UPyD Cataluña: ni franquicias ni sucursales ni contratas ni subcontratas ni outlets
José/Josep Montilla podría pasar a la historia de la Fenicia de Poniente como modelo del traidor consumado, pues traicionó simultáneamente a sus dos padres políticos —el sucio socialista Zapatero y el seudosocialista Maragall— y mereció el elogio encendido de Pujol ben Gurión, sumo sacerdote del Sanedrín catalán y miembro destacado de la farisaica burguesía condal. Toda una proeza, una proeza que le ha valido el triste honor de crear escuela y alumbrar toda una caterva de epígonos deseosos de practicar su doctrina política con deslealtad, beneficio y aprovechamiento.
El esquema de la añagaza es muy sencillo. Una banda separatista se apodera de la filial autonómica de un partido nacional e invierte el juego de relaciones entrambos. A partir de ese momento, la filial deja de depender de la central, mientras que ésta, necesitada de apoyo, tendrá que pagar a precio de oro cada voto que reciba de su antigua hija. Simultáneamente, ésta se integra en el Partido Único de la Comunidad autónoma con el encargo específico de controlar a los afiliados charnegos para que no saquen la cabeza y no ocupen cargo directivo alguno si no cumplen los requisitos del modelo Montilla.
Parece ser que la añagaza, argucia o estratagema fue ideada por Pasqual Maragall, gerifalte del Sanedrín catalán con rango de honorable y especialista en política de la puta i la Ramoneta.
El hecho es que el invento ha hecho fortuna y, con las oportunas adaptaciones, ha ido llegando a los diversos territorios autonómicos, desde Galicia hasta Andalucía, pasando, cómo no, por el país de los vascones.
Curiosamente, a los dirigentes de los partidos nacionales también les gustó el engaño y entraron al trapo. Ahora la división administrativa en Autonomías determina la división de los grandes partidos nacionales. Y, por eso, en lo político el conjunto de España depende de los grupúsculos de la periferia.
Desconcertante.
En Cataluña, el invento maragalliano-montillano fue copiado e implantado en el PP por un tal Josep Piqué, contando con la colaboración de una raposilla llamada Nebrera. De hecho, la susodicha sigue en la brecha con trifulca va y trifulca viene, pues, hay que decirlo, la moza cuenta con el apoyo expreso del Sanedrín y sus prohombres.
Llegado el momento, el invento pasó a manos de Francesc Carreras, ciudadano del Partido de la Ciudadanía conocido en este minifundio virtual como el Catedrático de la plastilina. El hombre lleva ya años trajinando de cintura para arriba y practicando al mismo tiempo al juego de las tres esquinas: Partido Único de Cataluña, Partido de los Ciudadanos y UPyD. Su intención era que la formación del Nen Albert Rivera constituyera la franquicia, ni sucursal ni outlet, de UPyD en la Fenicia de Poniente y, al mismo tiempo, sus dirigentes, miembros del establishment conocido aquí como el Rovell de l’ou, tuvieran barra libre y manos libres para integrarse en el Partido Único de Cataluña y firmar contratas y subcontratas. Política de la puta i la Ramoneta químicamente pura.
Pero, a juzgar por las noticias que nos llegan de Madrid, corazón de la España de todos los españoles, al catedrático y su fámulo les ha salido mal la jugada y ahora van por ahí ofreciendo sus misérrimos votos, si los tienen, al PP y el PSOE en las elecciones vascas.
Curiosamente, con ello ha quedado despejada la incógnita referente a las relaciones UPyD-Ciudadanos, y de ahora en adelante el partido de Rosa Díez, liberado de compromisos y compromisarios infieles, podrá actuar con entera libertad sin que se le tilde, sea deslealmente, de desleal, bien es verdad que, en estos tiempos y estas tierras, tales maniobras forman parte de la rutina diaria de charnegos y aborígenes.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿estamos ante el primer fracaso del sistema de franquicias, sucursales, contratas, subcontratas y outlets ideado por Maragall y Montilla para controlar, dominar y colonizar/catalanizar España desde la periferia?
Desde el Búnker de pladur, frente a la Baceloneta y vora al mar de la Sargantana. Sabadell, España, a veintisiete de febrero del año 2009.