¿Desastre total?

Parece ser que Alejo Vidal-Quadras ha hablado recientemente de «desastre total» y de sus responsables. Pájaro bobo considera que no ha sido una consideración acertada en cuanto que, a su modo de ver, supone que ese desastre total es inevitable y como tal debe darse por consumado. Él considera que quienes no están de acuerdo con un destino fatal deben luchar contra esa idea e impedir por todos los medios que se convierta en realidad. En cualquier caso, Pájaro bobo, setenta y cuatro años y un apellido que siente y vive como inviolable juramento de lealtad, se niega a sobrevivir a tamaña ignominia. Aunque la memoria le flaquea, quiere creer que fue Ortega quien escribió: «Cuando en el mundo sólo hubiera una solución, siempre habría dos: ésa y salirse del mundo».
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿tenemos derecho los españoles a asistir cobardemente a la destrucción de nuestra patria sin agotar todos los recursos del Estado de derecho en su defensa?

Partido Popular: ¿crisis o mutación?

Es posible que la cosa empezara como una crisis táctica alimentada por intereses personales antagónicos y enconadamente beligerantes, pero ahora hay suficientes elementos informativos para ver que en realidad se trata de una crisis estratégica que, a través de metástasis sucesivas, ha terminado por efectar a la esencia del partido, a su definición ideológica y social, y en estos momentos reclama no sólo un corrimiento operativo hacia el centro sino incluso y sobre todo un cambio de identidad. A los ojos de Pájaro bobo, que un partido político copie, calque y reproduzca en su estructura organizativa el insolidario modelo autonómico significa que ya no cree en el Estado-nación unitario y, por lo tanto, que no va a defenderlo. Eso no es un corrimiento operativo o coyuntural hacia el centro, eso, tal como él lo percibe y lo entiende, es una mutación en su dimensión estructural, mientras que en su intención y en las consecuencias previsibles es una traición de sobrecogedora gravedad.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuál será la próxima mutación que nos deparen los políticos y cómo pondrán fin los españoles a tanta traición?

Misterios de la política

Podemos imaginar que, si en su última etapa Zapatero se deshizo de las pocas reminiscencias socialistas que le quedaban en el caletre, fue porque entonces ya estaba convencido, por una parte, de que todo eso constituía un lastre invendible y, en consecuencia, inservible para él y, por otra, de que tenía un método mejor que el de su partido para ganar las elecciones. En realidad, más que método era una oferta compuesta en torno a un lote de promesas –sorpresa, sorpresa– capaz de cautivar a cualquier mujer de carne y hueso y no sólo de neutralizar a los poderosos e influyentes clanes periféricos sino incluso de hacerles morder el anzuelo. Peix al cove!

Si las mujeres quieren igualdad, aquí tienen un Ministerio. Eso para empezar. Y si los periféricos, nunca separatistas, quieren la independencia de sus respectivas naciones, aquí tienen, de momento, un Estado federal, criptofederal, pseudofederal y todo lo que los señores manden y ordenen. Como es sabido, la semántica nunca fue un problema para nuestro no culto pero sí refinado Zapatero.

Con el apoyo frontal de las mujeres y a tergo del Sanedrín catalán, Zapatero, además, de ganar la elecciones, comprobó que su táctica-estrategia era poco menos que invencible e infalible. Había descubierto la fórmula magíca. Tan mágica que su oponente político e ideológico, el gallego Marianín el Corto, después de dejarse asesorar y convencer por sus allegados, decidió imitar, copiar y plagiar al prestidigitador leonino. El clan de los posibilistas capitaneado por Gallardón y González Pons, con Fraga como apoyo y contrapeso, le convence de que debe acercarse al astuto y desinhibido Zapatero y, por lo tanto, llevarse bien con Jordi ben Gurión y con el cardenal arzobispo Martínez Sistach y con la Caixa y con todo el establishment de la Sagrada Familia, conocido en la provincia eclesiástica de la Tarraconense como el Sanedrín. Y ahí está ahora Marianín el Corto, convertido en aprendiz de prestidigitador y acompañado por toda su caterva de subalternos, beneficiarios y vividores.

Todos y todas menos una. En el momento mismo de que se consume el trasvase/cambiazo/traición, una mujer vasca, simplemente María, se le solivianta y se le planta. «Por ahí no paso». Dicho y hecho. Inmediatamente llama a su mejor amiga, que vive en la misma calle pero en el partido de enfrente. «Rosa, mira…» «María, cuenta conmigo». Vascongadas. Llueve. Los ojos se empañan como si fueran cristales.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es posible que, como barrunta Pájaro bobo, la defensa de la unidad de España recaiga muy pronto en dos vascas, Rosa y María, y un catalán, Alejo Vidal-Quadras?
¿Y dónde está el gallego?

Realidad social y espíritu democrático

Pájaro bobo considera que el primer derecho/deber de quien piensa es observar la realidad y aceptarla tal como es; el segundo, tratar de entenderla o, más exactamente, interpretarla; el tercero, tomar partido ante ella.

En la práctica, tomar partido ante la realidad –en este caso, una realidad social inmediata– significa incidir o tener voluntad de incidir en ella, ya sea a favor o en contra, habida cuenta que, de hecho, no parece posible ni mantenerse al margen ni permanecer neutral.

En las entradas de su blog, Pájaro bobo toma partido a favor o en contra de asuntos de su interés, pero procura exponer sus opiniones en forma de opiniones y así lo hace constar sistemáticamente por adelantado, pues considera que no tiene derecho –y tampoco se lo arroga– ni a pontificar ni a dar lecciones de democracia o de moral.

Dos consideraciones
1) Orden. En todas sus actividades, Pájaro bobo procura respetar escrupulosamente el principio de que «el orden de las ideas es el mismo que el orden de las cosas y viceversa». Lo aprendió hace mucho tiempo de Benito (Baruch) Spinoza, filósofo nacido en Amsterdam pero descendiente de una familia de marranos radicada en Espinosa de los Monteros (Burgos), y lo ha venido aplicando a lo largo de su vida, ya se tratara de escribir algo, llevar las cuentas de casa o hacer una de esas chapuzas hogareñas que tanto le gustan. Para colmo, con el tiempo ha descubierto que el orden es, además, una forma de sinceridad. Y ahí sigue.

2) Espíritu democrático. Podemos pensar que el espíritu democrático es una actitud intelectual que nace como exigencia ética, lucha por manifestarse como acción social y, a partir de ahí, se somete ¡voluntariamente! a normas de comportamiento y expresión respetuosas con la comunidad. Resumiendo: espíritu democrático es igual a comportamiento democrático más lenguaje democrático. Eso es al menos lo que Pájaro bobo piensa y trata de tener en cuenta. Por lo tanto, quiere creer que no conoce otra censura que la que él mismo sufre.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿puede tener espíritu democrático, comportamiento democrático y lenguaje democrático una sociedad con una tradición liberal e ilustrada tan deficiente como la sociedad española?

Partido de los Ciudadanos: contra inanición, reactivación

Pájaro bobo ha explicado manta vegada, por activa y por pasiva, que, dado un problema, sólo son válidas aquellas aportaciones que ayudan a solucionarlo. Y si, dada una crisis, hay un camino para salir de ella, ese camino es el de la acción razonada y programada o, lo que es igual, pensada. Fórmula: el pensamiento es la acción: der Gedanke ist die Tat.

A pesar de todas las maniobras encaminadas a confundir y engañar al personal (en Cataluña, a la feligresía de lengua española) y a pesar de toda la hojarasca con la que alguien pretende ocultar y obstaculizar el camino de salida, a vista de pájaro bobo el esquema es muy sencillo.

1) Problema. Independientemente de que los entendidos, llevados de su ignorancia y/o su mala fe, hablen de desaceleración, impasse, crecimiento negativo o volatilidad, tarde o temprano se llega a un punto en el que la realidad se impone por la fuerza de los hechos. Éxito y fracaso no son abstracciones por la sencilla razón de que, en las cosas de este mundo, sus resultados (casi) nunca lo son. Y, por supuesto, la pasta gansa no lo es.

2) Reflexión. Llegados a ese punto, surgen inexorablemente preguntas como dónde estamos y, para bien o para mal, por qué estamos donde estamos. Eliminados los casos de contumacia e ignorancia invencible, cabe la posibilidad de que entonces alguien vea, admita y reconozca que, de acuerdo con un balance provisional, hay peligro de que, si se continúa por el camino cubierto hasta aquí, nunca se alcance el fin perseguido y deseado. A Pájaro bobo alguien le enseñó en una vida anterior que la racionalidad consiste esencialmente no en pensar/razonar con lógica sino en obrar de acuerdo con un fin. Reconocer el error es condición indispensable para cambiar: cambios tácticos y, si procede, cambios estratégicos, pero, por encima de todo, cambios en el cacumen y, consecuentemente, en la actitud anímica de las personas.En cualquier caso, todo imaginario humano es reflejo de una realidad y toda realidad es reflejo de una suma de imaginarios humanos. Fórmula: acción conjunta en positivo o, si se prefiere, proactividad y sinergia.

3) Solución o soluciones. Como es lógico, una vez identificado y aislado el problema –en este caso concreto, falta de actividad organizativa y dinamismo expansivo–, y sólo entonces, hay que empezar a pensar en la solución o soluciones posibles. En opinión de Pájaro bobo, aquí siempre conviene tener en cuenta el método utilizado en medicina. En su ámbito, primero se elabora un cuadro clínico del enfermo, no sólo de la enfermedad, lo más amplio y completo posible, de acuerdo con un planteamiento deductivo, o sea, procediendo de lo general a lo particular o concreto, y después se actúa directamente sobre uno o varios puntos de acuerdo un enfoque inductivo (y, por lo tanto, de sentido contrario), habida cuenta que, con igualdad de resultados, la solución más económica en términos de evitación de dolor y sufrimiento es siempre la preferible y, por supuesto, la más ética. Fórmula: planteamiento integral (deductivo) e intervención tópica o local (inductiva).

El morador del búnker de pladur quiere pensar que el Partido de los Ciudadanos se encuentra –¿afortunadamente?– en una crisis, una crisis que, a su modo de ver, es más de vitalidad que de identidad, pues está convencido de que la inmensa mayoría de sus miembros saben lo que son y lo que quieren, aunque no siempre tengan la posibilidad de expresarlo. En cualquier caso, esa crisis, inteligentemente tratada y administrada, puede y debe ser el punto de partida de una etapa caracterizada por un movimiento de reactivación y dinamización del partido y sobre todo de sus miembros. Hoy, como ayer, el secreto está en red. La red sigue siendo su arma, su gran arma, el arma que mejor se adapta a sus miembros y en definitiva a su organismo. A los ojos de Pájaro bobo, eso significa que ha llegado nuevamente la hora del Tándem de la Ciudadela. Una vez más, Robles y Domingo tienen la palabra. Por fortuna, en estos momentos ni nos encontramos en el Parlament ni estamos amordazados.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué será del Partido de los Ciudadanos si sigue entregado a la inane e inocua pedagogía de la plastilina, en vez de abrir sus puertas de par en par a quienes le traen mensajes de reactivación y dinamización basados en la lucha por la supervivencia como razón de su ser presente y futuro?

Partido de los Ciudadanos: identidad

A Pájaro bobo se le antoja que, cuando el Partido de los Ciudadanos se define como no nacionalista, pone de manifiesto una inferioridad subjetiva, a la vez impuesta y asumida: impuesta por la clase social sustentadora de la ideología dominante en Cataluña y asumida inicialmente por un colectivo que, en el fondo, intenta sublevarse contra una y otra. Ante una situación similar y una actitud básicamente idéntica, el pobre y atormentado Nietzsche, espíritu escindido de por vida, habló de una moral de esclavos.
Condenado a sobrevivir en condiciones de muerte civil en su búnker de pladur, Pájaro bobo quiere pensar que, en circunstancias democráticamente normales, el ser humano se identifica y se define a sí mismo por lo que es, por lo que cree ser o por lo que aspira a ser, rara vez por lo que no es o por lo que no quiere ser, nunca por lo que quiere no ser.
El Partido de los Ciudadanos, que ha hecho suyos los principios de la Ilustración contenidos en la fórmula Sapere aude: Atrévete a saber, acaso podría y debería actualizar esa fórmula y predicar, por ejemplo, Esse te ipsum aude: Atrévete a ser tú mismo.
Si lo hiciera y, tras despojarse de los últimos e inservibles residuos ideológicos, adoptara un ideario que fuera a un mismo tiempo reflejo de su componente humano y epítome de sus inquietudes sociopolíticas, es posible que decidiera identificarse y definirse, por ejemplo, como «partido español, humanista e interclasista en lo social, constitucional y constitucionalista en lo político».

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuánto tiempo puede vivir/sobrevivir un ser humano negando su identidad sin perderla y/o sin dar en loco?

Las dos muertes del Partido de los Ciudadanos

Sabadell, 2 de junio de 2008, Centro Cívico de Can Rull. Una vez alcanzado el quórum previsto, Miguel Angel, excelente anfitrión y moderador, expone de manera sucinta las normas del debate-coloquio. El primero en tomar la palabra es José Domingo, que, tan pronto como ha desplegado sus papeles sobre la mesa, pasa a exponer su proyecto, proyecto que gira en torno a la idea de fortalecimiento del partido mediante un congreso extraordinario destinado a definir la situación actual y recoger aportaciones en forma de sugerencias prácticas. Joan García, defensor de la línea oficialista, fiel a Albert Rivera, le da réplica, no palique, y habla literalmente de asalto al poder y lucha de intereses. Según él, lo que está en juego no son las ideas del partido sino las personas que quieren/deben representarlo. Su acompañante, y en este caso subalterno, no sólo corrobora sus palabras y su posición sino que habla incluso de crispación y pide a los afiliados que se unan en torno a la figura de su presidente. Para Joan García lo que busca con su propuesta el sector crítico capitaneado por Robles y Domingo –de ahora en adelante conocido en esta página como el Tándem de la Ciudadela– es quitar a unas personas para poner a otras (léase: ellos mismos).
Definidas las posiciones, las espadas permanecen en alto.

Cuando le llega el turno al quórum, unos se pronuncian a favor de la línea oficialista, otros a favor del Tándem de la Ciudadela, mientras que alguien asegura categóricamente que en la situación actual sólo hay una solución: la suya, lo que nos viene a recordar, de una parte, que los atavismos persisten en las personas y, de otra, que el espíritu democrático, en cuanto actitud ética e intelectual, no se improvisa.

Después de hacer acopio de información, Pájaro bobo decide refugiarse en su búnker de pladur y, desde allí, rebobinar e ir observando mentalmente las acciones de las fuerzas en presencia para luego exponer sus impresiones y sus conclusiones. A él le gustaría que, dada su condición de Ciudadano, impresiones y conclusiones fueran proactivas, pero, como no es fácil que todos veamos las cosas de la misma manera, aspira a ser y a mostrarse al menos fiel a sus principios y mínimamente racional, habida cuenta que, como le enseñó el filósofo, sólo lo racional es real y sólo lo real es racional.

Según Pájaro bobo, actualmente en el Partido de los Ciudadanos puede apreciarse la existencia de un aparato funcionarial-burocrático fiel al presidente, Albert Rivera, y decidido a mantener el statu quo a toda costa, pero, a ser posible, mediante una entente cordiale perpetua. Esa situación no parece ni justificable ni justificada, mucho menos después de unas elecciones generales que se saldaron con un preocupante fiasco para la formación. Y toda vez que, tras alcanzar su techo en la primera comparecencia electoral, ésta se encuentra ahora en una clara fase decreciente, Pájaro bobo ha visto ahí una necrosis –muerte parcial de tejidos celulares y pérdida de votos, amén de pérdida de presencia e influencia social– y, por lo tanto, una primera defunción.

El morador del búnker de pladur considera que, en el ámbito de las ideas, Albert Rivera es un niño de pecho (unmündig). El hecho de que esté monitorizado y tutelado por un intelectual tan clamorosamente pobre como Francesc de Carreras no hace sino aumentar la gravedad de la situación y, con ella, la influencia de las personas de su entorno, convertido a la vez en aparato protegido y protector. Curiosamente, ese entorno está formado mayoritariamente por personas jóvenes; en cualquier caso, más jóvenes que los integrantes del Tándem de la Ciudadela y sus seguidores. En otras palabras: los jóvenes, instalados en el poder; los veteranos, no viejos, empeñados en la apertura dinámica del partido. La explicación de este fenómeno, nada usual, es relativamente fácil por visible, pero Pájaro bobo prefiere dejarla para otra ocasión. Si se presenta.

Cabe imaginar que el Tándem de la Ciudadela lo va a tener difícil, tanto más si opta por una línea maximalista a modo de catarsis. El horno no está para bollos, pues los integrantes/beneficiarios de este pequeño rovell de l’ou se muestran dispuestos a seguir defendiendo el statu quo con llamadas al orden en nombre de la unión y la germanor. No obstante, es de temer que, si sigue por esa línea, el partido sea víctima de la fagocitación institucional, precursora de su nihilización y, con la nihilización, de su segunda y definitiva muerte. Aun así, Pájaro bobo entiende que estamos en tiempos de pactos deudores de la Realpolitik, término que en su día él mismo adaptó al entorno y tradujo por el de política de la puta i la Ramoneta, clave hermenéutica de muchos secretos de nuestra vida colectiva.

Pájaro bobo defiende abiertamente la línea propuesta por el Tándem de la Ciudadela, convencido de que en esa línea está contenida la legitimación ética y social del Partido de los Ciudadanos y con ella su supervivencia.

Pregunta ingenua e intempestiva: ¿conseguirá mantener la dirección del Partido de los Ciudadanos la línea inmovilista que lo llevará inexorablemente a su segunda y definitiva muerte o, por el contrario, triunfará el proyecto impulsado por el Tándem de la Ciudadela y la formación encontrará mecanismos de dinamización/reactivación política y difusión/expansión social?

Pedagogía de la plastilina

Francesc de Carreras escribe sobre la pedagogía de la plastilina en un texto que a Pájaro bobo se le antoja una chapucilla en la que las palabras son utilizadas como trozos de plastilina. Correspondencia isomórfica: plastilina con plastilina, chapuza con chapucilla. Estamos en la universidad española, ante un catedrático de Derecho Constitucional. Y Pájaro bobo, que aprendió a pensar en los duros inviernos de Mitteleuropa, no sabe si blasfemar o dar gracias a Dios.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿podría explicarnos el susodicho, en otra lección para infantes, la relación de la pedagogía de la plastilina con la psicología de la Gestalt (Gestaltpsychologie), habida cuenta de que Gestalt viene de gestalten y gestalten significa modelar?

El clero catalán: clero politizado, clero cismático

Es comúnmente sabido que el clero catalán, no Iglesia catalana, está integrado en el frente político promovido por el Sanedrín y participa activamente en el proyecto independentista. En opinión de Pájaro bobo, esa actitud, junto con las actividades que le son inherentes, determina un comportamiento civilmente delictivo y gravemente pecaminoso en lo religioso por lo que tiene de politizado y mundanizado, máxime toda vez que, en este caso, las fuerzas políticas a las que el clero catalán presta su apoyo gozoso y cordial están supeditadas a una comunidad social –la comunidad de lengua catalana– que mantiene en condiciones de opresión a otra –la comunidad de lengua española–, a la que, a pesar de ser mayoritaria, está tratando de arrebatar dolosamente los derechos democráticos, civiles y religiosos, que en justicia le pertenecen; entre ellos, el derecho a recibir enseñanza pública y tener servicios religiosos en su lengua.
El clero catalán con su cardenal arzobispo, Martínez Sistach, al frente no sólo no condena la política opresora de los partidos catalanistas, como es preceptivo en una instancia religiosa regida, necesariamente, por criterios éticos, sino que incluso colabora con ellos en la erradicación planificada del idioma español y la privación a los fieles hispanohablantes de servicios religiosos en su lengua. Como si no tuviera bastante con todo ello, el mencionado cardenal arzobispo, llevado de una anonadante falsa buena conciencia, pide ahora la supresión de programas muy concretos de la COPE, cuando la mencionada emisora es, precisamente por esos programas, la única voz crítica que sobrevive en el espacio geográfico sometido a la dictadura encubierta pero implacable de los partidos catalanistas, con los que, repetimos, el clero catalán y el cardenal arzobispo Martínez Sistach colaboran tan estrecha como ilícitamente, llevando a la práctica en su demarcación las «recomendaciones» que la dirección de esos partidos les transmiten. Miserables, miserables.
Pájaro bobo considera que la Conferencia Episcopal debería investigar las actividades del clero catalán y sus vinculaciones con los partidos nacionalistas. Lógicamente, para ello tendría que preguntar directamente a las asociaciones religiosas y a los creyentes que sufren la opresión del llamado nacionalismo catalán. Entonces conocería la verdad, al menos una parte de ella, y podría informar a la Santa Sede para que ésta tomara cartas en el asunto y pusiera coto a comportamientos que, además de estar alejados del mensaje evangélico, están marcados por una politización con ribetes cismáticos, aunque sólo sea por su obsesión secesionista, ya que, como nos enseña la historia, la división de la sociedad conduce con frecuencia a la división de las comunidades y ésta, a su vez, a la división de la Iglesia.
Es posible que entonces, el clero catalán dejara de actuar, como viene haciendo, con indebida autoestima o, si se prefiere, con falsa buena conciencia y se cuidara de lo que realmente le incumbe: proporcionar asistencia religiosa a los creyentes y, como mínimo, mantenerse al margen de los conflictos referentes a asuntos mundanos, a no ser que decida tomar partido en favor de los más débiles.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cómo es posible que el actual cardenal y arzobispo de Barcelona, Martínez Sistach, siguiendo la línea del abad de Montserrat, Josep Maria Soler, se preste a participar en intrigas políticas, hasta incurrir en un delito/pecado de difamación, y falte deliberada y gravísimamente a la verdad delante de cuarenta y cinco millones de españoles?

Partido de los Ciudadanos: dos brazos en busca de una cabeza

El filósofo definió lo ético en cuanto imperativo categórico como la norma que debe presidir los comportamientos individuales. Servir al ser humano como un fin en sí mismo, no servirse de él como un medio. Es posible que a Albert Rivera no le sean muy familiares tales ideas, pero, en opinión de Pájaro bobo, eso es justamente lo que hace o intenta hacer: servirse de, en lugar de servir a. Y, lo sepa o no lo sepa, escrito esta: «No lo saben, pero lo hacen». Mala política.
Afortunadamente, en el Partido de los Ciudadanos hay, además de quien quiere servirse de él, quienes están a su servicio. Por eso hay parcelas que funcionan y parcelas que no funcionan; hombres que actúan dentro de su demarcación y hombres que, dentro de su demarción, frenan y controlan. A los ojos de Pájaro bobo, Albert Rivera es de estos últimos.
De los que actúan activa y proactivamente, uno defiende los derechos de los Ciudadanos en un Parlamento sumamente hostil con una entereza, una convicción y una coherencia que le han granjeado el respeto general, rivales incluidos. Si siempre fue difícil estar en el lugar justo en el momento justo, más difícil y más meritorio será sin duda pronunciar la palabra justa en el lugar justo y en el momento justo. Pájaro bobo considera que Antonio Robles lo hace. Hoy, él es uno de los dos brazos que sustentan el mermado Partido de los Ciudadanos.
El otro, a jucio de Pájaro bobo, es José Domingo, el hombre que podría y acaso debería pasar a la historia de la actividad política española como el inventor de las campañas políticas basadas en la red. En cualquier caso, él fue el primero en utilizar el sistema a escala nacional, y con rotundo éxito. Pájaro bobo quiere creer que los votos obtenidos por el Partido de los Ciudadanos en su primera comparecencia electoral fueron en buena medida fruto de ese sistema de comunicación y difusión, que después otros han intentado copiar y/o han copiado. Digamos, a modo de aclaración, que, lógicamente, la red como sistema de comunicación proporciona los mejores resultados en estructuras de desarrollo horizontal y suficientemente informatizadas, lo que en cierto modo quiere decir también suficientemente jóvenes. En síntesis: la estructura del modelo utilizado se reproduce en la estructura del colectivo que lo utiliza.
Pájaro bobo considera que, una vez superada la primera etapa –etapa de supervivencia y consolidación–, el Partido de los Ciudadanos necesita un líder que esté a la altura del momento y las exigencias que éste le plantea a diario, un líder capaz de marcarle la línea de actuación práctica y definición ideológica –el indirizzo–, no empeñado estrictamente en controlar la andadura de sus hombres más activos.
Es lícito pensar que el Partido de los Ciudadanos debe abrirse a la sociedad y, muy concretamente, a ese sector que, falto de una representación leal y democrática, se ve obligado a enajenar sus votos y con ellos sus derechos constitucionales. En realidad, la línea política e ideológica de un partido político viene marcada con carácter necesario por las exigencias del sector social al que representa y en el que opera. Ése es el sector al que, prioritariamente, debe escuchar y brindar su ayuda. El líder político que supedita la realidad social, con sus imperativos, a una visión personal egocéntrica incurre en un fraude y, por eso mismo, está condenado al descrédito y en definitiva al fracaso.
Pájaro bobo considera que el Partido de los Ciudadanos debe conservar las partes que han funcionado y funcionan y proceder a la renovación de aquellas otras que se han convertido en un lastre tanto para su cabal funcionamiento como para su expansión futura. En su opinión, Albert Rivera es una de estas últimas. El Partido de los Ciudadanos necesita una cabeza nueva y mejor amueblada.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿qué fin espera a un organismo cuyo desarrollo se ve impedido por el tamaño de su cabeza?