The Fall: otoño como Stimmung

 

Con Margarita

 

Naturaleza muerta,

quincalla modernista,

jardín sin perfume ni encanto.

 

El sol no abruma,

la lluvia no refresca,

los pájaros, ocultos en la fronda,

se buscan, se reclaman.

 

Miradas desvaídas,

pasos lentos,

seres que se arrastran

y seres casi ingrávidos.

 

Tal vez estén en el  penúltimo recodo del camino,

tal vez  no les quede  más retorno que el eterno retorno.

 

Y yo, que ni vivo ni muero

porque ya no estoy vivo y aún no estoy muerto,

te pregunto con una voz que es sólo mi aliento:

¿Qué sueñas cuando  sueñas conmigo,

qué ves cuando ves con mis ojos?

 

Caldas de Montbui, agosto de 2013

 

Rajoy o la indignidad como razón de Estado

Considero que Mariano Rajoy, nuestro actual jefe de Gobierno, ha mentido ante los españoles, los no españoles y los antiespañoles. Razón de Estado. El fraude denunciado por el subalterno infiel  es tan clamoroso y de tan grandes proporciones que no se podía pensar en una alternativa viable o practicable .

Rajoy tenía que mentir y ha mentido.

Los miembros de su partido le han aplaudido; en general, los voceros de los demás partidos le han criticado con la boca pequeña y, a mi modo de ver, le han perdonado la vida sencillamente para que él se la perdone a ellos, para que siga vigente la «omertà», la política como «modus vivendi» (en mi pueblo, históricamente pueblo de curas y frailes,  se dice más bien «modus manducandi»).

En España, la  democracia ha muerto. El simulacro de democracia se ha venido abajo.

Imagino que ahora la palabra la tienen,  por este orden, Frau Merkel, «Kanzlerin de la Europa alemana, la prensa extranjera y, por último, la opinión pública española.

¿Y qué pasa entonces con el pueblo español y su soberanía?

Santamaría, ora pro nobis!

 

PP: ¿dimisión, dimisiones?

Tal como están ahora mismo  las cosas, no tendría nada de extraño que mañana, 18 de julio de 2013, los españoles nos desayunáramos con la dimisión de Rajoy. Menos probable es, aunque no imposible,  que dimita todo el Gobierno uno de estos días. Si así fuera, considero que se debería respetar el equipo de economía y Asuntos Exteriores, junto con Soraya de Santamaría.

Entiendo que todo eso y mucho más dependerá del sesgo que tomen las denuncias del extesorero del PP y las reacciones/presiones dentro y fuera del partido.

Después de treinta y cinco  años de falsa democracia, España está en el límite. . Yo apostaría por una regeneración nacional, pero considero que esta debería venir de la sociedad civil, y, lamentablemente, la sociedad civil española acusa los mismos vicios de la clase política: corrupción, falta de conciencia patriótica y visión de Estado.

 

El PP, salvado por exceso de corrupción

A mi entender, el PP probablemente se salvará. En ese supuesto será  por un exceso de corrupción. España no puede hacer frente a  tanta inmundicia.

De todos modos, entiendo que los defensores/valedores de Bárcenas deberían presentar el documento completo. Supongo que se trata  de un cuaderno de contabilidad con encabezamiento, fechas de inicio y conclusión y, naturalmente, páginas numeradas consecutivamente  de 1 a ¿…? con  asientos en orden cronológico y nombre completo y legible del responsable.

Entiendo que, si no se presenta el documento completo, el PP puede y debe rechazarlo como no auténtico, pero imagino que, dado ese supuesto, no lo va a hacer, pues tiene bastante con lo que le  han puesto delante de los ojos.

Nota

Me malicio que a Bárcenas le va a costar mucho (dinero y no dinero) encontrar abogado defensor y que, si lo encuentra, éste va a trabajar a favor del PP y en contra de su cliente. Y no me refiero al Vidente de la ONCE.

Es la hora de los traidores.

Sabadell: muerte civil

Me pregunto qué buscan en esta página virtual los separatistas de Sabadell. Después de mantenerme treinta años i la torna en situación de muerte civil, parece que lo humanamente lógico en una situación como esta es limitarse a esperar. Así, con el tiempo me habrán matado sin ponerme un dedo encima. Sólo el ojo. Para mí un separatista es alguien que cada día sale de su tumba y comprueba si he muerto. Naturalmente por causas naturales.

Para eso sirve la muerte civil. Y, claro está, la falsa buena conciencia.

En mi caso la pregunta es: ¿puede o debe alguien que se halla en situación de muerte civil sublevarse y tratar de  matar a su verdugo? Y la respuesta es: sí, pero,  si lo hace,  lo más probable es que se diga y se entienda que el interfecto ha actuado en ilegítima defensa.

Continuaré haciéndome el muerto para seguir con vida.

De momento.

José Bretón, ¿filicida doble por accidente?

Me inclino a pensar que José Bretón decidió dormir a sus hijos, pero, lamentablemente, sus hijos no despertaron.

Ese pudo ser el desenlace –imprevisto pero no fortuito– del plan urdido por un ser humano que, atenazado por una grave y peligrosa patología mental, no respetó el principio de realidad.

 

Burguesía catalana: desfalco, quiebra y prisión

A mi entender, el separatismo catalán es esencial e incluso íntegramente burgués entre otras razones porque los pretendidos intelectuales de izquierdas, junto con el clero, se colocaron a la derecha de la burguesía mercantil de cuño tradicional,  después de entregar a esta el poder político –poder absoluto–  de acuerdo con un pacto inicial.

Ya entonces se predicaba y se enseñaba que  esa burguesía era la que más podía hacer por el país.

En definitiva, nos encontramos –siempre a mi entender– ante un proyecto burgués para burgueses, habida cuenta que todos sus impulsores y valedores han sido y son funcionarios (beneficiarios) de la Generalidad y su inmensa red de entidades económicas de recaudación y distribución o reparto, cualesquiera que sean el nombre y la apariencia que adopten oficialmente.

No parece probable que la corrupción vaya a acabar con el separatismo catalán, pero confío que sus responsables más conspicuos terminen en la cárcel, después de que tanto ellos como sus subalternos hayan devuelto a España y los españoles lo que han robado a lo largo de treinta y cinco años de falsa democracia y falsa autonomía.

Lo dicho: desfalco, quiebra y prisión.

Del PSC a CIU: dos fraudes que son uno y el mismo

Considero que de la misma manera que el sector maragalliano del PSC se ha dedicado durante décadas a vender al PSOE y/o al Gobierno de España el voto de los charnegos –voto español– como voto separatista, el sector más rancio y burgués del catalanismo separatista, instalado en la Generalidad y su red de instituciones, ha estado vendiendo hasta ayer mismo a ese mismo Gobierno y a toda la opinión pública el trabajo de los españoles radicados en Cataluña como trabajo catalán y, según ellos, catalanista y separatista, cuando los hechos nos demuestran que esa burguesía se ha dedicado ante todo y sobre todo a intrigar y robar, siempre dentro de una línea rabiosamente desleal e insolidaria con España y de manera especial con esos  españoles a los que explota, traiciona y oprime.

Lo dicho: dos fraudes que son uno y el mismo.

España: el peor de los casos posibles

Considero que el  Estado español debió controlar desde el primer momento el gasto de todos y cada uno de los entes autonómicos y, sobre todo, el destino real y siempre detallado de ese gasto.

Es evidente que nunca lo ha hecho y es asimismo evidente que, además, ha venido promoviendo monstruosidades como el empobrecimiento de España y los españoles en beneficio del separatismo y los separatistas, separatistas  que ya ahora lo atenazan y obligan al Gobierno de España y a los españoles a aceptar, por las buenas o por las malas, sus condiciones.

No es menos  evidente que, si seguimos por esa senda, las cosas irán  a más y a peor.

¿Alguien puede decirme cuál es  en ese supuesto el peor de los casos posibles?

 

Cataluña: oligarquía burguesa, no nacionalismo

De acuerdo con mi modo de entender y sentir las cosas de España y sus regiones, lo que tenemos hoy en Cataluña para sufrimiento de muchos y beneficio de pocos no es un movimiento nacional o nacionalista, sino una oligarquía burguesa que encarna y perpetúa la estirpe de las trescientas familias alumbrada por la Revolución industrial, antes y después social, en el siglo XIX, cuyos intereses ha sabido mantener, ampliar y actualizar mediante una praxis y una ideología al hoc.

Entiendo que el nacionalismo es esencialmente un fenómeno social interclasista y como tal,  dentro de sus límites,   integrador, habida cuenta que, por lo que sé, responde básicamente a un doble movimiento vertical, de abajo arriba y de arriba abajo, mientras que las oligarquías burguesas son por definición fenómenos de parasitismo social en cuanto que, en cada caso concreto, sus miembros forman la clase dominante y conforman la ideología dominante que les sirve de base de sustentación económica, sociopolítica e incluso ética (antes también religiosa).

En la práctica, las oligarquías burguesas se manifiestan inicialmente como islas flotantes que, situadas en un estrato sociopolítico superior, describen una trayectoria circular, necesariamente centrípeta y, merced a sus  mecanismos de poliendogamia, tienden a perpetuarse en sí mismas, para sí mismas.

Y aunque tanto el nacionalismo como la oligarquía burguesa invocan el nombre del pueblo y reclaman su voz y su representación en momentos solemnes, considero que son conceptos y realidades sociopolíticas a todas luces diferentes, puesto que, mientras el nacionalismo posee y exhibe un proyecto socialmente integrador articulado  en torno a un eje vertical de matriz histórica, la oligarquía burguesa divide a la sociedad en estratos o clases y, aferrada a su autoconsciencia de clase/casta superior, se mueve en un plano igualmente superior, siempre minoritario y elitista o, lo que viene a ser igual, siempre vedado a la masa popular.

Y, entonces, ¿por qué la oligarquía burguesa de Cataluña se ha empeñado y se empeña constantemente en disfrazarse de nacionalista?

Por la sencilla razón de que –siempre en mi opinión– el nacionalismo auténtico es en su origen popular y por eso mismo  legítimo y la oligarquía burguesa es en esencia parasitaria y, por parasitaria, ilegítima.

En definitiva, parece lícito afirmar que, trampantojos y añagazas aparte, toda realidad viva e inteligente, incluida la humana, empieza y termina con la economía.