Entiendo que la epístola que Francesc de Carreras dirigió a Albert Rivera con fecha del 14 de junio de 2019, publicada días después en el diario El País, es en el fondo un apercibimiento, más autoritario que autorizado, de un tutor a su pupilo.
Albert, no te comportes como un adolescente caprichoso y piensa en los intereses generales de España. Te conozco y te quiero.
Entiendo que el prestigioso jurista Francesc de Carreras ha tenido mucho tiempo y muchas ocasiones para pensar y actuar en defensa de los intereses generales de España. Por ejemplo, denunciando la dictadura encubierta implantada en Cataluña por la burguesía condal, la misma a la que él pertenecía y pertenece, hace ya décadas y ahora en fase de consolidación inapelable e irreversible.
Como muy bien debe saber y sabe el señor De Carreras, esa dictadura encubierta y real estuvo precedida por la usurpación, a todas luces ilegítima e ilegal, de las instancias de decisión y representación de la comunidad autónoma de Cataluña por parte de las fuerzas separatistas integradas/organizadas en un frente nacional unitario ya antes de que se celebraran las primeras elecciones democráticas en España.
Entiendo igualmente que el señor De Carreras lo sabe, como sabe que, por lo tanto, todas las instituciones autonómicas de Cataluña son, en razón de su origen, ilegítimas e ilegales (conjura con fraudes de ley en cadena).
Aunque se oculte obstinadamente, el señor De Carreras sabe sin duda que en Cataluña hay dos comunidades lingüísticas: una comunidad minoritaria y opresora de lengua catalana y una comunidad mayoritaria y oprimida de lengua española.
Por último, imagino que el señor De Carreras, con manifiesta vocación de pedagogo, ha oído hablar de la inmersión obligatoria y excluyente en catalán que se lleva a cabo en todas las escuelas de esta comunidad autónoma por mandato de la Generalidad y sabe sobradamente que esa medida y su práctica sistemática y programada atentan gravísimamente contra los derechos fundamentales del ser humano.
Señor De Carreras, pienso que si se ve usted con ánimos podría escribir una misiva al jefe del Gobierno español, con copia al presidente de la Generalidad, denunciando la situación política y social que existe hoy en Cataluña, situación que se ha venido fraguando durante décadas.
Ahí podría poner usted de manifiesto sus conocimientos jurídicos y prestaría un servicio de transcendencia histórica a España y, muy especialmente, a los españoles de esta comunidad autónoma.