España: crisis, autonomías, empobreciminento, desintegración

El Insomne entiende que hoy, con su régimen autonómico,  España se extiende desde una dehesa inmensa, ajena al tiempo,  con cuatro alquerías —terminus a quo— hasta una naciúncula con pretensiones de nación y Estado soberano —terminrus ad quem–, que tira de ella  para sumirla en el abismo de la desintegración.

¿Escenario? El llamado Estado de las Autonomías.

Si Marx afirmó que la lucha de clases es el motor de la historia, el Insomne no duda en afirmar ahora,  acaso con más razón que el judío de Trier (Tréveris), que el Estado de las Autonomías es el motor de la desintegración-destrucción de España.

Desintegración-destrucción  que, como no puede  ser por menos, pasa por el empobrecimiento de toda la sociedad civil y muy concretamente de la clase trabajadora.

Pregunta a los cuatro vientos:  ¿se atreverán ciudadanos y trabajadores a exigir  al Gobierno de la nación las medidas pertinentes y necesarias para hacer frente  a la crisis?

Los tres objetivos de los separatistas catalanes

En opinión del Insomne, los separatistas catalanes persiguen tres objetivos fundamentales:

1) La soberanía-independencia de Cataluña dirigida por ellos y financiada por España.

2) La desintegración-destruccón de España dirigida por ellos y consumada por los españoles.

3) La colonización-catalanización de España dirigida por ellos e implantada por ellos.

Preguntas a los cuatro vientos:

1) ¿En qué fase de ese proyecto se encuentran ahora los separatistas catalanes?

2) ¿Conseguirán los separatistas catalanes sus tres objetivos utilizando como única arma su política de la Puta i la Ramoneta o, lo que es igual, sin disparar un solo tiro?

Republicanos españoles: eternos perdedores

Un reportaje televisivo,  a mi entender más que aceptable, pone delante de nuestros ojos la tragedia de los republicanos españoles.

Luchan en España, donde son derrotados. Huyen a Francia, donde siguen luchando y al final triunfan. Pero el triunfo no será para ellos. El triunfo será para los que, hasta ayer mismo, vitoreaban a los invasores.

Esos republicanos son  perdedores de por vida.  Sigan en Francia o, muerto Franco, regresen  a España.

La película de siempre, la historia de siempre.

Si  a los ojos de  Friedrich Nietzsche «los héroes han nacido para ser libres», a los míos «los héroes han nacido para morir como delincuentes y para que, en su nombre,  otros vivan, medren y sean libres».

Aprender-desaprender (lernen-entlernen)

El Insomne se crió en nuestra doble posguerra. La que va del 39 a la década de los cincuenta.

Siglo XX. El siglo de las tres guerras mundiales: dos calientes y una fría.

Aprendió a leer y escribir con diez años. Milagrosamente. Con cuarenta, ya cumplidos,  acudió a una universidad  en busca de homologación.

La homologación que proporciona un título oficial y la homologación que uno se procura frecuentando el siempre idealizado mundo académico.

Sociedad, socialización, socialismo.

La universidad que el Insomne conoció estaba dominada en lo fenoménico o aparencial por el espíritu del mayo francés. ¿Fantasma  marxiano? No, anarquía  y socialismo de vaudeville. En las aulas, Gramsci, mucho Gramsci.  En el campus o, mejor,  en la cafetería, guerreras y gorras del Che.

Entonces escribió:

Che Guevara, Che Guevara,

tú, ladrón de libertades,

¿quién te ha muerto, pusilánime?

A decir verdad, el Insomne tuvo algún profesor con auctoritas, intelectual y éticamente digno de respeto.  También  profesores que eran auténticos farsantes al servicio de la ideología dominante. Lo de siempre.  Un botón: «¿Qué queréis hoy,  clase o asamblea?

Como para aprender lo que aprendió en cinco años le habría bastado, a lo sumo, con tres meses de estudio, se pasó la mayor parte del tiempo, con sus horas lectivas, desaprendiendo.

Curiosamente, mientras desaprendía, descubrió el alcance, también el valor social –valor de cambio–, de los conocimientos acumulados hasta entonces como  autodidacta y alquimista.

Él,   autodidacta, alquimista y, por lo tanto, outsider en aras de la supervivencia, tenía ahora un título académico.

Entonces le habría gustado hacer el doctorado, por ejemplo, con una tesis sobre el paradigma matemático-lingüístico de Wittgenstein, pero no lo hizo. El ambiente se lo desaconsejó.

Tal vez por eso sigue aún vivo, aunque sea como recluso.

Está visto que un búnker con fábrica de cartón piedra puede ser, además de refugio y amagatall, biblioteca y cocina de alquimista. Incluso atalaya y observatorio.

Y ahí, siempre aprendiendo y desaprendiendo,  el Insomne se dedica ahora a leer y estudiar la narrativa hispanoamericana que va de García Márquez a Roberto Bolaño, narrativa que, de acuerdo con su modo de leer y asimilar  lo leído, tiene en Cortázar su valor más sólido.

Esa narrativa, deudora en lo literario y, parcialmente, en lo humano del Faulkner que muestra y describe la vida y los sentimientos de las gentes del deep South estadounidense, emana por vía natural e inmediata de una sociedad  sumida   –¿providencial o fatalmente?– en una economía de subsistencia.

Sociedad primaria, lengua y literatura primarias. Estamos en Hispanoamérica.

El Insomne entiende que, salvadas distancias de espacio-tiempo y escala, esa narrativa se corresponde con la novela europea del largo siglo XIX, tan largo que arranca de la Revolución francesa y fenece en vísperas de la Gran Guerra; la novela social de Francia (Balzac), Inglaterra (Dickens), Alemania (Hauptmann), Rusia (Dostoievski) y, con el retraso y las carencias de rigor, España (Galdós).

Pero mientras en Europa tal manera de narrar se inscribe en una sociedad aguijoneada por movimientos populares de cuño socialista e inspiración ilustrada, en Hispanoamércia la narrativa va a brotar  y florecer en un contexto social que, por degradado, reclamará, como puntas de lanza, el comunismo de inspiración castrista y la teología de la liberación practicada y predicada por cuatro curas guerrilleros e indigenistas.

Liberación o, al menos, rebelión contra lo que un Nietzsche lúcido, no delirante, llamó moral de esclavos.

Lo dicho.  España también tuvo su novela social. Floreció entre la segunda mitad del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, pero en su caso la conciencia crítica encarnó en un grupúsculo intelectual, no religioso, no social, sólo en parte político, de cuño esencialmente patriótico.  Generación del 98, patriotismo doliente en la  vibración de  Ganivet y  Unamuno.

Hispanoamérica.  Economía de subsistencia, lengua y literatura de subsistencia.

Y, una vez más, España como puente.

El Insomne aprende y desaprende recorriendo por última vez, en doble viaje de ida y vuelta, el camino que va de una cultura europea, relativamente ilustrada, a una cultura apegada a la  subsistencia en la que  toda obra humana, incluida la palabra escrita, posee  el calor y el encanto de lo primario.  Para él es como aprender a hablar de nuevo  y hablar otra vez  en la lengua de los niños.

Afortunadamente, Picasso ya le había enseñado cómo hay que pintar para pintar como un niño.

¿O fue tal vez Miró, el grafitero con imaginación y dedos de nen petit?

Blacky, criatura con alma

Cuando Blacky nos dejó y fue a esperarnos al otro lado de la muerte, en casa lloramos todos: Margarita la mestressa, Ana la doncella,  Miguel el informático, Ramón el recluso.

En el ascensor, Blacky  nos regaló su última mirada, luego danzó una vez más sobre la acera y, sin que nadie sepa cómo,    se puso a navegar  en el aire, frente a la casa misteriosa, hasta que sólo quedó de él una estela, la estela de un ser  con una  existencia hecha de fidelidad y agradecimiento.

Espiritualización se llama eso.

Blacky fue una criatura agradecida, y para nosotros sigue siéndolo. Formó y forma  parte del clan familiar.

Por eso Margarita continúa  llamándolo por su nombre y hablando con él a diario, mientras que el recluso, más fantasma que materia grasa, pasea con él  cada atardecer siguiendo el arc-en-ciel que une el búnker de pladur y el muro palimpsesto con la Barceloneta, puerto del mar de la Sargantana. 

Paseos virtuales con figuras invisibles por diáfanas.

Como las almas.

Utopías

El Insomne considera que la utopía de las utopías consiste en creer que el ser humano está llamado inexorablemente a crear una sociedad regida por la racionalidad.

Pero una sociedad regida por la racionalidad  exige necesariamente un ser humano racional o, lo que para el Insomne en este caso es igual, un ser no impulsado por el grosero egoísmo que  ahora alienta en  el instinto de supervivencia de todos y cada uno de  los seres vivos.

En definitiva,  el Insomne  quiere creer que el egoísmo desaparecerá y  la racionalidad  se impondrá definitivamente cuando los seres vivos sólo   piensen, no actúen.

¿Fin de la alienación y la contingencia?

Don Jordi, español por un año

Para Enric Juliana,   espía de pluma serpentina

Días pasados, don Jordi, informado por vía secretísima de que el Tribunal Constitucional había recibido la  orden tajante de pulverizar  el Estatut,   voló  furtivamente   a los Madriles, capital del país vecino, patria que siempre fue  de los malparits españoles.

El homenot se despidió de su esposa  y con la cabeza gacha y  lágrimas en los ojos  le pidió que cuidara de la cigronada.

La Marta asintió pero casi en el mismo instante  le reconvino: I tu,  molta cura amb  els madrilenyos. Son uns barruts!

–Tens raó, noia; tens raó…

Así que llegó a la Villa y Corte del país vecino,  don Jordi hizo una serie de visitas   a personajes influyentes del ultramundo de la política  especializados en  intrigas,  conjuras y trampantojos.

Uno de  los agraciados fue Luis María Anson,  quien,  nada más verle llegar,  masculló con empalago:

–¡Cuánto tiempo,  don Jordi!

–Cierto, don Luis . Pues mire,  exactamente desde la Transacción.

–¿Qué es eso, don Jordi? Querrá decir usted desde la Transición.

–No, no, para nosotros, los catalanes de mena, aquello fue una mena de transacción.  A més a més, de ahí arranca la política de la puta i la Ramoneta, nuestra gloriosa aportación a la historia de las ideas políticas de Occidente.

-Entiendo,  entiendo.  Pero entonces yo hice que le nombraran a usted español del año.

–Es cierto. Y tengo que reconocer que nos  fue muy útil.

-Lo celebro.

–Sí, sí, pero hacer de español por un año puede pasar;  por toda  la vida, no.  Eso sería una traición a Cataluña, a la Marta y a la cigronada. No fotem!

Juan Bernabeu o el agradecimiento

Suena el teléfono.

–¿Ramón Ibero?

–Sí.

–Soy Juan Bernabeu.

–¿Cómo estás?

–Bien.  Bueno…  Mira,  te llamo porque quiero pedirte disculpas.

–¿Cómo?

–Que quiero pedirte disculpas por el  incidente del paseo.

–Ah, ya. Lo había olvidado. De eso hace como mínimo  dos años.

–Sí, sí. Pero yo no  lo  he olvidado.  Según los médicos, tengo  fecha de caducidad, y no me gustaría  morir con ese peso en la conciencia.  Además quiero darte las gracias por todo lo que hiciste por mi hermano Pepe.

–Has conseguido ablandarme el corazón. Me dan ganas de llorar. Nunca he vivido una situación parecida.  Y de lo de tu hermano Pepe hace ya más de veinte años.

—Puede ser.  Pero yo lo he tenido siempre presente,  aunque no te lo haya dicho. Si quieres, vienes a casa y sellamos nuestra  amistad con un abrazo.

No fui a verle. Me acordé muchas veces de él, de su anonadador  gesto de sinceridad y agradecimiento.  Y ese agradecimiento suyo generó en mi un agradecimiento acaso no tan expresivo pero  igualmente sincero.

Gracias,  Juanito.

El Tribunal Constitucional y el Estatuto de Cataluña

En opinión  del Insomne, el binomio España-nación constituye el núcleo semántico y jurídico de la Constitución española ahora vigente. En torno a él se desarrolla su articulado como corpus legal.

Los estatutos de las Comunidades Autónomas son por definición  textos subordinados a la Constitución española ahora vigente.  Ningún Estatuto de Autonomía debe contener conceptos que contradigan el contenido de nuestra Constitución en términos semánticos y/ o jurídicos. Mucho menos,  conceptos y/o términos que contradigan abiertamente su  núcleo semántico y jurídico:  España-nación.

El Insomne entiende asimismo  que,  en este contexto, el valor jurídico de una palabra no es más que una actualización que se hace en un momento dado,  –siempre en el futuro–, a partir de su valor semántico.  El valor semántico de las palabras  es permanente, el valor jurídico queda a disposición de los juristas.

Cataluña no es ni nación ni naciúncula;  Cataluña es una colectividad con dos comunidades sociolingüísticas: una comunidad mayoritaria de lengua española y una comunidad minoritaria de lengua catalana.

Ésa es una realidad social que el Estatuto de Cataluña está obligado a reconocer y respetar,  y esa es una realidad social que el Tribunal Constitucional está obligado a exigir que se reconozca y se respete con carácter necesario e ineludible.

Pregunta a los cuatro vientos: ¿está dispuesto el Tribunal Constitucional a incurrir en el doble delito de fraude de ley y prevaricación?

El Insomne no es jurista, pero tiene a punto su denuncia. Se ha pasado treinta años madurándola.

Corrida, puntilla y arrastre

En opinión del Insomne, los recientes y largamente programados ataques de los separatistas catalanes a la llamada fiesta nacional obedecen básicamente a dos fines: en Cataluña, continuar con la eliminación de la presencia española  y, dentro y fuera de Cataluña, enfrentar a los españoles, mientras ellos siguen adelante con su  deconstrucción estatal y su construcción nacional.

Treinta años hace ya que el Insomne denunció la conjura de los separatistas catalanes para destruir España y colonizarla.

Y ahí está ahora, a punto de que le den la puntilla  y procedan a su arrastre.

¿Cree alguno de los que le conocen que el Insomne va a quedarse ahí, tocándose los huevos, y a presenciar esa última corrida como un cobarde?