De Cataluña a Vascongadas, dos territorios comanches

El Estado tiene que recuperar las competencias equivocadamente transferidas. Manuel Jiménz de Parga

A los ojos de Pájaro bobo, el Estado español ha perdido la soberanía sobre los territorios y las instituciones de Vascongadas y Cataluña. Que el Gobierno de la nación se vea obligado a «negociar» la paz con una banda formada por criminales con causas pendientes es, a su juicio, una prueba concluyente de que Vascongadas no es territorio de soberanía española. Él entiende que negociar con asesinos encausados y/o en situación de busca y captura es un delito, no a pesar de que se tenga la autorización del Parlamento sino máxime si se tiene la autorización del Parlamento, pues esa autorización es indebida en un Estado de derecho, que, por definición, debe defender sus instituciones y su Constitución con los medios legítimos y legales de que dispone. Negociar con criminales no es ni legítimo ni legal porque, entre otras muchísimas razones, ni es ni debe ser necesario. En definitiva, Pájaro bobo considera que negociar con criminales que tienen causas pendientes por delitos de sangre deslegitima al Ejecutivo y a la instancia que lo avala. La jurisdicción sobre personas y colectivos que actúan fuera de la ley corresponde a la Judicatura, que en este caso debería haber intervenido para invalidar las negociaciones y depurar responsabilidades. ¿O no? Vascongadas es, pues, uno de nuestros territorios comanches. Otro es Cataluña. Aquí, desde hace años, los niños y jóvenes españoles no pueden estudiar en su lengua materna. Y si la ministra de Educación Mercedes Cabrera lo quiere negar con conocimiento y fundamento que consulte a algunas de las entidades y colectivos de la comunidad de lengua castellana de Cataluña, pues, aunque se oculte pérfidamente, en Cataluña hay una comunidad de lengua española o castellana y esa comunidad es mayoritaria. Entonces verá que hay una diferencia abismal entre la ley escrita, incluido su conocimiento, y la ley practicada. Uno tiene el convencimiento de que la tal Cabrera ni conoce la realidad de Cataluña ni sabe con quién se está jugando los cuartos. En cualquier caso, le convendría tener presente en todo momento que está en territorio comanche.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿cuánto tiempo puede aguantar España esta guerra de desgaste sin que se quiebre total y definitivamente la soberanía nacional por vía de los hechos consumados?

El idioma español contra los españoles


Cuando la parte es más que el todo

A estas alturas de la conjura no es ningún secreto que el diario La Vanguardia constituye el órgano del separatismo catalán institucionalizado, un separatismo esencialmente burgués y, por lo tanto, más económico que ideológico. Aunque el periódico está escrito básicamente en español por razones de pragmatismo, sus colaboradores habituales y no habituales exhiben, además de cognoms catalanes a modo de credencial y salvoconducto, visiones y planteamientos de la realidad nacional e internacional en los que se percibe con toda claridad, por acción y omisión, el veneno de la perfidia, veneno y perfidia de cuño púnico. La Vanguardia, otrora española, es hoy el órgano oficioso de la Generalidad de Cataluña y de todo el establishment del Rovell de l'ou que dirige la política catalana y reparte el dinero que el Gobierno español entrega al subgobierno autonómico para su distribución y consumo en tareas tan legítimas y constitucionales como promover un ministerio de Asuntos Exteriores propio y exclusivo de Cataluña, financiar colectivos catalanistas clandestinos dedicados al espionaje y el terrorismo social, etcétera, etcétera.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Controla el Gobierno de España al subgobierno de Cataluña o controla el subgobierno de Cataluña al Gobierno de España?
Si Cataluña tiene una lengua propia, ¿por qué los sedicentes nacionalistas catalanes la dejan de lado y escriben en la lengua maldita, la lengua que están decididos a perseguir hasta su erradicación de estas y otras tierras?

Más allá de la voz de la Iglesia


Lo normativo y lo ético

A juicio de Pájaro bobo, la Iglesia, en cuanto institución/organización humana, está sometida a la legalidad vigente, en este caso concreto la Constitución de 1978, y, por lo tanto, tiene derecho/obligación de desarrollar sus actividades y ejercer su ministerio/magisterio dentro de ese marco. Pájaro bobo entiende que en un Estado laico y para un Estado laico las actividades de una Iglesia, de cualquier Iglesia, de todas las Iglesias, son actividades laicas y, más exactamente, sociales. Una procesion, por ejemplo, es una manifestación pública. En la doctrina de la Iglesia católica hay preceptos convencionales de carácter normativo que van dirigidos exclusivamente a sus fieles, pues son específicos o, si se quiere, privativos de ella, pero también hay preceptos, normas y mandamientos de carácter humanamente universal y necesariamente vinculantes, ya que no han sido instaurados por la Iglesia, por ninguna Iglesia, sino adoptados —¡con carácter necesario!— por ella. Regla de oro: una disposición religiosa no debe contradecir sino refrendar la ley natural. Asistir a misa los domingos es una norma convencional y en cierto sentido arbitraria de la Iglesia, mientras que el aborto es ilícito porque la ley natural y la religión natural nos dicen que es un acto contra natura. Y hay razones para pensar/creer que seguirá siendo así aunque las leyes lo aprueben e incluso aunque la Iglesia lo aprobara. Naturalmente, lo dicho sólo es válido para quienes entienden y aceptan que la ley en general y ciertas leyes en particular remiten a un referente ético universal en el tiempo y en el espacio que nos «impone» lo que está bien y lo que está mal, pero no para quienes consideran que las leyes, todas las leyes, son sólo convenciones de carácter práctico y/o instrumental que regulan el comportamiento individual y social de los seres humanos en términos de viabilidad y conveniencia. Visión metafísica y ética frente a visión física y social. En el ámbito de la vida pública, la segunda obliga a todos; la primera, no.
Pájaro bobo, pecador impenitente y feligrés heterodoxo, considera que el ser humano está sometido a un principio ético de carácter universal.
Dos preguntas ingenuas e intempestivas
¿Existe realmente un principio ético universal? Y, si existe, ¿qué prescribe y qué proscribe?

Zapatero y el timo del Nazareno


Todos los timos explotan la codicia humana; el estafado es casi siempre un estafador burlado

A mi modo de ver, Zapatero utiliza el modus operandi de todos los estafadores: cobrar al contado y pagar después a plazos, o sea, con promesas, con humo. En realidad, esa es la esencia de todas las estafas. De todas las estafas y de todos los timos, incluido el timo del Nazareno. En este se abre una cuenta y se va incrementando la deuda con ayuda de pequeños pagos parciales a modo de cebo, hasta que el montante de lo adeudado aconseje el sablazo final: el impago de la deuda acumulada y la desaparición de los artífices y artistas. El hecho de que Zapatero venga utilizando el mismo procedimiento desde que es jefe de Gobierno —apoyo y/o votos ahora contra promesas de beneficios mañana— es una vergüenza para él y para nosotros, españoles codiciosos e ilusos. Yo creo que en el fondo Zapatero se cree más listo que los demás y está convencido de que va a conseguir engañarlos a todos: a sus enemigos, a sus amigos y sus aliados, incluso a sus seguidores. En cualquier caso, a mí, personalmente, su cinismo me anonada.

Carme Xacó la Pájara


Opresión frente a apartheid

Esta desleal ex subalterna de Zapatero, nacida a buen seguro en una familia de origen andaluz y, por lo tanto, de lengua materna y paterna española, está decidida a superar todas las cotas de perfidia y deslealtad fijadas por sus predecesores en cargos y tareas hasta erigirse en pubilla o abanderada de separatismo catalán. Así, pues, solicitamos que le den uno de esos pasaportes que reparte el carallot Carod y de ahora en adelante la llamaremos Carme Xacó la Pájara. La Pájara va predicando por ahí que la opresión, con el nombre de inmersión lingüística, es en estos momentos el remedio contra el apartheid lingüístico. ¿Dónde está la democracia? ¿Dónde están los derechos constitucionales? ¿Dónde está la España plural que ella y los suyos reclaman? Miserable, miserable.
Carme Xacó, avergüénzate de haber nacido.

¿Dónde está España?

Una historia universal sin España; una política europea sin España

Pájaro bobo compra, lee y escruta cada martes el semanario alemán Der Spiegel en busca de noticias sobre España. A decir verdad, no son ni abundantes ni extensas. Cuatro zarandajas en forma de otros tantos lugares comunes. La última noticia se refería a la ley de la Memoria histórica. La penúltima: Zapatero se opone a que Aznar sea nombrado presidente del Consejo Europeo para el período que empieza el uno de enero de 2009. España sigue siendo una zona marginal. La política se cuece en el espacio geográfico que se extiende al otro lado de los Pirineos. «Los líderes europeos —dice hoy La Vanguardia separatista— diseñan un plan anticrisis sin España». Pájaro bobo ha leído historias de Europa en las que el nombre de España aparecía sólo tangencialmente en los siglos XVI y XVII. Nuestro Carlos V era un Habsgsburgo que vivió y combatió en Europa y decidió ir a morir a un rincón de España. El nombre de España no aparecía ni en el descubrimiento ni en la conquista de América. El descubrimiento fue obra de un navegante de origen genovés o veneciano y no hubo conquista. Simplemente, en los siglos XVII y XVIII los ingleses se instalaron en la costa atlántica, concretamente en lo que después se llamaría Nueva Inglaterra, y los franceses en la península de Labrador y en la desembocadura del río Mississippi. Y hoy en el siglo XXI, cuando se pregona que España ha pasado a ser una de las diez primeras potencias económicas del mundo, la política europea se cuece sin la presencia y sin la intervención de España.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es posible que España sea una de las primeras potencias económicas de Europa y no intervenga para nada en el diseño de la política de nuestro continente?

La lección del delincuente y el error de Zapatero


Refrán español: lo que no deja se deja; lo que deja no se deja

Alguien que comete un delito y es atrapado por la policía puede llegar a una de estas dos conclusiones básicas: aceptar que ese no es el camino y que debe cambiar de sistema de vida o empeñarse en seguir adelante y simplemente decirse a sí mismo que la línea que ha elegido es acertada y que no tiene ninguna necesidad de cambiar, pues el percance se debe simplemente a que ha cometido un error de cálculo y que, por lo tanto, la próxima vez tiene que hacerlo mejor para que no le atrapen. Al examinar la campaña electoral de Zapatero cabe preguntarse si éste va a continuar con sus regalos-promesa o va a dejarlos por considerararlos no sólo poco rentables sino incluso perjudiciales para sus fines. Por lo tanto, ahora nos toca esperar hasta ver si el subsodicho sigue haciendo campaña con sus regalos-promesa o realmente reconoce el error y cambia de táctica. El dicho español es tajante e inexorable: «Lo que no deja se deja; lo que deja no se deja».
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿aprenderá Zapatero la lección del refrán? En otras palabras: ¿a qué tipo de delincuentes pertenece este futuro interfecto político?

La inmoralidad de Zapatero y la inmoralidad de Duran i Lleida

Vuestra libertad es nuestra opresión

Duran i Lleida se ha referido a las promesas del jefe del Gobierno español, Rodríguez Zapatero, en plena campaña electoral y, apuntando directamente a la promesa de 400 euros por ciudadano si gana las elecciones, ha dicho que es inmoral. Efectivamente, lo es; al menos a juicio de muchas personas. En cualquier caso habría que tener en cuenta que la moral tiene que ver, por un lado, con la ética y, por otro, con las costumbres o, si se prefiere, con prácticas vinculadas a ellas. De acuerdo con lo que sabemos de Zapatero, él promete y después no cumple lo prometido. Quizás por eso en esta ocasión no ha dicho «prometo…» sino «me comprometo…». En cuanto a Duran i Lleida habría que recordarle que, como él sabe y oculta, en Cataluña hay dos comunidades sociolingüísticas, una de lengua española y otra de lengua catalana. La comunidad de lengua catalana, a pesar de ser minoritaria, no sólo copa la totalidad y casi la totalidad de las instancias públicas de decisión y representación democrática sino que incluso niega la existencia de una comunidad de lengua española, siendo como es mayoritaria.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿tiene derecho un creyente como el señor Duran i LLeida a hablar de inmoralidad?

Gallardón, Rosa Díez y Rivera, tres paralelas convergentes

A Pájaro bobo Esperanza Aguirre le recuerda una de esas gallinas dispuestas a lanzarse sobre cualquier figura extraña que invada su corral y ponerla en fuga a picotazo limpio. La pizpireta señora tiene amargado al pobre y desvalido(?) Gallardón con sus constantes e implacables picotazos. Lo malo del caso es que, a juzgar por los indicios, la subsodicha cuenta con el beneplácito, acaso también con el apoyo explícito, de la jerarquía del partido. De momento parece que el alcalde tendrá que mudarse a otro municipio, pues está visto que aquí manda la subsodicha y la subsodicha no le quiere. De momento, toda vez que también es posible que la carrera política de la presidenta termine el próximo mes de marzo y que justamente entonces empiece la segunda carrera política de Ruiz-Gallardón. Ahora se diría que ni él mismo sabe qué va a hacer pasado mañana.
Rosa Díez es una figura femenina simpática y atractiva. Su programa político tiene las virtudes de la lealtad y la honradez personal. Y también muchas de sus limitaciones. Esencialmente ideológico —defensa del Estado entendido como nación y patria de todos los españoles —, su programa presenta diversas lagunas electorales, agravadas por la falta de medios económicos para lanzarlo. Pero, precisamente por eso, el corazón de Pájaro bobo es para el ideario de Rosa Díez, máxime toda vez que, a pesar de la edad y de su decadencia de cintura para abajo, él sigue pensando que una mujer hermosa es siempre eine Delikatesse.
Rivera es un ciudadano sensato y equilibrado. Él y sus compañeros de cordada han elaborado un organigrama que hace de esta joven formación el partido con el nivel cultural más alto de España y posiblemente de toda Europa. Las comunicaciones entre la dirección y los afiliados se realizan prácticamente en su totalidad por internet. Esa es tal vez su limitación y también su gran ventaja, pues, de una parte, es difícil pensar que llegue a ser un partido de masas y, de otra, está claro que sus actividadades escapan en buena medida a la tiranía de los grandes partidos.
A juicio de Pájaro bobo sería bueno para España y los españoles que esos tres elementos se unieran: Gallardón podría aportar la imagen del centro sociológico, sin veleidades ni derivas impuestas por intereses económicos y electoralistas; Rosa nos regalaría, con el eterno femenino, el tirón de una mujer española sin complejos ni hipotecas, mientras que Rivera y sus conciudadanos podrían aplicar su organización, una organización tan eficiente como difícil de controlar por los grandes depredadores, así como una juventud ilustrada y deliberadamente democrática. Pájaro bobo apuesta por que esos tres elementos, ahora de trayectorias paralelas, se unan pronto en un proyecto común y unitario, sin esperar a que, como dicen los geómetras, se junten en el infinito. Mientras tanto, Pájaro bobo, amigo de la eficacia y el orden, votará al Partido de los Ciudadanos.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es lícito pensar en un centro esencialmente patriótico formado precisamente por tres fuerzas, una procedente de la izquierda, otra de la derecha y otra del centro ideológico?

La conjura y el jugador de ajedrez

En 1978, año cero de nuestra precaria democracia, Pájaro bobo, ya en sus cuarenta, vivía como a cuatro tiros de piedra de la catalana ciudad de los Condes.
Atrás quedaban los inicios de una búsqueda nacida al calor de inquietudes filosóficas y espirituales siempre vivas que, con el paso de los años y al compás de vivencias propias y experiencias ajenas, le llevaron a una visión providencialista de la historia, a la ética universal (Weltethos) y a la fraternidad cósmica, desde donde, guiado sucesivamente por Teilhard de Chardin, Hans Küng, Vaclav Havel y algún otro pensador-teólogo de la cuerda de Leonardo Boff, fue a parar a la escuela de Orígenes y su apocatástasis o vuelta de todos los seres a Dios.
En lo puramente cismundano, Pájaro bobo combinaba el ideario de un Ganivet más nórdico que granadino con una vibración leal y lealmente joseantoniana gracias a su patriotismo de emigrante, un patriotismo integrador, celosamente ajeno a toda ideología y, según propia confesión, solidario. A su modo de ver y entender, las ideologías, además de ser formas de alienación, llevaban al enfrentamiento de personas y sociedades con las consiguientes limitaciones y mutilaciones para unas y otras. El pobre Pájaro bobo era, pues, un outsider irrecuperable: heterodoxo y utópico en las cosas del otro mundo y de este, incapaz de dar con la fórmula que hiciera realidad su voluntad ecléctica y sincretista. Por todo ello y en especial por su obsesión cósmica, así que en España se inició el proceso democrático, decidió dedicar algún tiempo a observar el panorama nacional, mientras en el aire flotaba la pregunta de todos los momentos de incertidumbre: ¿Y ahora qué?
Recluido en su industria, Pájaro bobo vive y convive con sus libros, de los que, cuando llega la noche, salen miles de inofensivos y agradecidos Poltergeister. Entre ellos abundan los visionarios, los antihéroes y los disidentes, seres orgullosos que vivieron y escribieron para la historia, pero también hay representantes de la razón práctica, gentes que rindieron culto al siglo y a los poderosos del siglo. Ahora, por decisión caprichosa de su carcelero-bibliotecario, unos y otros comparten página y celda con toda una legión de hijos naturales del lumpen urbano y suburbano, criaturas anónimas, otrora desgarradas y mutiladas, por las que su anfitrión siente un cariño especial que se manifiesta sobre todo cuando, como en este preciso momento, le gritan rabiosamente a coro: «¡Nosotros también somos inmortales!»
A menudo, para contemplar y apreciar mejor la situación política de lo que en lo sucesivo se llamará este país, Pájaro bobo echa mano de un tablero de ajedrez, coloca los trebejos en él y simula maniobras de ataque y contraataque. Al fin termina jugando consigo mismo como el personaje de Stefan Zweig, situación que le lleva a recordar que el ser humano es esquizofrénico por naturaleza y le ayuda a elaborar una teoría de este juego que, según unos, es más que un juego y, según otros, es una masturbación del cacumen. Él sostiene que en una partida de ajedrez se visualizan dos razonamientos contrapuestos que son ejecutados y materializados en un espacio y en un tiempo imaginarios por figuras icónicas: el rey, la reina, las torres-fortalezas, los caballos-caballeros, los alfiles-obispos y los peones-campesinos. En general gana el jugador que comete menos errores en términos cualitativos, aunque también hay casos en los que un lapsus, grande o pequeño, en el último instante decide la partida. De todos modos, el resultado es siempre inamovible, tan inamovible como lo que en la vida real pertenece al pasado.
Después de pensar jugando y de jugar pensando durante dos largos años, Pájaro bobo llega a una conclusión acerca de la situación política de su patria. Aun así, más que una idea elaborada por vía racional es una intuición o una revelación que se ha abatido sobre su cabeza como un rayo. Frente a las declaraciones de lealtad a España, a la Corona y a la Constitución formuladas a diario por los políticos, empezando, cómo no, por los más desleales, está la realidad, refrendada insistentemente por la derrota de la nave nacional.
En la mañana del 20 de enero de 1980, Pájaro bobo escribe con dolor de su alma: «Radiografía…»
El mismo día, por la tarde, va a ver a su amigo Píndaro y, entre resuello y resuello, le suelta a bocajarro:
-¡Hay una conjura para destruir España!
-¿Y tú cómo lo sabes?
-Lee y entérate…
Píndaro toma en su mano el cuadernillo, tamaño folio, que le entrega el visitante y deletrea como si rezara:«Radiografía de una conjura. La destrucción de España desde la periferia».
-Ya veo. En cuanto lo lea, te llamo.
-De acuerdo.
-Y cálmate.
Pájaro bobo no se calmó, y no se calmaría en mucho tiempo. Ya entrada la noche, Píndaro le llamó por teléfono y con voz de sigilo le dijo que había leído su texto y, además, lo había dado a leer a alguien de su confianza. Comentario de urgencia: aquello era una bomba; si se difundía su contenido, su autor tendría que abandonar inmediatamente Cataluña. Era mejor que guardara silencio.
Pájaro bobo ni guardó silencio ni abandonó Cataluña. Pero fue condenado a muerte civil por los conjurados.