Rosa, San Gil y Alejo, programa nuclear

Cabe la posibilidad de que la crisis económica, ésa que Solbes trató de ocultarnos y nos ocultó pérfidamente, arramble de una vez por todas con los problemas nacionales, los agrave y, al agravarlos, los polarice.
La economía es la base de sustentación de la biología, incluido el ser humano. Y si sobrevivir o no sobrevivir es siempre un problema de superávit, la racionalidad no consiste en pensar con lógica sino en actuar de acuerdo con un criterio económico sanamente egoísta.
Cabe, pues, la sana posibilidad de que, a la postre, en el seno del Partido Popular se imponga la corriente de los lameculos, con alguna activa e intrigante fiera corrupia de por medio, y la formación sobreviva si acierta a encontrar ese punto de equilibrio o falso equilibrio que va de la lacónica María San Gil al socialdemócrata Gallardón. El Estado de las Autonomías es el lucrativo modus vivendi de una cuantiosa, voluminosa, voraz y adicta clase política organizada en capillitas estatales, autonómicas, comarcales y locales. Clanes y mafias aparte.
A Pájaro bobo lo que realmente le preocupa es qué será de Maria San Gil y los suyos, aunque al estar bajo la protección, o eso quiere creer, de Vidal-Quadras, se queda más tranquilo, máxime toda vez que, como ha podido saber, hay un proyecto a medio plazo para impedir la destrucción de España y proceder a su reconstrucción devolviéndole su condición de nación unitaria. Y, como no podía ser por menos, en ese proyecto nuclear está el físico catalán.
Por lo tanto, tras la espiritualización de la falsa frontera ideológica, el núcleo óntico, ético y patriótico de la política nacional girará en torno a dos vascas y un catalán. Toda una lección y una ironía.
Nada más conocer la noticia, Pájaro bobo ha recuperado el aliento y ha empezado a buscar e interpretar signos que marquen la llegada de esa hora.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿y si los separatistas, enterados de que existe un plan para salvar España, deciden acelerar la marcha y proceder a su liquidación inmediata y total?

El referéndum de Ibarretxe frente a la soberanía nacional y la Constitución

A juicio de Pájaro bobo, el referéndum auspiciado ahora por el lendakari Ibarretxe es una consecuencia de la pérdida de la soberanía nacional en el ámbito jurídico-administrativo de la Comunidad Autónoma conocida con el nombre de País Vasco. Consecuencia y, por lo tanto, confirmación que puede y acaso debe verse como resultado del juego persistente de dos fuerzas opuestas, asimétricas y, en este caso concreto, complementarias. De un lado tenemos, para vergüenza de todos los españoles, una cadena de actos de dejación y claudicación del Estado, a través de sucesivos Ejecutivos, y de otro lado tenemos, para ignominia de todos los españoles, una cadena de actos de usurpación por parte de las autoridades autonómicas vascas que inician su andadura depredadora bajo el paraguas protector/disuasor de la banda terrorista Eta. De hecho, la presencia de Eta determina no sólo la existencia de un espacio geográfico que escapa a la soberanía nacional sino también, y como correlato práctico suyo, la existencia de un sector poblacional que se beneficia clara y abiertamente de esa protección frente a un sector poblacional que sufre su acastigo en forma de atentados criminales y un terror continuo y generalizado.
Y, si eso es así, no es lícito hablar ni de soberanía nacional ni de democracia, aunque sólo sea entendida como igualdad de condiciones sociales para todos los miembros de una misma comunidad.
Pájaro bobo considera que, ante esta situación, al Ejecutivo español sólo se le ofrece un camino si realmente quiere estar al servicio de un Estado de derecho: restablecer la soberanía nacional en todo el territorio de España y en todas las instituciones dependientes del Estado. Tanto las actividades de Eta como el referéndum propuesto por el lendakari, subsidiario de esas actividades, entran de lleno en el concepto de delito y deben perseguirse hasta hacer valer el imperio de la ley (the Rule of Law). Negociar con personas que, además de estar integradas en una banda terrorista, han cometido delitos de sangre y se hallan en situación de busca y captura es un delito, aunque se tenga el plácet del Congreso, pues ese plácet es ilegítimo en cuanto que su aceptación y su validez suponen la negación del imperio de la ley y en definitiva la quiebra del Estado de derecho. Todo Estado de derecho está obligado a utilizar en cada una de las situaciones que se le presentan los medios legales que le son propios, habida cuenta que esos medios serán siempre, por definición, legítimos, lícitos y suficientes.
A juicio de Pájaro Bobo, los españoles debemos exigir que el jefe de nuestro Ejecutivo haga valer la Constitución en todo el territorio español y que, de acuerdo con ella, persiga a las personas que la han transgredido.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿se atreverán los españoles a exigir al jefe del Ejectivo que haga valer la Constitución y, en el caso de que persista en no hacerlo, se atreverán a exigir su destitución y su procesamiento?

Guerra religiosa, no santa, contra la COPE

A estas alturas de la guerra contra todo lo español en Cataluña, la emisora de la COPE capitaneada por el indomable e insobornable Federico Jiménez Losantos constituye el último y, por lo tanto, también único baluarte de la libertad de expresión en las parroquias y las feligresías de esta provincia eclesiástica. El clero catalán, algunos de cuyos miembros más conspicuos fueron designados, puestos e impuestos en su día por el Sanedrín (Volem bisbes catalans), se viene esforzando desde un principio por ser un elemento activo de esa guerra. Si ayer fue el poco católico (universal, ecuménico) abad de Montserrat quien se prestó gustosa y gozosamente a presentar ante el Vaticano las quejas de sus superiores políticos por los inadmisibles ataques a Cataluña del obstinado periodista turolense, ahora es Lluís Martínez Sistach, cardenal arzobispo de Barcelona, el que, camuflado entre los miembros de la Conferencia Episcopal, lanza sus dardos envenenados contra el director de «Las mañanas de la COPE». Y como en una guerra religiosa, no santa, todos los medios y todos los recursos son válidos, clérigos y feligreses separatistas, desde el rector de Santa María del Mar hasta el director de La Vanguardia, órgano servil del catalanismo institucionalizado, han terciado en el pleito verbal entre Losantos y Rajoy echando leña al fuego y azuzando alternativamente a uno y a otro para sacar partido en beneficio propio. Lo de siempre como siempre.
Conviene decir una vez más, precisamente por ser cierto y sabido, que el clero de esta provincia eclesiástica, integrado activamente en el proyecto político del Sanedrín, cumple en su parcela las consignas políticas que recibe de sus superiores y cuida con celo inquisitorial de que los creyentes tengan cada vez menos servicios religiosos en lengua española, hasta que consiga eliminarlos por completo, que es la meta. Evidentemente, ese mismo clero ni denuncia ni denunciará nunca que los hijos de los españoles residentes en Cataluña, más de cuatro millones, equivalentes al 52-54% de su población, no reciben enseñanza general y formación religiosa en su lengua materna, porque, como es lógico, eso ni lo saben ni les interesa saberlo. Y, además, denunciarlo sería un ataque a Cataluña. Miserables, miserables.
Pregunta ingenua e intempestiva:
¿Sabe el cardenal y arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, que, de acuerdo con la historia reciente (Alemania, China, Cuba), un clero nacionalista es un clero mundanizado, politizado y, por lo tanto, cismático o cuasi cismático?

Más allá de la izquierda

Pájaro bobo quiere imaginar que el socialismo nace en el preciso instante en el que alguien –acaso un viejo intelectual judío con atributos de parásito social– plasma sobre una hoja de papel la idea de que es posible alumbrar otra realidad humana, una realidad tal vez menos natural pero más racional, menos fatal y más libre y, por libre y racional, decididamente utópica para la época. Luego, la idea pasa de la cabeza del intelectual parisitario a las manos de una legión de trabajadores y se transforma en acción (der Gedanke wird die Tat). El socialismo es pensamiento en acción. Sí, pero tan pronto como los obreros de las ciudades industriales se apropian de la idea, descubren que, para impulsar e imponer esa idea, deben unirse, y, a partir de ese momento, el socialismo va a ser acción colectiva, unida y ordenada. Estamos en el siglo XIX, el siglo de los movimientos que configurarán la sociedad nacida de la Revolución industrial.
Aunque él no sabe qué idea del socialismo, como fenómeno sociohistórico, tienen nuestros socialistas, a Pájaro bobo le sorprende muy negativamente que ahora, como en tiempos de la segunda República, éstos se alíen con los representantes de movimientos burgueses de la periferia que, además de ser necesariamente minoritarios, propugnan formas de convivencia basadas en la opresión de una parte de la sociedad en muchos casos mayoritaria y en todos los casos merecedora de un tratamiento humanamente digno. Tanto en Vascongadas como en Cataluña, los partidos burgueses han venido manteniendo sus privilegios, entre ellos gobernar «democráticamente», gracias a la división de la sociedad y a la marginación de sus capas inferiores. ¿Y qué han hecho nuestros socialistas? Pasarse al enemigo: conservar indignamente! el nombre de socialistas y hacer política contra el Gobierno de la nación y, lo que es aún más indignante, contra los mismos trabajadores que los han votado y los votan. Miserables, miserables.
Pájaro bobo considera que Rodríguez Zapatero carece no sólo de un ideario socialista sino incluso de un criterio ético. Su comportamiento como jefe de Gobierno nos da derecho a pensar que es una persona sin escrúpulos capaz de hacer lo que crea necesario, desde engañar y traicionar a sus aliados hasta infrigir gravísimamente la Constitución, con tal de conseguir su objetivo. En su opinión, Rodríguez Zapatero debería ser destituido y procesado. Dos cargos entre muchos: negociar, pactar y dialogar con personas que, como los etarras, han cometido delitos de sangre y están situación de busca y captura; infrigir la Constitución al avalar el Estatuto de Cataluña cuando está obligado a saber y sabe que el texto es totalmente anticonstitucional en su letra y, sobre todo, en su espíritu.
Pájaro bobo se ha preguntado muchas veces qué piensan de Zapatero y su comportamiento compañeros suyos como Felipe González, Alfonso Guerra, Rodríguez Ibarra, José Bono y Francisco Vázquez. A falta de respuesta, se inclina a pensar que su silencio los hace cómplices de los abusos, los delitos y los actos de traición cometidos por él, mientras que la herencia que va dejar tanto al Partido Socialista como al conjunto de España es para echarse a temblar. Ríase quien pueda de la crisis del Partido Popular.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Por qué el Partido Socialista Obrero Español no está a la altura de las circunstancias en estos momentos en los que está en juego el destino de España y por lo tanto el destino del socialismo y de los trabajadores?
¿Son todos los socialistas españoles, concretamente Felipe González, Alfonso Guerra, José Bono, Rodríguez Ibarra y Francisco Vázquez, tan irresponsables y tan desleales como Zapatero?

Más allá de la derecha

Para vergüenza de todos, en poco más de medio siglo hemos pasado de la España invertebrada de Ortega (1922) a la España desvertebrada del Estado de las Autonomías (1978). Aquí el momento a quo está unido con el momento ad quem por el período correspondiente a la dictadura de Franco, durante el cual se llevó a cabo una vertebración supuestamente impuesta manu militari y a la postre fallida (1939-1976). Franco no contó con la falsedad y la cobardía del ser humano. De hecho, la España de la Transición ha venido a entroncar, más para mal que para bien, con la España de la República y su situación política. A partir de la Transición se pone de manifiesto que, como antaño, España es un organismo enfermo en el que dos fuerzas profundamente insolidarias –la izquierda y los separatismos vasco y catalán– están dispuestas a confabularse, y de hecho se confabulan, para descoyuntarla y desintegrarla. Los separatistas buscan el apoyo de la izquierda sabedores de que amplios e influyentes sectores de ésta son visceralmente contrarios a todo proyecto nacional por entender que el concepto de nación, referido a España, va unido necesariamente a una derecha militarista, clerical y reaccionaria. Su consigna es: antes rota que unida y de derechas.
En opinión de Pájaro bobo eso significa que en el momento presente la derecha tiene la obligación de asumir, además de la defensa de sus intereses como partido político y representante de una parte considerable de la sociedad española, la defensa de la nación en su conjunto, tarea en la que ¡lamentablemente! no puede contar con la colaboración leal de la izquierda, toda vez que ésta no sólo carece de sentido de Estado y conciencia patriótica sino que además está dispuesta a confabularse con las fuerzas empeñadas en destruirla.
Ahí está la deslegitimación de nuestra izquierda, encarnada en el pseudosocialista Rodríguez Zapatero, y la legitimación supraideológica de la derecha, siempre que sea capaz de acoger y agrupar en su proyecto a todos los españoles que, conscientes de la gravedad de la situación, se declaren dispuestos a anteponer el bien de España –en este caso, su unidad– a las ideologías y los intereses particulares.
Ésa es la baza que, según Pájaro bobo, debe jugar el PP no sólo para ganar unas elecciones (y todas las elecciones que hagan falta), sino de manera especial para presentarse ante la sociedad española en su conjunto como garante de la Constitución, de la convivencia pacífica y democrática de los españoles y de la persistencia de España como nación. Evidentemente, esa baza desautoriza e invalida todos los intentos de acercamiento al pseudosocialismo zapateril y, a través de él, a los separatistas, unos y otros empeñados en la atomización de España como nación y de su vida política.
En la actual crisis del PP se pueden distinguir dos planos: un primer plano estaría constituido por la existencia de varias líneas ideológicas que se pueden reducir a dos: la línea ética o patriótica, representada por María San Gil y apoyada por hombres como Vidal-Qadras, y la línea mercantilista y posibilista deudora de la Realpolitik y la política de la puta i la Ramoneta, representada por Soria y González Pons, partidarios del acercamiento a los separatistas. En un segundo plano pueden verse con bastante claridad las maniobras, más bien indignas, de quienes quieren colocarse ventajosamente en la futura escena popular. En última instancia, la idea de todos estos es pactar con los separatistas el mantenimiento del actual statu quo, base de la superestructura autonómica percibida como lucrativo modus vivendi de la numerosa y voraz clase política. Pájaro bobo quiere creer que Mariano Rajoy no ha sabido verlo, y sigue sin verlo, y por eso se ha dejado arrastrar hacia una línea que no es la suya.
Resumiendo: si el Partido Popular asume la defensa de España como patria de todos los españoles, tiene derecho a pedirles su apoyo y los españoles estamos obligados a dárselo de todo corazón, sin reservas, sin pensarlo dos veces.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿están dispuestos los españoles a consentir la desintegración de España cuando tienen la posibilidad de impedirlo?

El centro no es el centro

Mapa de la sociedad, el centro está vacío

Podemos suponer, al menos como punto de partida, que toda formación política tiene una ideología, que esa ideología tiene a su vez un universo semántico y que ese universo semántico tiene a su vez un núcleo formado por la idea o las ideas que precipitaron su alumbramiento en un momento concreto y después marcaron su supervivencia a lo largo de la historia. Por eso, el filósofo pensó y, aunque no actuó, dejó escrito para la posteridad: «El pensamiento es la acción» (der Gedanke ist die Tat). En puridad, las ideologías son cosmovisiones laicas.
A partir de la Reforma, entendida como movimiento intelectual laico, surge y se afirma progresivamente una actividad civil, ni específicamente religiosa ni necesariamente militar, provista de una organización y un orden propios, que determinará la formación de una conciencia responsable asentada en el sentido del deber y en el esfuerzo individual (ética del trabajo). Ése es el germen de los partidos conservadores que después primarán los valores asentados en la vida morigerada tal como la ha venido practicando tradicionalmente esa capa de la sociedad civil conocida como burguesía.
Los partidos de izquierda, nacidos de la idea de que es legítimo luchar por una sociedad cada vez menos injusta, hasta llegar, si es posible, a una sociedad justa, han impulsado ante todo la formación de una conciencia individual y colectiva primero crítica, después utópica y por último solidaria.
En opinión de Pájaro bobo, la conciencia solidaria con el que sufre, con todo aquel que sobrevive en condiciones impropias de un ser humano, debería presidir hoy la actuación de los partidos de izquierda y, concretamente, de nuestro socialismo.
Lamentablemente parece que no es así. Los constantes intentos de corrimiento de socialistas y pseudosocialistas hacia el centro sociopolítico son en realidad maniobras tácticas de derechización, por la sencilla razón de que para toda formación de izquierdas ese centro queda necesariamente a la derecha, ya fuera del ámbito de su ideología y de las prácticas que la definen específicamente. En el fondo se trata de concesiones ilícitas por desleales e inmorales en aras de la toma del poder a toda costa y a cualquier precio.
De manera análoga por inversión, todos los intentos acometidos por la derecha para ocupar el centro son formas de izquierdización que la llevan a salirse del ámbito ideológico y operativo que le es o debería serle propio. La derecha ha tenido y tiene valores y recursos tan legítimos éticamente como socialmente eficaces que debería poner a contribución antes de desnaturalizar su ideología y/o traicionar a sus votantes.
En uno y otro caso nos encontramos con formas de desnaturalización de las ideologías respectivas impulsadas por el empeño de aumentar el número de votantes y así acceder al poder. El criterio ético ha cedido el sitio al criterio económico-comercial.
A juicio de Pájaro bobo eso es en el fondo un fraude, pues los dirigentes políticos se deben a sus votantes y es a éstos a quienes corresponde fijar el contenido y los límites de su ideología. Los políticos, en cuanto personas elegidas para representar a los votantes, están obligados a respetar en todo momento la voluntad de éstos.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿no saben los políticos que toda desnaturalización deliberada de una ideología es un fraude moral y una traición a sus seguidores y votantes, independientemente del resultado que, en un momento dado, se obtenga en las elecciones?

Palacio de las Delicias: combate Gallardón-Aguirre

Cabe pensar que ha terminado o está a punto de terminar el primer asalto del combate Gallardón-Aguire por el cetro y el control del Partido Popular y que este primer asalto –preámbulo, maniobra de tanteo, juego de escaramuzas o ataque por sorpresa en plan killer— se ha saldado o va a saldarse con una clara victoria del joven y apuesto Gallardón, conocido en los pagos populares como el Caballero de Lavapiés y reconocido por algunos, no por todos, como la gran promesa, nunca esperanza, de la derecha española menos española y menos aguerrida. El muchacho está siendo asistido en el rincón, tapizado de añejo y desteñido color azul, por el veteranísimo y venerable Manolo Fraga, viejo luchador y presencia obligada del ringside en todos los combates importantes de la política española durante los últimos sesenta años i la torna. El combate estelar de esta velada, escenificado en el madrilenísimo Palacio de las Delicias, es dirigido por Mariano Rajoy, árbitro de la Federación Gallega, que, a pesar de su experiencia, no ha conseguido imponer su autoridad para controlar el cuerpo a cuerpo (in-fighting), con sus correspondientes andanadas de golpes bajos, e impedir que la pelea y con ella el noble arte del boxeo se le fueran de las manos y degeneraran en una riña callejera.
A pesar del balance adverso, Esperanza Aguirre ha puesto a contribución, además de sus encantos de señora de postín, sus artes y artimañas, hasta el punto de que, anticipándose a los acontecimientos, intentó dejar fuera de combate a su oponente antes de que éste subiera al cuadrilátero y bien sabe Dios que si no lo consiguió fue porque el presunto interfecto se hizo el muerto, o acaso el gato maula, hasta que llegó su hora.
Ahora, con el combate y la bolsa prácticamente en la faltriquera, el veteranísimo preparador Manolo Fraga quiere que Gallardón haga una gira triunfal por los dominios más populares, acompañado por el hábil y relamido estilista González Pons, también pupilo suyo y miembro de su escudería. Conocido entre sus amigos con el cariñoso apelativo de la Sonrisa del Foro, dicho sea con permiso de José Bono, Pons ha manifestado en repetidas ocasiones que sólo está dispuesto a pelear, en el Parlamento o fuera del Parlamento, con guantes blancos confeccionados con badana de armiño.
Aguirre, perdedora moral de este primer asalto, se ha apresurado a hacer unas explosivas declaraciones en la rueda de prensa convocada al efecto en el mismísimo túnel de los vestuarios. En ellas ha atacado con medida y comedida rabia a su rival con el clan de los gallegos en peso, mientras que sus partidarios y seguidores han acusado al árbitro, Mariano Rajoy, de estar vendido y haberse limitado a escenificar una pantomima, a Manolo Fraga de urdir tejemanejes a la antigua usanza y al mismísimo Gallardón de haber preparado una encerrona a su rival y otrora partenaire.
A estas horas, la bronca continúa en las calles de la capital del Reino, donde los partidarios de Aguirre y Gallardón se han dado cita en los aledaños del Palacio de las Delicias para dirimir sus diferencias a grito limpio pero bajo promesa de no llegar a las manos.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿y si el destino de España dependiera del destino del Partido Popular y el destino del Partido Popular dependiera del resultado del combate Gallardón-Aguirre escenificado en el capitalino Palacio de las Delicias?

10 de la noche del jueves, 22 de mayo de 2008.

Crisis económica: dos enfoques y una experiencia

En opinión de Pájaro bobo, una primera medida, siempre útil, nunca perjudicial, para afrontar una crisis de manera racional, sufrir el mínimo daño posible y, en última instancia, acaso beneficiarse de ella  consiste en delimitar el campo o los campos que, previsiblemente, van a resultar afectados negativamente por dicha crisis, y, a continuación, definir y cuantificar variables como su naturaleza específica, su intensidad  y su duración. A este fin  se pueden asignar a los principales indicadores económicos valores límite y componer con ellos un cuadro general definido como el peor de los casos posibles  (the worst case scenario). En tal  supuesto, cada uno de esos valores  podrá utilizarse como terminus a quo o, en otras palabras,  como expresión de la situación  menos deseada  y, por lo tanto, como límite o referencia negativa.

Este enfoque, en el que el individuo o la yuxtaposición de todos los individuos aparece como objeto a la vez pasivo e impotente,  responde a un planteamiento deductivo  que, una vez hechas las   adaptaciones y las correcciones necesarias, tiene aplicación en muy diversas disciplinas. Como puede verse, en economía sirve, entre otras cosas, para hacer predicciones y tomar medidas teóricas y prácticas ante cambios potenciales difíciles de controlar, incluidas, claro está, las grandes crisis nacionales y supranacionales.

A juicio de Pájaro bobo, ese cuadro económico, alumbrado, acaso de manera inconsciente,  a través de un planteamiento deductivo en el que, en definitiva, el colectivo social aparece como objeto  de un sistema impuesto por una instancia superior, tiene su contrapartida y su complemento en un enfoque o planteamiento inductivo, dentro del cual cada individuo es, al menos en cierta medida, sujeto agente de su propia  actividad económica.

Ante la imposibilidad e inutilidad de incidir positivamente en el sistema económico general, Pájaro bobo, convencido de que el orden es a la vez racionalidad y transparencia u honradez, adoptó hace tiempo un criterio operativo basado en un principio de Spinoza según el cual «el orden y la conexión de las cosas son los mismos que el orden y la conexión de las ideas». Esto le permitió organizar y ordenar su microcosmos y hacer frente, con cierto éxito, al desorden que otros querían venderle e imponerle. Y si es cierto que no le ha resultado nada fácil, habida cuenta que ha tenido que luchar contra un contexto social naturalmente hostil, también lo es que hoy  la economía de este hijo de la guerra y el trapicheo familiar es, por racional, simple y transparente. Además,  como administrador hogareño, él procura y por normal consigue  que cada miembro del clan tenga lo que necesita —quantitas y qualitas— en el momento en el que lo necesita.Como no puede ser por menos, él se queda siempre con la peor parte. Y es que lo suyo es incurable: tiene orden en la cabeza y, para colmo,  se somete a él de buen grado.

Partido Popular: mujeres frente a lameculos

Pájaro bobo considera que, por regla general, el desenlace de proyectos en curso de ejecución es imprevisible y, por lo tanto, también imprevisto, aunque, llegado el momento y una vez partida la sandía, no falte quien diga que él ya lo sabía o, más frecuentemente, «eso se veía venir». El ser humano aprende poco, tarde y mal de la historia y su memoria, y, si ese ser humano es español, aún menos, aún más tarde y aún peor. Otra cosa es lo que se pregona y se intenta vender hoy en los mercadillos del cotilleo político. El ser humano es, por concreción y sinécdoque, un retrato del colectivo social y el colectivo social es, por abstracción y generalización, un retrato del ser humano, incluidos, en uno y otro caso, tanto el paisaje como el paisanaje que habitualmente no sale en la foto.
El Partido Popular sigue con su bronca-trifulca de todos contra todos. Pájaro bobo no habla de todos los que son sino de todos los que están. En este caso, ser es básicamente una forma de ausencia y de silencio; estar, una forma de presencia activa/destructiva o, si se prefiere, de militancia beligerante. La intriga y el codazo no son invenciones de la pugna democrática. En estos momentos, intrigas y codazos van perfilando sobre el parqué de las salas y los pasillos del ala derecha de nuestra sociedad dos corrientes caudales, antagónicas pero no devastadoras, ni homicidas ni suicidas sino civilizadas y más o menos democráticas, formalmente democráticas. A través del ojo de buey de su búnker de pladur, Pájaro bobo divisa a un lado un cortejo de mujeres: ahora, víctimas del terror y el terrorismo de Eta y, ahora y siempre, siervas del atávico caciquismo peninsular. A otro lado están los profesionales o, para ser exactos, los funcionarios de la política: gerifaltes, grandes y pequeños caciques, acólitos, lacayos y subalternos, todos ellos mercenarios dispuestos a servir a la Administración estatal, nunca a la patria, a través del negocio de la política disfrazada de democracia. A incierta distancia, tras los cristales de alegres ventanales, mirones, soplones, confidentes, chivatos, desinformadores y presuntos periodistas esperan turno. El cortejo de mujeres, presidido por María San Gil y, por lo tanto, minoritario y poco jaranero, levanta la vista y saluda con la mano a su admirada compañera de penas y fatigas Rosa Díez, que causalmente pasaba por allí, no por la acera de enfrente, y le contesta: «¡A la salida nos veremos!» Mercenarios y funcionarios de la política siguen con sus trajines de cintura para arriba: corrillos y correrías, plantes y desplantes, marques y desmarques, meriendas y merendolas, sandwiches y bocadillos, pinchos y pinchitos, concilios y conciliábulos pero sobre todo apariciones y desapariciones. Noche de Walpurgis, se acerca la hora del aquelarre, se merlasca la tragedia. Mientras tanto se oyen ¡y se escuchan! siglas, consignas y nombres propios más o menos comunes: Gallardón, González Pons, Esperanza Aguirre, Fraga, Lasalle, Soria y, claro está, Mariano el Largo y Mariano el Corto. Parece ser que, de momento, va a imponerse la corriente de los hombres gallardos y los hombres puente. Así las cosas, el peeping Tom del búnker de pladur se inclina a pensar que, una vez más, las mujeres van a quedarse solas, solas en casa y solas en las barricadas de la nación-Estado, pues ellas, sólo ellas, mantienen y defienden con bravura y lealtad principios éticos y, por lo tanto, imperativamente categóricos. Por esa y por otras muchas razones que ni la bolsa ni la andorga alcanzan a entender, a los ojos de Pájaro bobo donde haya una mujer española que se quiten todos los mercenarios de la política, máxime si pertenecen a la subespecie de los lameculos como González Pons, Soria, Gallardón y, pendiente de confirmación, Marianín el Corto. (Por respeto no se cita a mayores de 80 años).
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿y si las mujeres decidieran poner en fuga a todos los lamenculos de nuestra política, tanto de izquierdas como de derechas?

Debilidades del Estado de derecho

De acuerdo con sus propias palabras, en su última visita a Madrid (España) el lendakari vasco Ibarretxe ha actuado como emisario de Eta. Si ha solicitado y obtenido audiencia de nuestro indigno jefe de Gobierno, Rodríguez Zapatero, ha sido respondiendo a un acuerdo que Pájaro bobo no duda en resumir en estos términos: Eta castiga con sus criminales atentados al pueblo español hasta que el Gobierno se ve obligado a bajar la cabeza y aceptar las condiciones que la banda terrorista le presenta. Una vez obtenida la aceptación por escrito, el lendakari se persona en Madrid con el encargo de dar carácter oficial a la operación. A partir de este momento no se trata del chantaje de una banda terrorista sino de la respuesta del Estado español a una petición legítima del pueblo vasco formulada a través de su representante legitimo y democrático. Después, al no ver atendida su demanda, el lendakari se confiesa y canta: «Al fin y al cabo, yo sólo pido lo (mismo) que Zapatero prometió a Eta».
Mientras tanto, el
carallot Carod, ministro de Asuntos Exteriores (en funciones) de la Generalidad, recorre el mundo inaugurando embajadas de Cataluña en las grandes capitales. Como eso se hace con dinero de los españoles, Pájaro bobo considera que nuestro Gobierno está financiando la desintegración de España y la independencia de Cataluña, incluida la estructura que corresponde a un Estado soberano.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿No es delito chantajear al Gobierno de la nación actuando al servicio/dictado de una banda terrorista y no es tampoco delito malversar el dinero de los españoles financiando embajadas de Cataluña como futuro Estado soberano? Y, si tanto lo uno como lo otro es delito, ¿por qué no se impide y se penaliza debidamente?