Economía hogareña: el modelo de los tres tercios

El modelo de los tres tercios (33%, 33%, 33%) tiene aplicación en diversos campos. Dada su condición de administrador familiar o economista, Pájaro bobo lo ha adoptado en su hogar. En esencia, el modelo consiste  en dividir mensualmente tanto los ingresos como los gastos de una unidad operativa, en este caso una familia, en tres partes básicamente iguales.

El primer tercio de los ingresos se destina a  la alimentación de la familia y los gastos diarios y semanales inherentes a la casa. El segundo tercio, a la parte proporcional de los gastos de cierta entidad y de periodicidad mensual o superior, así como a inversiones (coche, muebles, etc.). El tercer tercio se destinará a ahorro, al menos en una situación ideal. En la práctica, el tercer tercio debe actuar como margen de seguridad, pues marca el límite, 66%, que, en aras de la propia seguridad, la economía familiar no debería sobrepasar. Sólo cuando se dispone de suficientes garantías en forma de reservas debe disponerse del tercer tercio. En cualquier caso, el dinero ahorrado en un mes nos permite saber si estamos en condiciones de asumir un crédito hipotecario o personal, así como su cuantía y su duración.

Cuando aún no se posee una situación económica que permita adoptar el modelo de los tres tercios es conveniente retener  su esquema conceptual, de modo que actúe al mismo tiempo como referente y como elemento corrector a la hora de efectuar gastos de la índole que fuere, sobre todo si son superfluos y gravosos o muy gravosos.

Pájaro bobo considera que para una familia de nivel medio  siempre o casi siempre es preferible operar con una caja de ahorro, pues estas entidades practican una política menos agresiva que los bancos y, por tradición, poseen un carácter familiar y social del que éstos carecen. Una medida siempre sana consiste en eliminar todas las formas de crédito encubierto, en especial las tarjetas de crédito, y todos los subterfugios de la fidelización, pues en la práctica ésta se convierte en una auténtica coraza  de la que puede resultar muy difícil deshacerse.

Es asimismo conveniente desglosar el  presupuesto mensual  en semanas y detallar los gastos correspondientes a cada una de ellas, de modo que sepamos siempre dónde estamos (el dinero que tenemos) con relación a lo que queda de mes con sus gastos previstos y no previstos. Si se inicia el mes con déficit, lo más probable es que se termine el mes con un déficit aún mayor, pues siempre hay imprevistos.  Por eso, a ser posible, a la hora de hacer el presupuesto mensual debe dejarse  un margen para imprevistos.

Si no se tiene un presupuesto que permita adoptar el modelo de los tres tercios, conviene retenerlo como referente para controlar y orientar los gastos. Si se tiene un presupuesto que permite adoptar el modelo de los tres tercios, conviene no sobrepasar nunca el límite del segundo tercio (66%).

Lo que dice el Estatut: lo que dice Pájaro bobo (3)

FINANCIACIÓN: ARTÍCULO 210.1

«La Comisión Mixta de Asuntos Económicos y Fiscales Estado-Generalitat es el órgano bilateral de relación entre la Administración del Estado y la Generalitat en el ámbito de la financiación autonómica». El artículo 3.1. consagra el principio de «bilateralidad» en las relaciones de la Generalitat con el Estado.

Pájaro bobo entiende que las fórmulas presentadas  a modo de hechos consumados y aceptados  en los dos artículos del Estatut que se citan son abiertamente contrarias a la doctrina contenida en la Constitución española de 1978, en la que se hace constar taxativamente que las negociaciones entre el Estado y las Comunidades Autónomas en asuntos económicos se regirán, con carácter imperativo, por la ley orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (Lofca). Esta ley remite a su vez al Consejo de Política Fiscal y Financiera concebido como foro de encuentro de las Comunidades Autónomas de régimen común (caso de Cataluña).

¿Qué es la Comisión Mixta de Asuntos Económicos y Fiscales Estado-Generalitat? ¿De dónde emana su condición de órgano bilateral en las relaciones Administración del Estado-Generalitat para  el ámbito de la financiación autonómica?

Pájaro bobo considera que,  estando regulado el modo de  financiación de todas las Comunidades Autónomas con un mismo régimen, no resulta aceptable, en términos juridicos,  que una de ellas pretenda después romper el marco legal igualitario y exigir un trato de favor por separado. La aceptación de esa fórmula  llevaría inexorablemente a lo que en realidad persiguen los autores/redactores del Estatuto de Cataluña: la destrucción de España y la financiación de la independencia de Cataluña con cargo a los presupuestos del Estado, convertido, curiosamente, en una especie de mantis religiosa: dejará de existir en el instante mismo en el que se consume la procreación del nuevo Estado soberano, habida cuenta que, a partir de ahí, está previsto que se produzca una auténtica estampida.

Lo que dice el Estatut: lo que dice Pájaro bobo (2)

NACIÓN – PREÁMBULO

«El Parlament de Catalunya [Parlamento de Cataluña], recogiendo el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Catalunya [Cataluña], ha definido de forma ampliamente mayoritaria a Catalunya [Cataluña] como nación. La Constitución española, en su artículo segundo, reconoce la realidad nacional de Catalunya [Cataluña] como nacionalidad».

En opinión de Pájaro bobo, la redacción del Preámbulo es incorrecta en cuanto que no respeta el marco conceptual o semántico fijado por la Constitución española de 1978 para el término «nación» y el término «nacionalidad». El Parlamento de Cataluña ni ha recogido ni recoge el sentimiento y la voluntad de la ciudadanía de Cataluña, que nunca, nunca se ha definido, ni minoritaria ni mayoritariamente, como nación. En la Constitución española de 1978 se habla de nación, término referido siempre y sólo a España, y de nacionalidades como característica  específica de ciertas Comunidades Autónomas. Conceptualmente, nación es sinónimo de Estado y nacionalidad es sinónimo de Comunidad Autónoma.

De acuerdo con lo expuesto, Pájaro bobo considera que estamos ante un fraude legal en cuanto que se habla de soportes argumentales inexistentes —y, en cualquier caso, jamás avalados y contrastados— para definir un concepto político que no responde a la realidad social de Cataluña ni es refrendado  por una práctica  jurídica mínimamente sólida. La ciudadanía de Cataluña nunca se ha definido como una nación.
Por todo ello, el mencionado Preámbulo del Estatuto podría y acaso debería decir más o menos:

«El Parlamento de Cataluña, atento a la realidad social de Cataluña y respetuoso con ella,  declara que la sociedad de Cataluña está formada por dos comunidades lingüísticas: una comunidad de lengua española, equivalente en la actualidad al cincuenta y dos por ciento de su población, y una comunidad de lengua catalana, equivalente en la actualidad al cuarenta y ocho por ciento restante.  Es derecho y obligación de este Parlamento tener en cuenta dicha realidad social para  darle expresión adecuada en esta institución y velar por que tenga igualmente expresión adecuada, en términos de representación democrática, en todas las instancias e instituciones que conforman la Comunidad Autónoma de Cataluña».

Lo que dice el Estatut: lo que dice Pájaro bobo (1)

LENGUA: Artículo 6.2

«El catalán es la lengua oficial de Catalunya [Cataluña]. También lo es el castellano, que es la lengua oficial del Estado español. Todas las personas tienen derecho a utilizar las dos lenguas oficiales y los ciudadanos de Catalunya [Cataluña] el derecho y el deber de conocerlas». El artículo 32 recoge el derecho a no ser discriminado por razones lingüísticas.

En opinión de Pájaro bobo, la formulación del  artículo 6.2 del Estatut, que se cita,  es incorrecta e incluso gravemente fraudulenta. En realidad, debería ser, por ejemplo:

«Toda vez que Cataluña, constituida actualmente en Comunidad Autónoma, forma parte indisoluble de España en cuanto nación y Estado de derecho, el español es el idioma  oficial de Cataluña a todos los efectos. En la Comunidad Autónoma de Cataluña el catalán tiene carácter de idioma cooficial, ni vinculante ni obligatorio.
Habida cuenta que todas las disposiciones legislativas del Parlamento de Cataluña están supeditadas a la Constitución española de 1978, también lo están todos y cada uno de los artículos de este Estatuto, que quedarán sin efecto tan pronto como se aprecie error grave y/o intencionado en su interpretación y/o cumplimiento».

En cuanto al artículo 32 del Estatut, Pájaro bobo entiende que, toda vez que contempla un derecho, su formulación debería ser positiva y asertiva, no negativa y punitiva;  mucho menos en primera instancia.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿conseguirán los separatistas catalanes la independencia de Cataluña y la supeditación de España y los españoles a Cataluña mediante una cadena de fraudes de ley?

El Bolchevique (historia placentina)

Allá por los años de nuestra última República, el tío Hermógenes (el Mógine para vecinos y amigos) tenía su predio — huerta avenada por el Jerte, amén de casa con establo y troje— en el llano  que se extendía, y parcialmente aún se extiende, desde el caño Soso, a los pies de la carretera del Valle, hasta  el canal que acompaña al río durante cuatro kilómetros y le ayuda a formar la Isla de Plasencia.

Hermógenes, pequeño y esmirriadillo, lo era aún más desde que, tras perder la pierna izquierda en un percance con su carro, le pusieron una pata de palo. Aun así, el hombre, ya en los sesenta, iba tirandillo, entregado en cuerpo y alma a las labores de su huerta. Allí se pasaba las horas con una pequeña botella de tintorro cubierta por la pernera del pantalón y pegada al palo que le servía de pierna. Cuando, de atardecida, acudía su mujer para llevárselo a cenar, Hermógenes ya había escondido la botella entre los matojos, de modo que tan pronto como la Ramona hacía intención de agacharse para inspeccionar sus entretelas, Hermógenes daba un brinco, se colocaba en lo alto del surco más próximo y rezongaba por lo bajini con aire de amenaza: «Me cago en dio, me cago en dio, que no respondo de mí…» Y, al tiempo que rezongaba y blasfemaba,  hacía amago de llevarse la mano a la cincha donde escondía la faca. Pero la Ramona, hermosota y, aparentemente,  mandona como una militara, se alegraba  de tener un hombre trabajador y valiente y se lo demostraba con algún que otro achuchón.

Parece ser que por aquellas fechas, primavera de 1933, llegó a la ciudad construida por Alfonso VIII para «complacer a Dios y a los hombres» un politicastro de los Madriles, que era como entonces se llamaba allí, en las orillas del Jerte, a los caciques de la capital. El susodicho tenia pensado pronunciar un discurso, mitin incluido, en los terrenos del cine Avenida. Pájaro bobo, que recogió la historia por vía oral, nunca consiguió saber cómo se llamaba el político y si era de izquierdas o de derechas. Tampoco llegó a saber si la historia era cierta o sólo una invención de su protagonista o de algún narrador anónimo con más imaginación que conocimiento.

Lo cierto es que, según parece, el tío Hermógenes estaba dándole a la azada, y de vez en cuando a la botella de tinto, cuando apareció a pocos pasos de él, exactamente en el camino que iba del caño Soso a la Isla, un hombre de porte distinguido y por lo tanto impropio del lugar y del momento. Hermógenes levantó la cabeza para preguntarle qué se le ofrecía, y el forastero, con visibles ganas de conversa, comentó no se sabe qué sobre la huerta, las sandías y los tomates, pero en seguida le comunicó al hortelano que, si quería cambiar sus condiciones de vida, debía ir al mitin del Avenida, al día siguiente por la tarde.  Que ahora  todo se hacía con mítines, que eso era lo democrático. Que, claro está, después había que votar. El tío Hermógenes, ni corto ni perezoso, le contestó que él sólo iba a los mítines en los que hubiera una bandera roja, pues él era bolchevique. «¿Cómo?» «Sí, yo soy bolchevique». El señor de los Madriles cambió al momento de tema y de cara, y, sin despedirse de su posible prosélito y votante,  enfiló el camino del caño Soso, poco menos que corriendo,  y en un periquete se plantó en la plaza porticada de la ciudad.

Cuando Hermógenes le contó el encuentro con el señorito madrileño  a  su Ramona, ésta quiso saber al momento  qué era eso de bolchevique, y, como él no supo darle razón,  la mujer, preocupada, fue a ver al señor cura, que, según todos los hortelanos de la ribera del Jerte, era persona leída e instruida. Así que la Ramona pronunció aquella palabra infame, don Juan Barba, párroco del Cristo de las Batallas, se llevó las manos a la cabeza y, cuando se repuso del soponcio, recomendó a la buena mujer y mala feligresa que no se lo dijera a nadie, que dejara a su Hermógenes en la huerta, pero sobre todo que no acudiera a la taberna ni hablara de aquello con otros hortelanos, no fuera a ser que cundiera la mala semilla y tuviera que intervenir el señor obispo. Que,  si  si intervenía, seguro que todos los comunistas de la ciudad iban a la cárcel y a él  le quitaban la parroquia por falta de celo.

La mujer hizo lo que le ordenó el señor cura en lo que pudo y estaba de su mano, pero alguien debió de propagar la especie, pues desde entonces el hortelano pata de palo pasó a ser Hermógenes el Bolchevique y, muerto él, sus hijas pasaron a ser las Móginas del Bolchevique y como tales vivieron hasta su defunción, ya avanzado el siglo XX.

Nota
Pájaro bobo procede de Hermógenes el Bolchevique por vía materna, pues su madre, la señora Lucía, era la mayor de las Móginas.

Las dos almas del Partido de los Ciudadanos

A pesar de que, al menos en opinión de Pájaro bobo, el origen socio-histórico y sobre todo conceptual  del actual Partido de los Ciudadanos se sitúa nítidamente en el marco de las actividades de la izquierda ilustrada  de la comunidad de lengua española de Cataluña,  hoy resulta lícito, acaso obligado,  distinguir en él dos líneas o tendencias.

La línea histórica capitaneada desde un principio por Antonio Robles, pionero de la rebelión contra la opresión burguesa  y separatista que arranca de la Cervantina en los últimos años setenta de ese siglo que ya es historia, y la línea hoy oficialista y prácticamente sin historia ni poso ideológico de Francesc de Carreras, promotor insigne de la pedagogía de la plastilina. La primera  recoge, mantiene y beneficia sedimentos acumulados laboriosamente  por entidades cívicas, poco menos que clandestinas, que, durante un cuarto de siglo, practican  una especie de guerrilla urbana contra una clase dominante que, fiel a los dictados y los intereses de la  ideología dominante, consigue apoderarse de las instituciones autonómicas de Cataluña e impone una extraña y anacrónica forma de opresión a la comunidad de lengua española, que, aun siendo claramente mayoritaria, deja de existir a efectos legales, institucionales y públicos, pues ni es reconocida como tal ni, en consecuencia, está representada por los partidos políticos de este país  llamado Cataluña con un Parlamento capaz de dictar leyes —¡democráticas!—  contra más de la mitad de sus habitantes, contribuyentes y ciudadanos. La burguesía arracimada en torno al establishment político-económico de la Generalidad, conocido como el Rovell de l’ou, consigue copar todas las instituciones de poder y representación democrática y automáticamente se autolegitima y automáticamente deslegitima a la comunidad de lengua española que,  una vez decapitada y despojada de representación política e institucional, ni existe ni tiene derechos.

Mientras tanto, los  intelectuales e ideólogos de la comunidad de lengua española, atrapados en el dilema de  ser o deber ser,  permanecen sumidos en un silencio no ya sospechoso sino abiertamente cómplice.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿definirse como no nacionalista, o sea, como algo que uno no es es, constituye un acto de coraje o de cobardía?

Economía: la parcela ordenada

Como norma, Pájaro bobo tiene orden en su economía y, dentro de ella, en cada uno de sus estratos o niveles. Su economía es ahora la de un paterfamilias de clase media. Ni tuberculoso pobre ni potentado. Él considera que tiene lo necesario para atender a las necesidades de sus pupilos  y a las propias. A principios de cada mes divide el presupuesto de ese período en tres partes: consumo hogareño, pagos/inversión  y ahorro. Ahora las cuentas le cuadran, pero para ello ha tenido que imponerse a los beneficiarios y a veces ha tenido que recurrir a procedimientos poco democráticos. La economía tiene leyes que la razón no siempre entiende: ni entiende ni acepta.

Pájaro bobo considera que todo sistema racional de orden práctico debe incluir necesariamente decisiones y medidas irracionales impuestas por la fuerza. Eso o la miseria razonable.

Esta mañana, Pájaro bobo ha preguntado al vidente que tiene como asesor en asuntos de pecunia o pasta cansa qué había que hacer con los ahorrillos, y el vidente, tahúr o truhán  le ha contestado que nadie lo sabe.

Así las cosas, Pájaro bobo ha decidido seguir adelante con su música: tener orden en su parcela, mantener el esquema de los tres tercios siempre que sea posible y no dejarse engatusar con operaciones que prometen grandes beneficios.

Podemos y debemos pensar que en economía ya está todo inventado, y más para un profano. A pesar de eso o precisamente por eso, Pájaro bobo seguirá dejándose guiar por su intuición de viejo desvalijador de cajas de caudales.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿le servirá o no le servirá de nada a Pájaro bobo tener orden en su parcela si la crisis arrasa todo el campo de la economía?

Sea cual fuere la respuesta que nos espera, Pájaro bobo podrá decir siempre: «Aré lo que pude y supe».

Con el ojo en el ojo de buey

en el búnker

en el búnker

Blacky, el caniche con alma de criatura, tira de la manta. El Insomne, apercibido, rezonga pero en seguida ahueca el ala. El interfecto, habida cuenta que sobrevive en condiciones de muerte civil, pone en marcha la industria. El primero en fichar es el poeta de la Granja. Ahí, en la pantalla, está la marca de su visita. Sólo hace falta mirar y leer entre líneas. Quien tiene un amigo poeta tiene un tesoro.

Cuando está en marcha la máquina, ayer industria, el Insomne pega uno de sus ojos  al ojo de buey que mira al nordeste. El sol  ilumina el búnker y alegra la mirada de su morador-recluso.

El Menesteroso, avanzando por la izquierda, asoma en la esquina con su figura de legionario venido a menos. Bolsas del Corte Inglés. Comidita para la colonia felina. Potaje calentito en escudilla de aluminio. El hombre,  largo y estrecho  como un  suspiro, ni ríe ni parpadea. Tampoco mira a las criaturas. El  Insomne  piensa en ciertos médicos, en ciertos curas, en ciertos padres. Como hijo de la guerra, él sabe que no hay nada comparable al calor de una madre en una noche de invierno. Ese calor,  junto con la mirada, vivifica y alimenta.

Los gatitos se relamen y, entre zarpazos y dentelladas de mentirijillas, se retiran a sus aposentos, que son sus amagatalls, mientras el Menesteroso se aleja canturreando: “Cuando cumplí mi condena…”

Diez de la mañana.

Una mujeruca —facciones abotargadas, gorro hincado hasta por debajo de las orejas, el cuerpo, a lo que parece, embutido en refajos— se asienta en el banco que hay frente a la colonia de gatitos. La mujer tiene a su izquierda un carrito de niño y a su derecha otro carrito de niño, los dos cargados con bolsas. Ella, la mujer de la cara abotargada, el gorro y los refajos, en medio con su bolso en la mano. Al Insomne  le asalta un recuerdo a modo de intriga. ¿Dónde ha visto él esa mujer, ya anciana, de rostro abotargado? ¿En el metro de Barcelona, en el metro de Madrid, en el metro de París? ¿En el metro infinito de Berlín con sus tribus suburbanas de alcohólicos anónimos? ¿O fue acaso en una Kneipe-espelunca de Basilea, a orillas del Rhin?

Pájaro bobo aparta la mirada y va a posarla en una pareja —rubia de pego ella, moreno de Cuba él— que ha instalado su mesa en el banco situado debajo del ojo de buey al que está asomado. Es la hora del àpat. Mantel gris oscuro, acaso de papel, platos de plástico, cucharas de plástico. Engullen, hablan, parecen tranquilos, incluso contentos, ya están en los postres, siguen hablando, él fuma, ella fuma, el Insomne, a tres metros de altura sobre el nivel de la calle, atiende al teléfono.

El búnker de pladur con sus cuatro ojos de buey es a la vez mirador y atalaya. El Insomne tiene a sus pies una calle con escenas de la vida social en vivo y en directo y, a cuatro tiros de piedra en dirección Este, el mar de la Sarganta, hoy ciénaga, ayer piélago de fenicios, griegos y romanos.

¿Qué hace en estas tierras y en estas aguas un ibero?

Desde el búnker de pladur

en el bunker

en el búnker

Blacky, el caniche con alma de criatura, tira de la manta. Pájaro bobo, apercibido, rezonga pero en seguida ahueca el ala. El interfecto, habida cuenta que sobrevive en condiciones de muerte civil, pone en marcha la industria. El primero en fichar es el poeta de la Granja. Ahí, en la pantalla, está la marca de su visita. Sólo hace falta  mirar y leer entre líneas. Quien tiene un amigo poeta tiene un tesoro.

El Menesteroso, avanzando por la izquierda, asoma en la esquina con su figura de legionario venido a menos. Bolsas del Corte Inglés. Comidita para la colonia felina. Potaje calentito en escudilla de aluminio. El hombre, seco y estirao como un suspiro, ni ríe ni parpadea. Tampoco mira a las criaturas. Pájaro bobo piensa en ciertos médicos, en ciertos curas, en ciertos padres.  Como hijo de la guerra, él sabe que no hay nada comparable al calor de una madre en una noche de invierno. Ese calor, junto con la mirada,  vivifica y alimenta.

Los gatitos se relamen y, entre zarpazos y dentelladas de mentirijillas, se retiran a sus aposentos, que son sus amagatalls, mientras el Menesteroso se aleja canturreando: «Cuando cumplí mi condena…»

Diez de la mañana.

Una mujeruca  —facciones abotargadas, gorro hincado hasta por debajo de las orejas, el cuerpo, a lo que parece, embutido en refajos— se asienta en el banco que hay frente a la colonia de gatitos. La mujer tiene a su izquierda un carrito de niño y a su derecha otro carrito de niño, los dos cargados con bolsas. Ella, la mujer de la cara abotargada, el gorro y los refajos, en medio con su bolso en la mano. A Pájaro bobo le asalta un recuerdo a modo de intriga. ¿Dónde ha visto él esa mujer, ya anciana, de rostro abotargado? ¿En el metro de Barcelona, en el metro de Madrid, en el metro de París? ¿En el metro infinito de Berlín con sus tribus suburbanas de alcohólicos anónimos? ¿O fue acaso en una espelunca de Basilea, a orillas del Rhin?

Pájaro bobo aparta la mirada y va a posarla en una pareja —rubia de pego ella, moreno de Cuba él— que ha instalado su mesa en el banco situado debajo del ojo de buey al que está asomado. Es la hora del àpat. Mantel gris oscuro, acaso de papel, platos de plástico, cucharas de plástico. Engullen, hablan, parecen tranquilos, incluso contentos, ya están en los postres, siguen hablando, él fuma, ella fuma,  Pájaro bobo, a tres metros de altura sobre el nivel de la calle, atiende al teléfono.

El búnker de pladur con sus cuatro ojos de buey es a la vez mirador y atalaya. Pájaro bobo tiene a sus pies una calle con escenas de la vida social en vivo y en directo y, a cuatro tiros de piedra en dirección Este, el mar de la Sarganta, hoy ciénaga, ayer piélago de fenicios, griegos y romanos.

¿Qué hace en estas tierras y en estas aguas un ibero?

EE.UU.: lecciones de las elecciones

Pájaro bobo recomienda a sus electores/lectores que consulten y estudien la última página de La Vanguardia de hoy. Es una entrevista a George Edwards, amigo personal de Bush y, es lícito pensar, elemento destacado de alguno o algunos de sus varios think tanks. La entrevista contiene condumio nutritivo y sabroso  en forma de vaticinios basados en supuestos razonables  y, en cierta medida, racionales. Si hay guerra o amenaza de guerra, gana McCain; si hay paz y perspectivas de paz, gana Obama. Una línea de fuego, dos bandos y un ganador. La paloma o el halcón. ¿Y el modelo político-económico de Estados Unidos?

Según parece, Estados Unidos seguirá siendo una potencia, probablemente no una superpotencia y, en cualquier caso, no la única; cada vez menos. A Estados Unidos le quedan cinco o, a lo sumo, diez años de mando en plaza. Los imperios pertenecen al pasado. ¿Y el modo de producción capitalista?

Como siempre, la mancha negra/oscura/difusa viene del sur. Pero ahora los marginados, nunca proletarios, están decididos a romper el cerco de las élites burguesas de una y otra orilla del Atlántico con el ordenador y toda una inicua cacharrería de ingenios electrónicos capaz de salvar distancias planetarias y perforar muros de hormigón sin disparar las alarmas. En esta última etapa de su historia, el capitalismo depredador es depredado  por artilugios concebidos para perpetuar su labor depredadora.¿Qué será de él y de nosotros, hijos y padres suyos?

De acuerdo con el entrevistado, el negroide Obama se ha hecho con las capas inferiores de la sociedad estadounidense. Eso significa que las ha motivado y, tras motivarlas, las ha puesto al servicio de su causa y de su cosa. En toda democracia, aunque sea sólo formal,  lo que dice la masa va a misa.

Aquí, en esta  orilla del mar de la Sargantana, cuna y colonia que fue de fenicios,  el Partido de los Ciudadanos ya hizo un primer ensayo en ese sentido con notable acierto y prometedores resultados. Después vino Paco con la rebaja o, por mejor decir, la burguesía instalada en el poder y dueña del establishment llamado chiringuito autonómico y, en vernáculo, Rovell de l’ou.

¿Qué será del Partido de los Cidadanos en la próxima tanda de penaltis?

Una cosa es cierta:  la catalana sigue siendo la última y la única sociedad europea que mantiene el modelo de opresión colonial: la burguesía local acapara la representación de sus dos comunidades socio-lingüísticas y todos los cargos inherentes a esa representación. ¿Hasta cuándo?

Los ciudadanos tienen la palabra. Como en América. Necesitamos un Obama.