Considero que una de las etapas decisivas de la envolvente catalana, ya sin posible vuelta atrás, se iniciará oficialmente cuando nos coloquen a un catalán al frente del Gobierno de España.
Tal como está el panorama y tal como va la cosa, podemos augurar que no falta mucho para la escenificación oficial de ese acontecimiento histórico.
Entonces tendremos una Cataluña convertida en república independiente y, como es lógico, gobernada por un radical, pero, de momento, a la vez fuera y dentro del estado plurinacional creado con premura ad hoc, y una España residual y menguante gobernada asimismo por un catalán como cabeza visible de un partido totalitario, progresivamente catalanista y monocatalanizador.
A mi entender, Albert Rivera podría ser muy bien el catalán que los futurólogos del catalanismo tienen desde hace tiempo en cartera para dar ese paso que será muchísimo más que un paso y comparecer en televisión como jefe del Gobierno de España.
Todo lo que el muchacho necesita son unas cuantas instrucciones, amén de unos pequeñoss ajustes, para que empiece a dejar ver poco a poco, de mica en mica, el catalán que siempre ha llevado dentro.
Es más que probable que en su momento le acompañe -como aliado, sparring o rival ficticio- el franco-catalán Manuel Valls, aunque sólo sea para conferir visos de autenticidad democrática a tamaña pantomima política.
En resumen, juego entre catalanes en un Madrid periclitado de zarzuela y juego de catalanes entre el Madrid cortesano y la Barcelona erigida en capital de la nueva república independiente, hechura y aliada de Israel.
¿Fin de un irredentismo y fin de una historia?
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Sin categoría escrito por el 30 de octubre de 2018 y
sin comentarios de momento.