotismo de izquierdas.

A decir verdad, no en todas las patrias.

En España, el patriotismo histórico de derechas es por definición militarista y clerical, mientras que el apatriotismo o antipatriotismo de izquierdas es, por esa misma definición, antimilitarista y anticlerical.

De acuerdo con mi modo de entender y  sentir, una de las desgracias de España es su carencia de un patriotismo de izquierdas equiparable al que existe, por ejemplo, en Francia, Inglaterra y países de  Hispanoamérica.

Por lo que sé, ese patriotismo se pone de manifiesto sobre todo en tiempos de guerra y/o como núcleo del grito de guerra.

Patria o muerte es su expresión más radical; como mínimo, su expresión más retóricamente radical.

En los dos países citados es un patriotismo de la sociedad civil en su conjunto; en Hispanoamérica es el patriotismo del Ejército y los militares.

Pero,  además de esas, existen otras formas de patriotismo.

Cito dos que en el fondo son una.

Históricamente, el patriotismo del exiliado y, en tiempos recientes, el patriotismo del emigrante; en ambos casos, un patriotismo hecho esencialmente de nostalgia o añoranza.

Nostalgia o añoranza que, en ocasiones, no se cura nunca. La patria del emigrante  sólo existe en su imaginación, máxime si el emigrante lo es de por vida. Otro tanto cabe decir del exiliado que vive y muere lejos de sus lares.

En cualquier caso, el corazón sigue empeñado en convencerme de que ese patriota, emigrante o exiliado, no tiene ideología. La patria es todo y sólo la patria.

Pura ensoñación.

Gobierno de drones

Parece ser que, según he leído en un papel virtual, muy pronto nos van a regalar un Gobierno de drones, él y ellos teledirigidos.

Personalmente lo tengo por lo más probable y, en cierto modo, por lo menos malo para todos, españoles, no españoles y antiespañoles.

Con un Pablo Iglesias en fase mutante, de la radicalidad bolchevique a la indefinición socialdemócrata, un Pedro Sánchez en fase menguante, condenado a muerte civil por la baronesa y los barones de su partido,  y un Albert Rivera ayer joven esperanza blanca y hoy acólito y subalterno del futuro o la futura líder de nuestros conservadores, entiendo que Mariano Rajoy ha recibido orden y autorización de formar gobierno.

Lo suyo es –o, al menos, yo así lo veo– un trabajo por encargo.

¿Anticipo de la visita presidencial?

Para mí, el futuro de España empieza en Rota un día después.

¿Que qué me pareció la última escenificación televisiva?

Un combate de Pressing Catch  a cuatro.

De Albert Rivera a Paul Preston pasando por García Albiol

Recientemente, Albert Rivera ha hecho unas declaraciones que, de ser ciertas, en mi opinión constituyen una clara injerencia en los asuntos de un partido que no es precisamente el suyo.

Hablo en concreto de  su veto a Mariano Rajoy, Soraya de Santamaría y Dolores de Cospedal.

Considero que en este caso la medicina podría consistir en aplicarle el  mismo tratamiento a él y a su partido.

O sea, que el máximo dirigente del PP vetara a todos aquellos que militan en Ciudadanos y no son de su agrado.

Personalmente me conformaría con que de ese modo quedaran al  descubierto algunos de los muchos ciudadanos criptoseparatistas que viven bajo el amparo de Albert Rivera en espera de su hora.

A medio plazo, el objetivo es que el destino de España sea decidido por separatistas catalanes: uno en Madrid y otro en Barcelona.

El trabajo del ciudadano Rivera consistiría en preparar el terreno.

Por eso, precisamente por eso,  yo sólo estoy dispuesto a dejarme convencer por un catalán con el alma de Xavier García Albiol, conocido en este reducto como el Gigante de Badalona.

Y, aunque considero que Paul Preston afina en sus últimas consideraciones sobre España y los españoles, disiento levemente en su diagnóstico sobre nuestros males históricamente capitales: corrupción, ineficiencia de los políticos y violencia social.

Sí, esos males existen y son constantes y graves, pero, a mi modo de entender y sentir, hay uno infinitamente peor:

Nuestro instinto cainita y autodestructor.

Como para Ángel Ganivet, para mí ser español es un destino trágico.

De filtraciones y topos

La filtración y la posterior difusión de una conversación mantenida por Jorge Fernández  Díaz, ministro de Interior, y Daniel de Alfonso, director de la Oficina Antifraude de Cataluña, ponen de manifiesto, entre otras muchas cosas, la precariedad tanto de la seguridad nacional como de nuestra democracia.

Cabe imaginar que la grabación de esa y otras conversaciones ha sido efectuada por alguien que, además de poseer suficientes conocimientos en sistemas informáticos, puede acceder de manera regular al despacho del ministro y su entorno sin despertar sospechas.

Por lo tanto, podemos y acaso debemos pensar que el topo o topos  y sus colaboradores no sólo están en la casa sino incluso que son de la casa.

Eso para empezar.

A partir de ahí podemos preguntarnos, por ejemplo, por qué los que exigen directamente la dimisión del ministro de Interior y del director de la Oficina Antifraude de Cataluña no empiezan por pedir explicaciones al ministerio y no solicitan información para tener una visión lo más completa posible de lo ocurrido y, sobre esa base, emprender las acciones legales pertinentes.

Aquí no hay ni acusación formal ni proceso legal; aquí hay  condena tout court  o, si se prefiere, linchamiento político a cargo de nuestros demócratas.

Se piden dimisiones, que es lo que se busca; todo lo demás huelga.

Personalmente considero que es momento de que callen los políticos y hablen los ciudadanos.

El voto es su palabra; una vez depositada en la urna esa palabra es la que cuenta.

Los topos y sus jefes lo saben.

Brexit

Cabe imaginar que el Brexit hará correr caudalosos ríos de tinta; ¿alguno de sangre? En cualquier caso considero que para nosotros, los españoles, es momento de esperar a ver.

Wait and see.

Personalmente me inclino a pensar que el Reino Unido se apresurará a firmar un acuerdo bilateral y, en parte, secreto con la Unión Europea (léase Alemania).

De ese modo, el Reino Unido estará al mismo tiempo dentro y fuera de la UE.

¿Les suena la música?  Si quieren se la tarareo  en catalán.

Siguiendo con ese supuesto podemos suponer igualmente que el Reino Unido pondrá (¿impondrá?) las condiciones fundamentales de ese acuerdo y Alemania las aceptará de buen grado no sólo porque se siente más fuerte sino también y sobre todo porque considera que ese es el camino, acaso el único, para conseguir lo que quiere.

Gran Bretaña no está hoy en condiciones de  enfrentarse abiertamente a Alemania en su Cuarto Reich (Reich económico-industrial) pero tampoco está dispuesta a dejarse fagocitar.

Prefiere seguir siendo una isla con sus puertos de entrada salida controlados total y exclusivamente por súbditos de  su Graciosa Majestad (Her Most Gracious Highness).

La decisión de los británicos y la nueva situación de su país me inspiran asimismo estas consideraciones.

— El Brexit es un atentado suicida.

— Los británicos deciden que su país vuelva a ser una isla para que siga siendo una isla.

— Alemania pierde por segunda vez la batalla de Inglaterra.

— Una vez más, Gran Bretaña se aleja del Continente y se acerca a Estados Unidos en busca de protección.

— Alemania se impone a Francia y pone en fuga a Gran Bretaña.

— Alemania aumenta en valor relativo (en el marco de Europa) y baja en valor absoluto (en el contexto mundial).

— Alemania, potencia continental por derecho de conquista, sigue despertando el recelo (¡y el miedo!) de sus vencedores históricos.

— ¿Habrá  nuevamente una Gran Alemania (Grossdeutschland)?

— La extrema debilidad política y económica de España me lleva a pensar que, como en 1936,  su destino será decidido por otros países; entre ellos, una vez más, Alemania.

— Después de la balcanización política y económica de Yugoslavia, promovida, entre otros países,  por Alemania,  cabe pensar en la próxima balcanización total de España, promovida igualmente, entre otros países, por Alemania.

Primer concepto estratégico clave: a la supervivencia por la expansión política y económica.

Segundo concepto estratégico clave: a la extinción por la división política y económica.

Elecciones

Voté y voté PP. Voto patriótico y voto de derechas frente al cambio a peor: incertidumbre, caos, deslealtad.

Última edición de la alianza histórica de una izquierda retóricamente radical con el separatismo catalán, ayer burgués y hoy, además,  rufianesco.

Esa es la apariencia. La guerra sucia continúa. Y, sobre todo, la intriga, esencia y existencia de nuestros queridos separatistas.

La intriga permanente como elemento y alimento.

Mientras tanto el PSOE de nuestros mayores sigue sin encontrar su sitio. Ni en lo ideológico ni en lo político ni en lo social.

Título de este capítulo de nuestra historia: Un partido otrora obrero y español. en busca de su perdida identidad.

Felipe González, máxima autoridad moral de ese partido y de toda la izquierda, no ha dado la talla.

Ante todo en lo intelectual. Algún atisbo patriótico. Esporádico. Insuficiente.

El ciudadano catalán –cada vez más Albert y menos Rivera– empieza a dar cumplida cuenta tanto de lo que es como de lo que no es. Enredado en su propia madeja, no parece lógico que salga con vida del embrollo ideológico y político que ha montado con su obsesión de jugar a dos bandas, a tres bandas, a todas las bandas que es fan i es desfan. 

El podemita Iglesias, a lo suyo. Del caos mental al caos ideológico; del caos ideológico al caos político.

Con la Europa de los alemanes no se juega. Pero, si quieres, aprende: el saber es perjudicial para los tontos.

La combinación de ignorancia y ambición es una fórmula poco afortunada.

A mi entender, no se trata de cambiar la sociedad como decía Marx y dicen ahora los pseudomarxistas de Podemos; en rigor se trata de mejorarla o, en mi lenguaje, de desempeorarla; hacer que cada día que pasa sea menos mala (no mejor, algo óntica y semánticamente imposible a partir de una sociedad mala por injusta).

Resumen: a la justicia por la eliminación progresiva y metódica de todas y cada una de las injusticias.

¿Es ese el cambio de los podemitas? Pues creo que lo explican mal. En cualquier caso, eso ya está inventado.

Yo me quedo con el PP de Montoro, a quien tengo por un contable entregado y eficiente.

Creo que estos momentos es, a todas luces, lo menos malo para España.

¿Y la corrupción de los herederos de Fraga?

Espero que más pronto que tarde venga Paco con la rebaja.

Santamaría, ora pro nobis.