Fernández Bermejo: el desmemoriado ministro de Injusticia
Parece un chiste, y lo es. Un chiste de mal gusto. El ministro se va de cacería y dice que se ha olvidado la licencia. Pájaro bobo duda, después medita y enhebra.
A su modo de ver, lo que pasó fue, muy probablemente, que al tal Bermejo le dijeron que, al igual que en los viajes del IMSERSO, en el pack de la cacería como invitado estaba todo incluido: desde los desplazamientos de ida y vuelta hasta los alojamientos, pasando por los aperos y utensilios del arte y la industria de la caza, también las licencias. Y, sobre todo, el condumio. Por lo tanto, se trató de un descuido, un olvido o un lapsus lamentable de los anfitriones/organizadores del evento cinegético. En suma, una chapucilla más en el país de las chapuzas.
De acuerdo con esa versión de la montería y su logística, el ministro de nuestra Injusticia tiene derecho a quejarse, a lamentarse y a exigir responsabilidades. Menuda le han montado los impopulares del Partido Popular. Todo para compensar y resarcirse. Trampa por trampa, caza por cacería.
A los ojos de Pájaro bobo, lo más grave de la contienda es que con ello se va cerrando el círculo. En estos momentos ya tenemos una ministra de Indefensa y un ministro del Paro y el Ocio Subvencionados, amén de una ministra honoris causa de Incultura con acento del sur. A ellas y a él se suma ahora, con todo merecimiento, el ministro de Injusticia
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿pagará a través de un subalterno la multa que el ministro de Injusticia se imponga a sí mismo y abonará su importe con dinero de las arcas del Estado?
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