Primera consideración
Considero que para entender el comportamiento de los separatistas catalanes es necesario estar previamente en condiciones de reproducir sus procesos mentales, algo que, en mi opinión, le está vedado a la inmensa mayoría de los españoles, incluidos muchos de sus dirigentes políticos. Pienso concretamente y a título de ejemplo en Felipe González, Pedro Sánchez y Susana Díaz, por un lado, y en José María Aznar, Mariano Rajoy y Luis de Guindos, por otro. ¿Acaso alguno de los mencionados es capaz de reproducir los procesos mentales de un Puigdemont, un Iceta y una Colau, aunque sea sólo en modo simulación?
Segunda consideración
Considero que a finales de los años setenta del siglo XX, apenas iniciada la Transición, los separatistas pusieron en marcha un plan elaborado durante décadas, en pleno franquismo, y se apresuraron a copar, una tras otra, todas las instancias de poder y representación democrática de Cataluña por vía de los hechos consumados, ora con sigilo, ora con descaro, siempre con desprecio de la Ley.
Hoy Cataluña es una dictadura aparentemente consolidada de estirpe burguesa, con una comunidad minoritaria y opresora de tendencia rupturista y lengua catalana, y una comunidad mayoritaria y oprimida de sentimiento español y lengua española, nunca reconocida por las instancias separatistas.
De acuerdo con todo ello considero que las instituciones catalanas en su totalidad son ilegítimas y antidemocráticas en su origen y en su funcionamiento, habida cuenta de que uno y otro se asientan sobre la marginación programada de más de la mitad de los ciudadanos de Cataluña y la eliminación de su lengua en el ámbito público bajo jurisdicción de la Generalidad y su extensa zona de influencia.
Tercera consideración
Considero que los separatistas catalanes tienen un plan para destruir España y llevan más de cincuenta años trabajando en él, mientras que España no tiene un plan para acabar con el separatismo, habida cuenta de que, de momento, el Gobierno no parece ser del todo consciente de la gravedad de la situación ni estar decidido a adoptar las medidas que exige la defensa de los intereses de la sociedad española en su conjunto, al margen de adscripciones ideológicas y etiquetas políticas.
Cuarta consideración
Considero que los separatistas quieren una Cataluña independiente, en ocasiones fuera y en ocasiones dentro de España según convenga, pero siempre por encima de España, una España que ellos quieren ver desnaturalizada y reducida a un conglomerado de territorios sin estructuras ni instituciones de Estado.
Quinta consideración
Considero que, a partir de una situación inicial de inferioridad, núcleo germinal del victimismo histórico de los separatistas catalanes, éstos han tomado claramente la iniciativa en sus “relaciones” con el Gobierno español y ahora le sorprenden a diario con andanadas de propuestas trampa que éste no acierta a contestar de manera adecuada en tiempo real y mucho menos a abortar por vía preventiva y disuasoria.
Alegato
Considero que, en uso de mis derechos y obligaciones como ciudadano español, puedo y debo exigir del Gobierno de España la adopción de medidas que garanticen la plena vigencia de la Constitución de 1978 en todo su territorio y el libre ejercicio, por parte de sus ciudadanos, de los derechos democráticos, hoy vulnerados de manera absolutamente ilícita y dolosa en comunidades autónomas como Cataluña, entre ellos el derecho a aprender y a usar con total libertad la lengua común de todos los españoles.
Hablo de derechos democráticos y respeto de la Constitución vigente en un Estado de Derecho y sostengo que, en mi opinión, no es lícito invocar el derecho a decidir desde la ilegalidad.
En el caso de Cataluña vemos que los separatistas aprueban la Constitución, la incumplen sistemática y deliberadamente desde un principio y, acto seguido, invocan el derecho a decidir desde la ilegalidad que nace de ese incumplimiento.
¿Qué delitos hay en ese comportamiento, además de los de prevaricación y fraude de ley?
Estamos ante la enésima versión/edición de la envolvente catalana.