La tercera España

Si en el plano de las ideas Pájaro bobo apuesta hoy por la tercera cultura (third culture) —esa que enlaza y hermana las humanidades con las ciencias—,   en el plano de la política nacional apuesta, aquí y ahora, por la tercera España. Una España sin vencedores ni vencidos, una España con  memoria para honrar a todos sus muertos, no para perpetuar enfrentamientos ni reavivar guerras, luchas  y  ajustes de cuentas, una España unida por un sentimiento de pertenencia nacido de la lealtad.  Una España de españoles para españoles.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿ha llegado la hora de la tercera España?

¿Fin de la conjura?

La política catalana laica y clerical  de los últimos cincuenta años ha girado, individual y colectivamente, en torno a una idea capital: la conjura. Había que utilizar el proceso democrático y la situación generada por él  para promover  a un mismo tiempo la independencia de Cataluña y la desintegración de España. Unión e integración frente a desunión y desintegración. Todo ello con sigilo, sin levantar sospechas, besando el santo cuantas veces hiciera falta hasta que llegara el momento de cantar victoria.

Como primera medida, los conjurados  formaron un frente único que copó todos los partidos de su demarcación, desde Convergencia hasta el PSOE-PSC, pasando por el PPC. La idea era que, para conseguir la independencia de Cataluña, aquí la política la tenían que hacer entera y exclusivamente  los catalanes para los catalanes. De acuerdo con este planteamiento, mientras el PSC de Maragall se dedicaba a controlar a la charnegada, Pujol tenía carta blanca para gobernar con el apoyo del propio Maragall y dedicarse a fer país. Era un pacto de Estado, algo  que los populares y los socialistas españoles nunca consiguieron en su ámbito por falta de visión y patriotismo. Pujol hizo país e hizo historia. Maragall fue el gran estratega y el hombre de Estado: él concibió el plan general y, llegado el momento, el Estatuto como Constitución de Cataluña.

Simultáneamente, durante todos esos años, el  PSC de Maragall y sus predecesores no sólo consiguió desprenderse del PSOE y venderle los votos de la charnegada sino que además  mantuvo el control sobre ésta, que en realidad constituía y constituye entre el 0chenta y el noventa por ciento de su afiliación. ¿Voto español? ¿Voto catalán?  Ni lo uno ni lo otro. Voto vendido a precio de transferencia de competencias.

Cuando, de acuerdo con lo pactado con Pujol, le llegó a Maragall la hora de gobernar, éste y su equipo ya  habían conseguido crear una cohorte de prosélitos capaces de abominar de  su identidad española y de  sus ideales socialistas en aras de su promoción individual  en los ámbitos social y político.  Es un fenómeno histórico conocido por repetido:  llegado el momento, ciertos dirigentes renuncian a sus ideales por mor  de un futuro más prometedor en lo individual.

Dentro del PSC,  la generación de los Montillas, las Chacones y los Zaragozas, completada con sindicalistas de la calaña de los Coscubielas y los Álvarez no sólo permitió el relevo vertical sino que además reforzó la unión horizontal con las bases de identidad española y fidelidad al socialismo histórico, defensor convencido y leal de  la integración y la solidaridad de la clase obrera.

No obstante, como la operación de relevo e integración/asimilación era un fraude,  con el tiempo empezó a despertar, primero, sospechas y, después, críticas por parte de los sectores auténticamente socialistas, que veían en la maniobra  una doble  traición: un partido de izquierdas al servicio de un proyecto a la vez  burgués y separatista o, si se prefiere, desintegrador.  ¿Dónde estaba el socialismo?

Hoy, transcurridas tres décadas largas desde la puesta en marcha del proceso democrático en España, la sublevación contra ese estado de cosas abarca  desde el seno del PSC hasta el PPC,  pasando por formaciones como Ciudadanos y UPyD, que es donde se ubica la comunidad de lengua y sentimiento español. No es fácil prever el futuro, dado el férreo control que el separatismo ejerce sobre las instituciones autonómicas y los partidos políticos. Lo que podemos decir es que esa situación es insostenible por lo que tiene de injusta y, en definitiva, de irracional.

Si en un plano ideal  democracia es justicia y libertad,  socialismo es  utopía de lo racional.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuándo saltará por los aires la conjura del separatismo catalán?

Cataluña y Vascongadas: entre el silencio y el destierro, pasando por el tiro en la nuca

Boadella se ha despedido de Cataluña. Aquí, la alternativa es: o silencio o destierro. El silencio es la primera etapa o estampa de la muerte civil, detrás de él vienen la marginación, la difamación y, por último, la persecución directa, ad hominem, en sus diferentes formas. En definitiva, o te vas o te quedas. O destierro u opresión/sumisión. Nosotros fijamos las condiciones,  tú decides y eliges cómo quieres morir. El destierro es una manera; la muerte civil, que empieza con el silencio social  y termina con el silencio sepulcral, es otra. Como en la antigüedad.

Boadella ha elegido el destierro.  Pájaro bobo no tiene elección.

En Vascongadas, además del destierro y la opresión/sumisión, hay una variante sumarísima:  el tiro en la nunca, para que  uno no pueda seguir celebrando el rito de la  partida de tute de cada día.  O pagas o no juegas.

Mientras Pájaro bobo contempla los gatitos de su calle,  alguien se le acerca  y le suelta a quemarropa:  «Si tú  vivieras en Vascongadas, hace tiempo que te habrían liquidado».

Y el interpelado, que aquí es también el interfecto, le ha contestado señalando el paredón que tiene delante: «Eso es que me viene de familia por vía paterna».

¿Descentralización o desvertebración?

Pájaro bobo entiende  que, en una  situación racional y razonable, la descentralización del Estado  tiene por objeto  la reorganización de su máquina o aparato administrativo en aras de la operatividad y la eficacia.  Se trata, si se quiere, de una mejora funcional de los servicios sociales en su sentido más amplio y cabal.

Es evidente que se  puede descentralizar el Estado, su máquina o aparato administrativo,  pero ¿se puede descentralizar la nación, su elemento humano?

En la práctica, y a la vista de nuestra amarga experiencia, eso ha sido un subterfugio, una añagaza, una trampa infame.  Con el Estado de las Autonomías desaparece el concepto de nación y, junto a  él, el de pueblo como sujeto de la soberanía nacional.

De hecho,  la descentralización administrativa ha dado lugar a la  desvertebración de la nación como realidad política y social, habida cuenta que toda comunidad  humana provista de un territorio propio,  una administración propia y un parlamento propio puede decidir democráticamente, por sí misma,  su destino.  Ese es el fraude.

Pregunta ingenua e intempestiva:  ¿hay todavía fuerzas y recursos   para impedir la destrucción de España como nación?

En cualquier caso, para ello es necesario que el concepto de subsidiariedad (operatividad) esté sometido siempre al de solidaridad (unidad).

Derecho: la muerte civil y el Estatuto de Cataluña

Muerte civil  es esa  situación en la que una persona es privada de sus derechos y, en consecuencia, de su personalidad jurídica, lo que hace que, a efectos legales, esté muerta o no exista, aunque siga viva y exista.

Si el Estatuto de Cataluña habla del pueblo catalán  y sus derechos, y no habla de las dos comunidades sociolinguísticas que integran  la sociedad catalana, está condenando a muerte civil a más de la mitad de su población, concretamente a la comunidad de lengua española, que, formada por más cuatro millones de personas, es claramente mayoritaria.

Tres  preguntas  ingenuas e intempestivas:
¿Puede aprobar el Tribunal Constitucional ese Estatuto?
¿En qué delito incurrirría el Tribunal Constitucional si lo aprobara?
¿A qué instancia debería apelar la comunidad de lengua española de Cataluña para hacer valer sus derechos en el caso de que  el Tribunal Constitucional no lo hiciera?

Cataluña: tres objetivos y una conjura

En opinión de Pájaro bobo, los tres objetivos capitales del separatismo catalán institucionalizado son:

1) Dictadura encubierta. En Cataluña, con un total aproximado de siete millones de habitantes, hay actualmente dos comunidades sociolingüísticas: una comunidad mayoritaria de lengua española  y una comunidad minoritaria de lengua catalana. No obstante, la comunidad de lengua catalana, después de copar todas ls instancias  de poder, decisión y representación (democrática), ha impuesto su lengua a toda la sociedad civil de Cataluña y ha sometido a la comunidad de lengua española a una situación de opresión, negando su existencia como realidad social mayoritaria y privando a sus miembros de los derechos que les corresponden individualmente como ciudadanos de un Estado de derecho y colectivamente como sujeto de la soberanía nacional.

2) Financiación-malversación de fondos públicos. Después de instaurar una dictadura encubierta,  los separatistas catalanes llevan años gastándose el dinero que reciben de España y los españoles en montar una nación independiente y un Estado soberano, una nación en la que, repetimos, ya ahora  los españoles son oprimidos, marginados y tratados como extranjeros.

3) Proyecto político. El proyecto político catalán responde a una conjura, de acuerdo con la cual  está prevista y programada  no sólo la independencia de Cataluña sino también, en una acción simultánea y paralela,  la destrucción de España como nación y Estado. Esto supone una labor coordinada  de debilitamiento del Estado español y de  reforzamiento  de Cataluña, sus instituciones y señas de identidad históricas, políticas y geográficas.

Sin duda estamos ante un caso sin parangón en la historia contemporánea: una nación que programa, dirige y financia su propia destrucción. ¿Lo conseguirá?

Mientras UPyD se distancia de Ciudadanos…

Parece ser que UPyD se distancia cada vez más del Partido de los Ciudadanos. ¿Diferencias ideológicas y programáticas o desencuentros humanos debidos a posiciones personales y personalistas? No se sabe. Lo que sí se sabe es que a cada intento de acercamiento por parte de los representantes de Ciudadanos los responsables de UPyD responden con un nuevo alejamiento. Y dicen que va en serio.

UPyD tiene cada vez más fuerza en la España profunda, en la España periférica y, claro está,  en el conjunto de España, hasta el punto de que Rosa Díez, Capitana de este minifundio virtual, es hoy la figura política más valorada, mientras que Ciudadanos se va reduciendo progresivamente a las vigueries catalanas, donde nació y de donde, a juzgar por los últimos sondeos, no va a salir. En estos momentos, un mensaje de Ciudadanos a los españoles probablemente correría la suerte de la Operación Roca, de grata/ingrata memoria, pues en realidad era una Operación Pujol.

Se comprende que UPyD, consciente de su superioridad ideológica y estratégica, se niegue a tener tratos con una formación política de la que, por su indefinición ideológica, no hay que fiarse. Y eso que precisamente en estos momentos los ciudadanos se están empleando a fondo en la defensa del idioma español dentro de su demarcación. Pero ni por esas.

A decir verdad, su ideólogo, un catedrático de Derecho constitucional perteneciente al establishment conocido en la margen siniestra del Ebro como el Rovell de l’ou, está atacando con contundencia al Estatuto, concebido en su momento como la arquitectura jurídica de la República catalana, y defendiendo simultáneamente la labor del Tribunal Constitucional en su condición de garante de la legalidad parcialmente  vigente en el cafarnaún del Estado de las Autonomías. Lo curioso del caso es que, mientras el catedrático ataca al Estatuto, el Sanedrín calla. Y, lo que es aún más incomprensible, li deixa fer.

Ahí hay gato encerrado.

En cualquier caso, Pájaro bobo no se fía ni del catedrático ni de sus discípulos ni de sus fámulos y acólitos, pues por bastante menos lleva él como veinticinco años en condiciones de muerte civil.

Suerte de su búnker de pladur, de su universo virtual y suerte, sobre todo, de Margarita, dama blanca de este viejo y atormentado jugador de ajedrez.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿por qué  Pájaro bobo  tiene que jugar siempre con  las piezas negras?

Musulmanes en Cataluña

Últimamamente, las autoridades autonómicas de Cataluña están dispensando un trato de favor a su comunidad islámica, hecho tanto más sorprendente cuanto que contrasta con el trato dispensado tradicionalmente a la comunidad de lengua española, que sigue sin ser  reconocida por la Generalidad, las instituciones oficiales y los partidos políticos.  En el mejor de los casos, ser español en Cataluña equivale a no existir, pues hay casos, y no precisamente pocos, en los que el ciudadano español es marginado, estigmatizado y perseguido por activa y por pasiva.

La semana pasada, a Rosa Díez no le negaron la sala de actos del Ateneo barcelonés, pero, así que la mujer hubo hablado, los responsables del centro cívico-cultural lamentaron haberlo consentido/permitido/autorizado.

Sin embargo, el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona cedieron gratuitamente las históricas Atarazanas a la comunidad islámica pakistaní para que celebrara en sus locales la Fiesta del Cordero el pasado lunes, 8 de diciembre. Y no sólo la celebró sino que contó con la presencia de representantes de todas las administraciones.

Y, como no podía ser por menos, el representante de la Generalidad habló y declaró: «Vuestra fiesta es nuestra fiesta…», que era tanto como decir: Vuestro ágape es nuestro apat. Así, pues, trato de favor y ambiente de germanor.

Más allá de la fiesta, las oraciones y la confraternización,  entre los fines perseguidos por los separatistas catalanes con su nueva línea política podemos descubrir los siguientes:

1) otorgar a la comunidad musulmana el lugar que hasta ahora venían ocupando españoles y suramericanos en Cataluña;
2) incorporar los miembros de esa comunidad al frente separatista y antiespañol;
3) conseguir el apoyo de los países musulmanes para obtener la independencia de Cataluña y su reconocimiento como nación.

A cambio de todo ello, Cataluña estaría dispuesta a apoyar, en su momento, una penetración árabe-musulmana en el Al-Andalus.

La historia se repite. Estamos en los reinos de taifas, en plena Edad Media. Necesitamos una nueva reconquista. Y, puestos a desear y pedir, un nuevo Cid Campeador.

El fin de la partida y la muerte del rey

A Pajaro bobo no le ha sorprendido la invocación del ciudadano Tardà. Desear la muerte del rey es lo mínimo que puede hacer un separatista catalán. Eso ni cuesta dinero ni comporta castigo alguno. Ahí está José Bono, presidente del Congreso, para disculparle.

Después del asesinato de Ignacio Uría en Azpeitia y la reacción de sus compañeros de partida, las palabras del separatista catalán y la intervención de José Bono completan el cuadro: eso es lo que hay y eso es lo que somos.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué nos queda todavía por ver, oír y sufrir antes de que termine la partida o muera el Rey?

Porque lo cierto es que, tarde o temprano, la partida terminará, de la misma manera que, tarde o temprano, los reyes también mueren.

Una conjura con nombre de Estatuto (Segunda entrega)

Hace como un par de años, Pájaro bobo envió a un amigo suyo conocido en este minifundio virtual como el Poeta de la granja un escrito titulado «Una conjura con nombre de Estatuto» para que se interesara por su publicación en un periódico de los Madriles. El poeta se interesó, pero no lo consiguió. Apenado, comunicó al autor del escrito: «Me han levantado la página». Eso significaba que agentes de la célula catalano-separatista en la capital habían conseguido hacerse con el documento y neutralizarlo. No llegó a publicarse.

Pero a partir de ese momento el documento recorrió pasillos cada vez más oscuros y despachos cada vez más altos. A Pájaro bobo le consta que llegó hasta instancias con mando en plaza y poder de decisión. Y no sólo fue leído sino también estudiado a fondo y tenido en cuenta.

Simultáneamente, Pájaro bobo notó que sus condiciones de vida empeoraban. Si hasta entonces sobrevivía en condiciones de muerte civil, a partir de ese momento comprobó que se estrechaba el cerco a su persona y aumentaba la presión sobre él, acompañada de provocaciones y difamaciones tan gratuitas como infames. Aun así,  procuró conservar el equilibrio psíquico y la autoestima. Y el hecho es que sobrevivió. Y sigue vivo.

Mientras tanto, el Estatuto de Cataluña ha permanecido encallado. El Tribunal Constitucional lo está  estudiando todavía o, si se prefiere, lo tiene estudiado, pero no se atreve a hacer público el fallo. En cualquier caso, no parece que vaya a ser favorable a sus valedores. Hay demasiadas cosas en juego, cosas como el futuro de España y su condición de nación. A pesar de que algún enterado diga que a estas alturas se trata simplemente de reconocer lo que se ha instaurado por la vía de los hechos consumados. Hechos consumados, sí, pero por encima de todo hechos ilícitos, hechos ilegales, hechos anticonstitucionales, hechos condenables, hechos que deben ser condenados. Para eso no hace falta ser catedrático de Derecho constitucional.

¿No es precisamente eso lo que buscaban quienes infringieron sistemáticamente la Constitución española durante años?

¿Y qué decía el documento? Pues sencillamente que el Estatuto de Cataluña era y es una constitución encubierta que, además de recoger  la labor de intriga realizada durante cincuenta años, dejaba y deja vía libre a la independencia de Cataluña en una España atada de pies y manos. Y ahí estamos.