196 Embajadas autonómicas 196

Leo con pasmo e indignación que las diecisiete Autonomías tienen en total 196 embajadas en todo el mundo, frente a las 119 del Gobierno central,  en un momento en el que hay más de cuatro millones de españoles en paro.

Resulta incomprensible, pero así es. Y aún más incomprensible e inadmisible resulta, al menos para mí, que el Gobierno lo consienta y deje que esas Autonomías sigan despilfarrando el dinero de los españoles, mientras  estos y la nación toda se van empobreciendo irremediablemente a marchas forzadas.

Pregunta a los cuatro vientos: ¿qué extraña maldición pesa sobre los españoles para no ver lo que están haciendo y dejando hacer con España?

UPyD Cataluña ante su futuro

Parece ser que UPyD Cataluña sufre una nueva crisis, crisis bifronte: hacia dentro y hacia fuera.

En opinión del Insomne,  la crisis afecta simultáneamente a su organización interna y a su proyección social.

En su primera etapa, el Partido de los Ciudadanos recogió los sedimentos existentes en la comunidad de lengua española  de Cataluña,  sedimentos acumulados durante más  de  treinta años de lucha semiclandestina por entidades cívico-culturales como Asociación por la Tolerancia,  Cervantina,  Convivencia Cívica y otras.

La presentación del partido a cargo de un grupo de intelectuales hace ya más de dos años auguraba, de una parte, un futuro prometedor y, de otra, el fin de la dictadura encubierta implantada  por la burguesía barcelonesa  creadora, impulsora y beneficiaria de un ficticio  nacionalismo catalán.

Dinamitado el Partido de los Ciudadanos tras una guerra de todos contra todos escenificada en su seno pero promovida desde fuera por el  Partido Único de Cataluña,  parecía que había llegado la hora de UPyD  Cataluña.

Pero no ha sido  así.

A la vista de la realidad, el Insomne lamenta tener que confesar que,  en Cataluña, UPyD ha tenido siempre, incluso ahora,  menos implantación social que el Partido de los Ciudadanos.  Para él, eso significa  que ni ha sabido canalizar en su beneficio  la conciencia social existente ni cubrir el espacio  dejado por esta formación.

Dentro de esa línea,  la crisis que el partido  sufre ahora  acaso pueda y deba interpretarse  como consecuencia obligada de un desarrollo  a la vez  deficiente e insuficiente.

En su momento, el Insomne albergó esperanzas de que, en un futuro no lejano,   esta formación podría   satisfacer la demanda social  existente en Cataluña e incluso implantar no sólo aquí sino en el conjunto de España una manera  de hacer política basada en el modelo anglosajón, de acuerdo con el cual  los partidos políticos son estructuras económicas y  como tales deben regirse  por criterios de  eficacia y rentabilidad.

Lamentablemente,  hasta ahora,  la intervención  de un empresario hispano-suizo en la dirección de UPyD Cataluña  sólo ha servido  para que se haga  cargo del alquiler de la sede del Partido en Barcelona y promueva y organice  alguna iniciativa de carácter socio-empresarial, cuando de lo que se trataba era de  adoptar e implantar en la dirección del partido una mentalidad de cuño europeo y una gestión presidida por criterios de racionalidad económica.

Frustrado el proyecto, parece llegada la hora de los mediocres, mientras que en  esta pequeña parcela  la política vuelve a ser un juego de niños, pues  aquí,  como en otras manifestaciones sociales, cada uno aporta  lo que quiere pero siempre a partir de lo que tiene.

Aun así, como  la vida continúa, deseamos que UPyD Cataluña encuentre las fuerzas necesarias no sólo para superar la crisis actual  sino también  para  alcanzar una  implantación  que le permita llevar su mensaje al conjunto de la sociedad catalana.

Ese será el momento de la integración, de la acción conjunta y sobre todo de la generosidad.

Pregunta a los cuatro vientos:  ¿cabe pensar en una formación política que agrupe  todas las fuerzas vivas de la comunidad de lengua española de Cataluña?

Vicente Ferrer: ¿catalán, no catalán?

Según pudimos leer días pasados en La Vanguardia,  la Generalidad  decidió ignorar la muerte de Vicente Ferrer y, con ella, su figura  y su obra.

Humano, humanísimo,  nunca demasiado humano.

El Insomne se malicia  que  Pujol ben Gurión,  cabeza visible de las cien familias del Sanedrín, y Lluís Martínez  Sistach,  su Sumo Sacerdote,  consideraron que alguien que había puesto su vida al servicio de los menesterosos  no podía servir de modelo y  ejemplo a esos burgueses que han  convertido el amor al prójimo en un sarcasmo.

Tal condición—la de modelo y ejemplo—,  con los honores pertinentes, quedaba reservada a personajes  como Toni Farrés,  que, después de engañar y  utilizar a los obreros españoles  de las barriadas de Sabadell como carne de cañón, había entregado el poder a los descendientes de las cien familias.

Eso sí que es lealtad y heroísmo.

Y curioso, muy curioso, pues, mientras el seudocomunista y criptocatalanista Toni Farrés entraba en la Casa Gran y en la historia de Cataluña por la puerta grande, el ecuménico y por eso mismo heterodoxo Vicente Ferrer iba a hacer compañía al falangista José Burrull en la fosa común de los catalanes de infausta memoria.

Pregunta a los cuatro vientos: ¿qué dirá de Vicente Ferrer la Enciclopèdia Catalana en su próxima edición?

Irán: más islam, más Ahmadineyad

Aunque estuvieran detrás Israel y Estados Unidos  y estos dos países contaran con el apoyo, más o menos visible, de la vieja Europa e incluso de Rusia,  el resultado de la campaña era fácilmente previsible y vaticinable.

El islamismo y con él Ahmadineyad han salido reforzados. En el horizonte podemos ver o al menos imaginar cómo  se alza  a los cielos el hongo atómico.

La bomba atómica del islam está más cerca de convertirse en una amenazadora realidad.  Faltan, a lo sumo, tres años.  Tres años que serán una carrera contra reloj para  el bando árabe-musulmán y para el bando occidental dirigido unas veces por Estados Unidos y otras por Israel.

Cabe imaginar que nos estamos acercando a una crisis tan grave y tan peligrosa para la humanidad como la de los misiles soviéticos con destino a Cuba en los años sesenta del siglo pasado.

Personalmente me inclino a pensar que Israel agotará todos los medios a su alcance para impedir que Irán y con él el mundo árabe-musulmán consiga su propósito —tener una bomba atómica—, convencido de que eso equivaldría a una sentencia de muerte para el Estado de Israel y para la inmensa mayoría de los judíos.

Hay infinitas maneras de agravar el conflicto árabe-israelí pero hasta ahora no se ha encontrado prácticamente ninguna para solucionarlo o, al menos, aminorarlo.

En este caso, y ante la eventualidad/riesgo  de un nuevo holocausto, habrá que pensar en una solución impuesta por Naciones Unidas con el apoyo de los países más poderosos e influyentes.

Pero, además, esa solución tendrá que ser respetada por  los países árabes-musulmanes,  cosa que no es fácil de prever y asegurar.

Pregunta a los cuatro vientos: ¿cuáles serían las consecuencias de una guerra Irán-Israel para estos dos países y para el mundo?

Aborto y socialismo: socialismo y aborto

A los ojos  y las entenderas del insomne, el aborto, en cuanto agresión dolosa a una vida con resultado consciente y deliberado  de muerte, es un delito contra natura y, como tal, contrario al socialismo.

El  socialismo, en cuanto proyecto de vida abierto al futuro y asentado en la  racionalidad,  es  esencialmente contrario al aborto.

El Insomne entiende que el aborto es más propio de la visión egoísta, cortoplacista y ajena a la espiritualidad en cuanto proyecto futuro que distingue al capitalismo.

La vida es vida en sí misma y para sí misma antes que vida al servicio de otras vidas.

Dos preguntas  a los cuatro vientos:
¿Tiene alguien  derecho a disponer de otra  vida sin tenerla debidamente  en cuenta?
¿Y si alguien lo hubiera hecho con la de él?

José Burrull y Toni Farrés: la lealtad como traición; la traición como lealtad

Dos vidas, dos lecciones, una pregunta

José Burrull fue  desde su juventud un falangista convencido. Por su físico  —alto, rubio, ojos azules—  podía encarnar perfectamente el ideal  juvenil  del  nacionalsocialismo en la España de 1940.

Cuando lo conocí, Burrull era ya un hombre de edad, pero conservaba cierta apostura,  cierta dignidad   entre burguesa y joseantoniana. Sus ojos seguían siendo azules y su mirada seguía siendo  diáfana.

Para mí eso significaba que su patriotismo respondía a un sentimiento sincero y que el hombre se esforzaba en mantenerse fiel a su código de honor.

Dotado de una notable capacidad política, si Burrull no consiguió rebasar el ámbito local  y  acceder a esferas superiores, como  sin duda habría deseado, posiblemente fue más por falta de preparación que por falta de facultades intelectuales.

Aun así, gracias a su visión certera y realista de las situaciones y  las personas  consiguió  mantener el control sobre la   grey local  cuando esta,  aconductada y guiada por Josep Miquel Sanmiquel, inició el paso-traspaso desde  el antiguo régimen hasta  el prometedor catalanismo burgués.

Hombre del Opus y misa diaria,  Sanmiquel  fue durante muchos años el enlace solícito y solicitado por la oposición catalanista con los representantes del Movimiento instalados en el ayuntamiento de Sabadell  y después dirigió la hégira  de los miembros más conspicuos del conglomerado falangista a las playas de Convergencia, «on ara estiuejava la gent d’ordre».

Del Movimiento al  rovell de l’ou pasando por la iglesia  bendita y protectora  de San Félix.

A mi modo de ver,  estamos   ante esa religiosidad,   siempre supeditada a la ideología y en  definitiva a los intereses económicos,  que convierte el  amor al prójimo  en un sarcasmo.

Mas adelante, cuando  el régimen de Franco  estaba herido de muerte y los devotos feligreses de San Félix,  instalados   en la nueva capilla, tiraban de un Burrull ya anciano  invocando los  vínculos de la vieja  camaradería y la nueva  germanor,  él  procuró,  primero,  mantenerse fiel a  sus convicciones y, en última instancia, conciliar la lealtad falangista, su propia lealtad, con  la   ideología ahora  dominante.

No lo consiguió.

El  silencio que, una vez muerto, le dedicaron sus compañeros —¡nunca amigos!– de camisa azul  y acampada bajo las estrellas  ha sido para mí,   mortal pensante,  una de las lecciones más duras y sobrecogedoras de la vida, máxime toda vez que, como pude comprobar,  ese silencio, hecho de cobardía,  deslealtad y oportunismo, estaba  inspirado en el  instinto de supervivencia y era la respuesta servil a una consigna impartida por  los representantes del  nuevo orden sociopolítico  en el lenguaje de los mudos.

El lenguaje de los muertos.

A mi modo de ver,  José Burrull fue leal a sus ideales y esa lealtad suya,  esencialmente libre de connivencias y complicidades,  fue percibida e interpretada como una traición a Cataluña por los que, extinguido el régimen de Franco, se erigieron en valedores del catalanismo triunfante.

Silencio, pues, plenamente merecido.

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Años setenta del siglo XX, el siglo de nuestras mejores vidas.  Desde la distancia, sumidos ya en la vejez,  años de lucha al servicio de algo que, al poseerlo,  nos poseía.

La aureola que envolvía la figura de Toni Farrés hizo que sintiera simpatía por él antes de conocerlo. Eran los tiempos de la rebelión suburbial y arrabalera contra el franquismo. Tiempos de heroísmo, heroísmo anónimo.

Tiempos gloriosos en los que el socialismo me llevó a soñar con una humanidad  inmortal:  seréis  como dioses.

Toni Farrés era el líder con cara y ojos, no anónimo, de los obreros y sindicalistas del Sabadell charnego.  Él los llevó a la victoria y ellos le hicieron su alcalde. Al menos eso creyeron, al menos durante unos años.

Pero, al parecer, el líder obrero tenía otros pensamientos,  otros proyectos.  Concluida la  etapa guerrera, revolucionaria,  española, el hombre  decidió probar  fortuna en la política parlamentaria de este pequeño país  y hacerse un lugar  en el establishment catalán.

A ser posible, debía ser en la izquierda, pero,  si no, donde fuera y con quien fuera.

Él estaba convencido de que sus méritos  daban  para eso y para mucho más.

Lo intentó  por los medios a su alcance. Con poco éxito, con menos éxito del que esperaba.

Ahora,  Farrés quería que se le viera y reconociera como un valor del catalanismo. Lo que había hecho, lo había hecho con la charnegada,  pero no  por la charnegada y tampoco para  la charnegada.  Lo había hecho por Cataluña y, concretamente, para su clase dirigente, a la que quería incorporarse, porque,  a su entender, él pertenecía a ella y, en cierto modo, ella le pertenecía  a él.

¿Qué otro catalán, proletario o burgués,  había estado en las barricadas arengando a  los obreros?

Pero el hecho es que, concluida la revuelta, el joven  y victorioso luchador  se dirigió  a los suyos y  los suyos no le recibieron.

Cabòries y cancamurrias.

Años después del incidente en las inmediaciones de la Plaza de Mercado de Sabadell, acaecido allá por los primeros años ochenta de ese siglo que ya es historia, encontré a Toni Farrés  en la Rambla, a la altura del edificio de los Sindicatos.

Me detuve ante él y le dije a palo seco: «Cuánta maldad tienes en el alma».

«Y tú más» me contestó sin inmutarse. Y siguió calle abajo.

En realidad, nunca supe cómo  era realmente  Toni Farrés. Intuiciones e inspiraciones aparte, lo que averigüé de  él me llegó por  amigos y/o conocidos suyos. Nunca accedí a la parte que me interesaba y  que habría deseado conocer. Nunca supe cómo pensaba,  cuál era su ideario, qué imágenes poblaban su imaginario, cómo conciliaba la revolución obrera con un catalanismo burgués y, por lo tanto, doblemente opresor, habida cuenta que era a la vez antiobrero y antiespañol.

Y, lo que es más triste y más grave, nunca supe si tenía capacidad para percibir esa dimensión intangible de la realidad,  llamada convencionalmente  espiritual,  que,  a mi modo de ver,  debe alentar en la cabeza de todo aquel que apuesta  por la utopía como reino  último, inexorable y glorioso de  la racionalidad.

A su muerte, Jordi Pujol, autoridad suprema del Sanedrín o Consejo Asesor de Cataluña,  le honró con su presencia  y le regaló una figura, modelada a su   imagen y semejanza,  para que se la endosara y,  una vez se la hubiera endosado,  pudiera entrar con todos los honores en la Casa Gran y en la historia del catalanismo.

¡Charnegos, fuera!

Pregunta a los cuatro vientos:  ¿siempre trata así la historia  a los miembros de la sociedad que en vida  la dirigieron y la formaron?

Eta: muerte

Eta ha vuelto a matar, que es lo peor que mejor sabe hacer.

Durante gran parte de mi vida  la muerte fue para mí el gran agujero negro.  Me negaba a aceptarla y no conseguía entenderla.

Con el tiempo y gracias a la edad he acertado  a ver en ella el momento epifánico: el acceso a una transcendencia contemplada, ya ahora,  como universo de ideas sin tiempo ni espacio.

A lo largo de la vida me he  preguntado muchas veces si sería capaz de matar.

Pregunta a los cuatro vientos: ¿hay en mí un asesino al que no conozco?

UPyD Cataluña: de las europeas a las autonómicas

Es  humanamente lógico  y comprensible que, cuando alguien, en vez de ponerse al  servicio de una organización,  pretende que esa organización esté a su servicio,  se procure  un equipo de subalternos  ad hoc y, si es posible,  a su medida.

En definitiva, la talla  de aquel  nos da la talla de éstos y la talla de estos nos da la talla de aquel.

Nada nuevo bajo los cielos de la España autonómica.  Eso lo hacen por igual listos y tontos, políticos y empresarios,   gentes  ingentes de  izquierdas  y  de  derechas.

A partir de ahí es asimismo humanamente  lógico y comprensible  que ese equipo de subalternos —concebido y utilizado   como  Guardia de Corps—  esté atento a las órdenes y las  directrices de su amo y señor y que órdenes y directrices tengan que ver más con las ambiciones  personales de éste que con los intereses generales de la organización.

Quid pro quo:   tergiversación de   objetivos  e instrumentalización de  medios.

En la práctica, esa operación  hace que sean excluidos del organigrama todos aquellos elementos que, por exceso o por defecto, no responden a los designios  del planificador.

Con el agravante de que, de acuerdo con la experiencia, en la mayoría de casos  el excluido del organigrama  pasa a ser disidente y el disidente pasa a ser enemigo  declarado y activo de la formación o el partido. Y  como tal será presentado y estigmatizado.

En resumen: no es lo mismo un hombre para un proyecto  que un proyecto para un hombre. Y, por supuesto, no es lo mismo una rosa para un partido que un partido para Rosa.

En opinión del Insomne, lo ocurrido   últimamente en UPyD Cataluña ha sido una  tergiversación de objetivos y, a partir de ahí como consecuencia obligada,  una  eliminación/amputación de recursos humanos.

Esa situación, con sus dos errores básicos, se ha  puesto de manifiesto en las pasadas elecciones europeas. Los resultados han sido un retrato de la campaña,  la campaña ha sido un retrato de la planificación, la planificación ha sido un retrato del cerebro planificador.

El demiurgo.

El Insomne considera que  un partido político, mínime  si es  un partido pequeño pero ambicioso en sus objetivos, no puede permitirse errar reiteradamente   en la elección y fijación de sus objetivos   y/o  prescindir de alguna  de sus  fuerzas activas, habida cuenta que estas serán siempre exiguas e incluso insuficientes.

Él entiende que las formaciones políticas se nutren de las aportaciones voluntarias, siempre voluntarias, de sus afiliados.  En última instancia,  cada uno de ellos elige/decide la parcela y las condiciones en las que quiere colaborar. Todo lo que debe hacer es disparar cuando le digan y a donde le digan.

En este caso, los objetivos ya están fijados. De eso se cuida, con  celo y celosía,  el Consejo de los Gorriaranes, conocidos en el búnker de pladur y letra impresa como los Caballeros o Adalides de la Rosa.

En cuanto al fuego de fusilería, el Insomne,  viejo soldado  del Ejército español, considera que el secreto está en que todos disparen al mismo tiempo y en la misma dirección.

UPyD Cataluña puede  darse por satisfecha con los resultados de las elecciones europeas  si considera que ha salvado los muebles, aunque sea a cuenta de inventario.

Delante tiene unas elecciones autonómicas que pueden ser su gran oportunidad.  En ellas debería empezar a pensar, ya ahora, con criterios integradores  basados en la lealtad y la generosidad.

Se lo dice un   disidente, y es sabido que  disidentes y heterodoxos son, a menudo, defensores acérrimos de la ortodoxia.

Pregunta a los cuatro vientos: ¿saben los dirigentes de UPyD que el fuego concentrado en el tiempo y en el espacio puede obrar milagros  y hacer creer al enemigo que está no ante una jarca sino ante  un ejército de verdad?

Irán: tribu y nación; sharia y democracia

El Insomne lee en algún sitio  que para los  habitantes del desierto  hay tribus, no naciones.  Y, como para comprender  a alguien hay que llegar a pensar con su cabeza y desde su cabeza,  él considera que,  si queremos comprender a los iraníes,  debemos tratar de reproducir sus procesos mentales y, a partir de ahí, procurar  pensar como ellos.

Comprender o entender  a alguien no significa estar necesariamente de acuerdo con él y tampoco darle la razón.

Por cierto, los iraníes no son árabes; son arios de religión mahometana. De hecho, su  régimen socio-político es la sharia, teocracia basada en el Corán.

Israel tiene derecho a vivir y sobrevivir pero no a asentar su seguridad en el enfrentamiento permanente  de los pueblos árabes-musulmanes provocado, fomentado y azuzado con todos los medios disponibles e imaginables.

Los países industrializados de Occidente, empezando por Estados Unidos e Israel, proporcionan  armas a los países árabes/musulmanes  con dos fines: con el fin de hacer negocio y con  el fin de que esos  pueblos se enfrenten entre sí y se aniquilen muturamente.

Por lo que el Insomne sabe, es un secreto a voces difundido por varios escritores y políticos judíos, pues, según dicen, es una de las claves de la seguridad de Israel y del control de Oriente Medio y sus reservas de petróleo por parte de Estados Unidos.

Además, cuando un país árabe decide emplear esas armas contra  quienes  se las han proporcionado, éstos van y destruyen no sólo  esas armas sino incluso las instalaciones militares que les son necesarias para sus proyectos.

Negocio redondo, porque ese pobre país árabe, u otro, u otro, volverá a repetir la operación y, con ella, la inversión.

Si los países industrializados, empezando por Estados Unidos e Israel, no hubieran suministrado las tecnologías y los técnicos  necesarios a Irán, Irán no estaría ahora en condiciones de fabricar armas nucleares por sí misma.

Pero, claro, primero está el negocio. Después, la eliminación preventiva de  la amenaza en nombre de la paz y la estabilidad mundial.

Para el Insomne, la situación surgida –¡provocada!— tras las elecciones iraníes tiene todo el tufo de una intromisión dolosa en los asuntos internos de un país soberano  por parte de varias potencias extranjeras. Y,  si eso es así, hay muchas probabilidades de que el tiro les salga por la culata, pues los musulmanes están ya sobre aviso y no parece que Obama vaya a ser capaz de engañarlos y venderles una guerra civil en nombre de la democracia.

Aun así,  el Insomne considera que Israel tiene derecho a vivir y sobrevivir.  Lo tiene difícil, sumamente difícil. A sus enemigos exteriores se suman los que tiene dentro de sus fronteras. En la actualidad,  el veinte por ciento de los israelíes son árabes. Con un crecimiento demográfico claramente favorable.  Extinguida la inmigración de los países del Este europeo,  Israel podría encontrarse con que, en cincuenta años, más de la mitad de su población fuera  árabe y musulmana.

Por muchas razones, el Insomne desea fervientemente que Israel sobreviva. Y sobrevivirá.

Dos preguntas a los cuatro vientos:
¿Tiene derecho Occidente a exportar su modelo político —la democracia parlamentaria— a pueblos de otra cultura e imponérselo por la fuerza?
¿Ha aprendido Obama las lecciones de Vietnam, Irak y Afganistán?

Claro, claro, Irán es otra cosa. Aquí y ahora  son ellos contra ellos.

Declaración de la Renta: ¿qué hacemos con la casilla de la Iglesia?

El Cardenal  Arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach,  parece estar más atento al dinero de los madrileños que  a las necesidades espirituales de la comunidad de lengua española de Cataluña, esa comunidad que, por rezar en la lengua de Teresa de Ávila, es unas veces  ignorada y otras  marginada  y perseguida por el establishment político-religioso del que forma parte este pastor de la Iglesia.

Consigna: hay que erradicar de Cataluña y por lo tanto también de sus iglesias el español,  idioma del país opresor.

Pregunta a los cuatro vientos: ¿es justo que el dinero que un contribuyente de lengua española residente en Cataluña  destina  a la Iglesia en la Declaración de la Renta vaya a parar  al clero catalán,  ese  clero que, además de discriminarlo, colabora activamente  en programas políticos destinados a erradicar  el idioma español de las iglesias de esta Comunidad Autónoma?