A Margarita (regalo de Reyes)
Piensa que, si ahora no te escribo versos, no es porque ya no te quiero;
es porque me dispongo a morir y morir sólo puedo hacerlo solo.
¿Solo para siempre?
Sabadell, España, enero de 2017
Piensa que, si ahora no te escribo versos, no es porque ya no te quiero;
es porque me dispongo a morir y morir sólo puedo hacerlo solo.
¿Solo para siempre?
Sabadell, España, enero de 2017
En el pasado, cuando los miembros de la burguesía catalana vieron que sus haciendas y sus vidas corrían peligro a manos de la izquierda anarquista y sus pistoleros, corrieron a pedir auxilio a la derecha española y dispensaron un recibimiento triunfal al Ejército liberador/salvador en Barcelona.
Ahora, la izquierda antisistema, heredera ideológica del viejo anarquismo, amenaza el poder y la hacienda de los descendientes de aquella burguesía.
De momento no hay ni pistolas ni pistoleros.
Aunque no soy jurista, entiendo que, cuando se tiene conocimiento o sospecha fundada de que un ciudadano ha incurrido en un acto o un comportamiento legalmente incorrecto y punible, lo que procede es presentar denuncia contra él y obligarlo a asumir su responsabilidad. A mi modo de ver, que el acusado o simplemente sospechoso dimita o sea cesado en sus funciones por regla general ni tiene que ver con el proceso judicial en sí mismo ni es prioritario. Además, en la mayoría de casos la medida es utilizada como cortina de humo y/o maniobra de distracción.
En mi opinión, en España fallan escandalosamente los sistemas de control y, en última instancia, el control de los controles que debe ejercer la sociedad civil.
Dado que, como es sabido, la ley está hecha para todos y a todos obliga, incluidos los cargos públicos, pregunto: ¿cree el señor Trillo que en un caso manifiesto de negligencia punible a causa de la cual murieron sesenta y dos personas basta con pedir disculpas?
El diario ABC recoge en su tercera de hoy sábado, 7 de enero, un texto de Joaquín Leguina titulado Dejar de cavar. En él su autor expone un puñado de reflexiones sobre los separatismos periféricos que vienen perturbando gravísimamente la vida política y social de España y los españoles desde la transición democrática.
Como mínimo.
Puedo imaginar que, aunque inconexas, esas reflexiones nacen de una preocupación honda y sincera por el presente y el futuro inmediato de España y en cierto modo recogen la visión del problema que tiene un español ilustrado residente en la Meseta.
Preocupación, sí, pero, a mi entender y sentir, sin conocimiento directo de la situación, al menos en el caso de Cataluña.
Lo que los españoles de tierra adentro saben de la Cataluña actual y real no les ha llegado a través de españoles de esta región sino a través de separatistas.
Eso hace que su relato, por venir de quienes viene, sea falso y fraudulento de necesidad.
Estamos en la tierra de la intriga permanente.
Y en esa intriga permanente los dirigentes del PSC (Partido de los falsos socialistas de Cataluña) han jugado un papel en muchas ocasiones decisivo para España y los españoles como agentes dobles y/o aliados irreductiblemente falsos.
En mi opinión, el señor Leguina y los españoles de tierra adentro en general podrían/deberían tratar de entender y saber que el plan general de los separatistas catalanes, al que ellos llaman proceso, es en realidad una conjura que viene de los tiempos de Franco y abarca algo así como el ochenta u ochenta y cinco por ciento de las formaciones políticas de Cataluña. En esa conjura está el PSC desde los tiempos de Joan Raventós, Pasqual Maragall y Narcis Serra, todos ellos burgueses y todos ellos separatistas, todos ellos traidores al socialismo y, por eso mismo, también a los socialistas españoles.
Entiendo que el socialismo nace de la unión y busca la unión a través de la unión. Sin unión no hay socialismo.
Entiendo asimismo que el PSC de los icetas nace de la desunión y busca la desunión a través de la traición. Sin traición no hay PSC.
Pregunto: ¿cuándo y cómo pagará el PSC de los icetas sus traiciones a España y los españoles?
Imagino que Pablo Iglesias sigue sin saber que Cataluña está sometida, desde hace décadas, a una dictadura burguesa, toda vez que su sociedad está formada por una comunidad minoritaria y opresora de lengua catalana y una comunidad mayoritaria y oprimida de lengua española.
Probablemente tampoco sabe que Xavier Domènech y Ada Colau, con sus comunes, están al servicio de esa burguesía y ahora tratan de atraerlo a su bando e incorporarlo a su frente.
¿Y qué puede hacer Pablo Iglesias para enterarse, de una vez por todas, de lo que ocurre en Cataluña?
Pues sencillamente preguntar a los que sufren esa dictadura burguesa y negarse a ser informado/adoctrinado por quienes la mantienen y apoyan con pleno conocimiento y absoluta deslealtad a las clases más necesitadas y marginadas de la sociedad catalana.
Evidentemente, el docto e inteligente Pablo Iglesias sabe lo que es ignorancia culpable.
Primera lección
Estamos en la Cataluña de los últimos años sesenta y primeros años setenta de ese siglo que ya es historia, y, a mi entender, tanto el proyecto independentista en términos estratégicos como su ejecución práctica, la envolvente catalana en cuanto modus operandi, se asientan en un concepto nuclear cuyo alumbramiento y formulación teoricopráctica tienen lugar en este momento histórico marcado por la agonía y la muerte del franquismo.
Fieles a ese concepto nuclear, los promotores ideológicos del nuevo movimiento nacional establecen con carácter de premisa categórica que en Cataluña la política deberán hacerla los catalanes, tanto para ellos como para los no catalanes, en el bien entendido de que catalanes son ellos y los que ellos dictaminan que son catalanes. Exclusivamente.
Instaurada la democracia en España, se inicia lo que los sabras catalanes llamarán después Proceso. Su primer gran objetivo será copar todas las instancias de decisión y representación democrática del nuevo país y futura nación, pero procurando dejar un pequeño espacio socio-político para disidentes y no catalanes o extranjeros a modo de outlet y coartada democrática.
El proyecto independentista catalán es, en su concepción y ejecución, una conjura en toda regla, pues lo que se pretende es ni más ni menos que crear un estado dentro del Estado anfitrión para luego reventarlo y suplantarlo. Eso significa que habrá que proceder necesariamente por sorpresa, con sigilo y por la vía de los hechos consumados. Y siempre negados.
Y así se hace. De la noche a la mañana, elementos adictos al nuevo movimiento nacional copan todas o casi todas las instancias de poder y representación democrática, desde la Generalidad hasta los partidos políticos, pasando por el Parlamento autonómico.
La sociedad catalana con sus más de siete millones de ciudadanos está formada ahora, principios del siglo XXI, por una comunidad minoritaria, privilegiada y opresora de lengua catalana y sentimiento tendencialmente independentista, y una comunidad mayoritaria, marginada/ignorada y oprimida de lengua española y sentimiento español que, despojada de sus señas de identidad, ha sido condenada a la no existencia, mientras que sus cabezas pensantes más rebeldes han sido recluidas en el limbo de la muerte civil.
Para completar el cuadro programático de tan perverso y radical genocidio sociocultural se prohíbe por ley que en las escuelas públicas de Cataluña se enseñe y se aprenda español, idioma que es erradicado asimismo de la Administración pública autonómica y su extensísima zona de acción e influencia. Aquí y ahora no sirve de nada que el español sea, según la Constitución vigente, el idioma oficial de España y, mucho menos, que constituya la lengua materna de más de la mitad de la población escolar catalana.
En Cataluña ha quedado instaurada una dictadura de estirpe burguesa con un partido único que, con ayuda de variantes ficticias y nombres ficticios, llegará a cubrir hasta el noventa por ciento de su espectro sociopolítico. Es el partido del nuevo régimen. Hoy Cataluña es oficialmente independentista, sólo independentista. Así lo proclaman tanto los miembros de su clase dominante como los servidores de esa clase dominante y su ideología.
La parte ha empezado a comerse al todo. Es la hora de la envolvente catalana.
continuará…
A mi leal saber y entender, la burguesía de la Meseta, núcleo humano de lo que se ha conocido convencional y tradicionalmente como derecha española, fue siempre capitalina, burocrática o, mejor dicho, funcionarial, clerical, militarista y, por encima de todo, parasitaria.
Ese parasitarismo suyo sirvió de excusa y coartada pero también y sobre todo de argumento y justificación a las burguesías periféricas nacidas al calor de la Revolución industrial para romper el pacto a tres bandas (Castilla, Cataluña y Vasconia) y rebelarse contra el imperio de la capital cuando ese imperio dejó de estar avalado y respaldado por el Imperio de ultramar.
Sin Imperio no hay ni encomiendas ni prebendas.
Aunque no lo sepamos o, sabiéndolo, nos neguemos a admitirlo, los españoles sufrimos, todavía hoy, las consecuencias del desastre que culminó en 1898.
Entiendo y siento que nos falta una conciencia nacional y patriótica que nunca tuvimos o que tuvimos y perdimos porque no supimos defenderla.
Pero el caso es que, según parece, la derecha de esa derecha española está dispuesta ahora a enfrentarse a la burguesía rebelde y desleal de Cataluña para ponerla en su sitio, dedicada en cuerpo y alma a sus negocios tradicionales, y convencerla de una manera u otra de que debe dejar el gobierno de la nación a quien corresponde y siempre lo tuvo.
En principio, la empresa me parece bien, pero la verdad es que niego a sus componentes talla intelectual y sentido de Estado, no de clase, para llevar a cabo la tarea con éxito.
Estoy convencido de que, lamentablemente, ni Aznar ni Zarzalejos tienen ese tipo de comprensión de la realidad que se requiere para meterse en la cabeza de un burgués catalán y reproducir sus procesos mentales, y, en mayor medida aún, si ese burgués catalán es un infiltrado.
Al decir esto me refiero tanto a un Josep Piqué como a un Miquel Iceta, por citar sendos ejemplos de traición y perfidia; uno a la derecha o donde proceda, otro, aparentemente, a la izquierda.
Y, volviendo a nuestro desastre, confieso que me tengo por heredero y continuador intelectual de la Generación del 98, concretamente del legado de dos hombres que, al igual que yo ahora, hicieron del dolor del mundo el dolor de España,
Para ellos y para mí, lo español fija y modela una manera de ser y estar en el mundo.
Entiendo que, en estos momentos, el independentismo catalán presenta, entre otros, tres agujeros negros en su estructura como proyecto de estado, y son: la corrupción del clan de los Pujol-Ferrusola, la bancarrota de la Generalidad y la entrega del poder a facciones políticas antisistema y filoanarquistas.
En mi opinión, esos tres agujeros, juntos y por separado, son más que suficientes para engullir y aniquilar cualquier proyecto político de una pretendida república catalana basado en la idea de ofrecer una vida mejor a todos y cada uno de sus afortunados ciudadanos.
Pienso que la sociedad civil de Cataluña, sobre todo la sección catalana, ha entendido que la corrupción del clan Pujol-Ferrusola es la corrupción de las cuatrocientas familias que históricamente han controlado la vida política, social y económica de este pequeño país.
Dado que el proyecto independentista es un proyecto de estado dirigido por la burguesía, cabe preguntarse, ya de entrada, ¿con qué dinero piensa financiarlo si ahora mismo la Generalidad está en bancarrota y se mantiene en pie gracias a la caridad del Estado opresor?
La entrega del poder, o al menos del protagonismo social, a facciones políticas antisistema y anarcoides es una maniobra cuyas consecuencias nos son conocidas por la historia. Esta nos dice que los miembros de la burguesía catalana huyeron a la carrera de los pistoleros anarquistas y pidieron auxilio a la derecha española. De eso hace ahora menos de ochenta años.
Parece que el Banco Sabadell lo recuerda.
Lo sabía y, por lo tanto, me lo temía. Desde hace algún tiempo vengo siguiendo las maniobras tácticas y las palabras, siempre calculadas y casi siempre ambiguas, del vasco Patxi López.
Traidor al PSOE, traidor al socialismo, traidor a España. Sus últimas declaraciones públicas lo confirman de manera inequívoca y, a mi entender, definitiva.
Para el PSOE y, en consecuencia, para España, un problema gravísimo que añadir a los que ya tienen.
La mancha separatista se intensifica y se extiende. Es de temer que en un futuro más o menos próximo los falsos socialistas vascos, conocidos aquí como los odones, monten una pinza con el PSC de los icetas para reventar el núcleo duro del PSOE y los barones de la España profunda y, a partir de ahí, reventar todo gobierno que pretenda defender la unidad de España.
Estamos ante la puesta en marcha de una nueva variante de la envolvente catalana.
Nota No digo que todos los socialistas vascos sean falsos. Pienso tanto en Odón Elorza como en Nicolás Redondo Terreros.
Sueño con ti, Margarita,
con ti compongo este libro
y, después de vivir a tu lado,
pasaré a la posteridad contigo.
Leo que se ha creado una plataforma llamada Concordia Cívica. Su presentación tuvo lugar ayer, jueves 19 de enero, y corrió a cargo de Teresa Freixes, catedrática de Derecho Constitucional, que estuvo acompañada por Josep Bou, presidente de Empresaris de Catalunya.
Al acto, celebrado en el auditorio Barradas de L’Hospitalet, asistieron representantes de entidades como Tercera Vía, Federalistes d’Esquerra, Societat Civil Catalana, Grupo de Periodistas Pi i Margall, De España y Catalanes y Asociación por la Tolerancia, así como un numeroso grupo del PSC.
Entre los asistentes estaban Xavier García Albiol, del PP, Albert Rivera e Inés Arrimadas, de Ciudadanos, Francesc de Carreras, Josep Piqué, Josep Borrell y Julio Villacorta.
En su alocución, Teresa Freixes declaró que el objetivo de la nueva plataforma es «aglutinar las entidades no soberanistas de Cataluña para ayudarlas a estar presentes en la opinión pública catalana copada por el nacionalismo excluyente».
Aunque tal declaración de principios parece aceptable a primera vista, uno habría preferido que, tratándose de una catedrática de Derecho Constitucional, hubiera declarado que las instituciones públicas de Cataluña, desde la Generalidad hasta el Parlamento autonómico, han venido actuando deliberada y sistemáticamente en contra de la Constitución vigente en toda España, por lo tanto también en Cataluña, y que, en consecuencia, esas instituciones son ilegítimas e ilegales ab origine. De hecho, Cataluña es hoy una dictadura de estirpe burguesa con una comunidad minoritaria y opresora de lengua catalana y tendencia independentista, y una comunidad mayoritaria y oprimida de lengua española y sentimiento español.
¿Lo sabe la catedrática de Derecho Constitucional Teresa Freixes? A lo mejor sabe que lo que yo digo son patrañas.
Es posible.
Esperaré a ver qué dice García Albiol, pues, por lo que sé, ese ni miente ni engaña, y de momento seguiré pensando que la nueva plataforma es en realidad una última variante de la envolvente catalana.
Donald Trump, nuevo presidente de Estados Unidos, se ha apresurado a exponer las líneas maestras de su política nacional e internacional. Para ello le ha bastado con tres nombres propios y poco más.
A este hombre se le entiende todo, lo que dice y lo que no dice.
Primero, América, o sea, Estados Unidos; después, Reino Unido e Israel. Si se quiere, un triángulo con un espacio interior y un espacio exterior.
Política patriótica y nacionalista a partir de Estados Unidos, con dos aliados preferentes –Reino Unido e Israel–, cada uno de ellos en su sitio y con su misión. El Reino Unido recobrará su función histórica de vigilar de cerca a Alemania y su nueva política expansionista, mientras que Israel seguirá con su tarea de observar, a ser posible desde la distancia y en la oscuridad, todo lo que ocurra en el área de Oriente Próximo y Oriente Medio para informar de las novedades a su amo y señor.
Naturalmente, tanto a Estados Unidos como a Israel les interesa conocer, a ser posible con antelación, los movimientos de tropas que se produzcan en el espacio geográfico que va de Siria a más allá de Afganistán, toda vez que ese espacio viene a coincidir en líneas generales con el mundo árabe-musulmán formado por más de 1.200 millones de seres humanos.
Potencias económicas y militares de la región: Turquía, Arabia Saudí, Irán y Pakistán.
El objetivo a corto y medio plazo es mantener tanto a esos países como a los jeques del desierto con sus tribus respectivas en guerra permanente para que compren armas con el dinero del petróleo y utilicen esas armas para destruirse recíprocamente, de modo que ellos — Estados Unidos y sus aliados– hagan negocio y el pueblo elegido tenga paz y pueda seguir adelante con la colonización de Cisjordania.
Parece ser que, después de Reino Unido e Israel, las preferencias de Donald Trump son para Putin, cuya colaboración le resulta poco menos que necesaria no sólo para completar el cerco a Alemania sino también y sobre todo para tener a Rusia a su lado, no enfrente, en el conflicto con China, que probablemente se producirá tarde o temprano.
Para entonces, cabe pensar que el poder de Estados Unidos habrá disminuido considerablemente en términos absolutos y relativos, mientras que el de Rusia y China habrá alcanzado cotas con las que ni un Donald Trump podría soñar para su país.
Se prevé que en el plazo de unos diez o quince años, Estados Unidos tendrá que abandonar su política imperialista so capa de vigilante del mundo y optar por una política autárquica de subsistencia, lejos ya del primer plano internacional.
Eso es, más o menos, lo que he leído en varios papeles extranjeros.
Es un hecho consumado y cierto que, en Cataluña, los separatistas vienen persiguiendo al idioma español desde hace décadas y sueñan con erradicar esa lengua, más temida y odiada que extraña, no sólo de su enseñanza y su administración pública sino incluso de la sociedad catalana en su conjunto.
Y, no obstante, tras difundirse la noticia de que el gobierno de Donald Trump ha decidido suprimir la versión en español de la página web de la Casa Blanca, varios dirigentes políticos, ideólogos y difusores del separatismo catalán se han apresurado a manifestarse en contra de tal medida.
¿Incongruencia?
Como para mí todo lo real es racional, la incongruencia o contradicción es sólo aparente, pues, si es verdad que los separatistas catalanes quieren una sociedad civil básicamente monolingüe, también lo es que, simultáneamente, pretenden servirse del idioma español y, con él, de la nacionalidad española como credencial y carta de presentación tanto en el concierto internacional (ONU y UE) como en sus relaciones con Estados Unidos e Hispanoamérica.
Quien quiera entender el proyecto del separatismo catalán en su versión más actual y ambiciosa tal vez haría bien en repasar conceptos como soberanismo (en oposición a independencia en sentido tradicional), doble nacionalidad, envolvente catalana, tercera vía, hegemonía y bloque hegemónico.
Fórmula mágica: la parte —Cataluña– se impone al todo –España– y lo suplanta.
En esa tarea le puede servir de ayuda leer a Enric Juliana, teórico del separatismo catalán más burgués con dotes de didacta, aunque yo le aconsejaría sobre todo que estudiara la teoría de Antonio Gramsci sobre hegemonía y bloques hegemónicos, en el bien entendido de que, en este caso concreto, el estudio deberá hacerse en clave liberalburguesa, no marxista-leninista.
¿Que qué hacemos entonces con la lección de Solé Tura?
Esa queda para otro día.
Segunda lección
De acuerdo con una concepción global, la envolvente catalana coincide y se identifica con lo que los separatistas llaman Proceso y tienen a la vez por hoja de ruta y meta final.
Táctica y estrategia.
En la práctica y siguiendo un orden cronológico, la envolvente catalana proporciona, además de la hoja de ruta, las medidas concretas que los responsables del Proceso han pensado adoptar en cada momento como recursos tácticos.
A título de ejemplo presento aquí tres de esas medidas a las que asigno un alto valor informativo por su contenido y su significado. Se refieren a dos formaciones políticas (PSC, Ciudadanos) y a una persona física (Ada Colau). En los tres casos, código genético catalán.
1) A mi entender, la envolvente catalana, en cuanto concepto estratégico y argucia táctica, nació en el seno del llamado Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC). Sus dirigentes, entonces casi en su totalidad de extracción social burguesa, recluyeron en él a los trabajadores de lengua española y sentimiento español para que no obstaculizaran ni desnaturalizaran el Proceso y de ese modo contribuyeran por exclusión a que en Cataluña la política la hicieran los catalanes, sólo los catalanes, pero simultáneamente negociaron la venta de los votos de esos mismos trabajadores como votos separatistas al PSOE y al PP en cuanto partidos políticos y, llegada la hora, en cuanto titulares del gobierno de España.
La maniobra fue escenificada una y otra vez con excelentes resultados para sus creadores/impulsores, desde Joan Raventós hasta Miquel Iceta o, lo que viene a ser igual, desde la Transición hasta ayer mismo, momento en el que, después de proclamar enfáticamente que Cataluña es una nación, este último ha intentado montar una pinza con el vasco Patxi López para minar y, así que se presente la oportunidad, asfixiar al núcleo duro del PSOE, núcleo de cuño español. Descubierto el fraude, el PSC es hoy una ficción sin apoyo social, pero la perfidia y la deslealtad de sus dirigentes son de las que hacen época.
2) Durante algún tiempo y con intermitencias tuve mis dudas acerca de las intenciones reales de Francesc de Carreras y Albert Rivera, aunque, básicamente, siempre pensé que la formación política conocida comúnmente como Ciudadanos era la versión B de la antigua y ya casi olvidada Operación Roca.
En la escena pública, un Rivera por un Roca, un Francesc de Carreras por un Pujol. Todos de casa nostra, cada uno con su papel y su disfraz.
Por eso, más allá de las frecuentes –¿y sentidas?– invocaciones a España y a su unidad salidas de la boca del joven y ambicioso Albert Rivera, he prestado atención a las maniobras de Francesc de Carreras y en especial a sus declaraciones en asuntos relacionados con la Constitución y la posición de los separatistas catalanes frente a ella.
Últimamente, el catedrático de Derecho Constitucional e ideólogo de Ciudadanos ha manifestado que «al nacionalismo hay que derrotarlo en las urnas», afirmación que, a mi modo de ver, no tiene mucho sentido, pues entiendo que a quienes infringen la Constitución de manera sistemática y continuada, como ocurre en este caso, no se les deben conceder derechos que corresponden en exclusiva a quienes la cumplen. De Carreras sabe perfectamente que lo que procede en ese supuesto es denunciar a los infractores y exigirles responsabilidades en términos jurídicos. Y, en cualquier caso, inhabilitarlos para ejercer toda actividad pública y/o política.
El estudio de las declaraciones del catedrático de Derecho Constitucional, así como de los vaivenes ideológicos de su discípulo y hechura política, me ha llevado al convencimiento de que Ciudadanos es hoy un submarino furtivo en travesía por aguas de la derecha española y de que, tanto en el caso de Francesc de Carreras como en el de Albert Rivera, el separatista que llevan dentro terminará saliendo del armario a medio plazo o, más concretamente, cuando el Proceso del separatismo catalán alcance el punto de no retorno. Si es que lo alcanza.
De momento, la formación mantiene y defiende su núcleo catalán, pese a su expansión y aparente españolización. El cambiazo nunca ha sido un problema para ellos.
Pregunto: ¿conseguirá el catedrático de Derecho Constitucional legitimar de facto y habilitar a personas que han infringido e infringen reiteradamente la Ley de leyes y proclaman públicamente que van a seguir haciéndolo? ¿No esconde la politización de esa infracción continua y premeditada de la Constitución vigente en España un descomunal fraude de ley?
3) Aunque no se pueda decir públicamente, en Cataluña hay en la actualidad dos comunidades político-lingüísticas: una comunidad mayoritaria y oprimida de lengua española y sentimiento español, y una comunidad minoritaria y opresora de confesión pública independentista.
Y, aunque no se pueda decir públicamente, Cataluña es hoy una dictadura de cuño burgués.
Para evitar el agravamiento y la consumación de la ruptura social generada por el nuevo régimen y llenar o al menos ocupar el espacio político que seguía vacío por el veto a la comunidad de lengua española en Cataluña, los responsables del Proceso recurrieron una vez más a la envolvente catalana y decidieron que una tal Ada Colau fuera elegida alcaldesa de Barcelona en los comicios municipales del 2015. Disfrazada de activista social sin adscripción política en ese momento, Ada Colau parecía ser la persona idónea para el cargo y la tarea. Hoy, además de activista social con sello demagógico o, si se quiere, populista, es una independentista radical, mientras que la izquierda catalana en su conjunto es un subcontinente dominado por elementos antisistema y teledirigido por los responsables del Proceso a través de subalternos y hombres de paja. De hecho, la izquierda, con sus adherencias y excrecencias, ocupa aquí el lugar que en otras latitudes y otros escenarios corresponde a la ultraderecha.
Y, como no podía ser por menos, facciones de esa izquierda anárquica y caótica han establecido contactos con sus homólogas podemitas.
A modo de síntesis
Entiendo que el Proceso en cuanto camino a la soberanía política de Cataluña nació en el seno del PSC a principios de los años setenta del siglo XX, momento en el que Jordi Solé Tura tradujo al español los Quaderni del carcere (Cuadernos de la cárcel), de Antonio Gramsci. En ellos, el pensador italiano expone su teoría de la hegemonía y los bloques hegemónicos, haciendo hincapié en que, en nuestro tiempo, el control de los medios de comunicación y la cultura tiene incluso más importancia que el control de los medios de producción, habida cuenta de que el debate político se desarrolla prioritariamente en ellos, no en éstos. Según él, dadas las condiciones políticas, sociales y económicas actuales, la conquista de la hegemonía y, en su caso, la creación de bloques hegemónicos preceden necesariamente a la toma del poder que ha de conducir a la implantación de la dictadura del proletariado. En suma, análisis de un fenómeno socio-político concreto en clave marxista-leninista.
Imagino que, tan pronto como terminó su traducción, Solé Tura se la dio a leer a sus compañeros/colegas del PSC y Convergencia. Inmediatamente todos coinciden en que el análisis en sí mismo es correcto y, sobre todo, válido. Lo único que hay que hacer es cambiar la finalidad de la hegemonía y la titularidad de sus destinatarios/beneficiarios.
Dicho y hecho.
Así, gracias a una lectura de la doctrina gramsciana sobre la hegemonía en clave liberal nace la dictadura burguesa de Cataluña y, con ella, nace también la envolvente catalana como fórmula mágica y multiuso.
E se non é vero, é ben trovato.
Vendrás conmigo, Margarita,
por el camino que conduce a Santa Bárbara
y allí, a cielo abierto,
conmigo adorarás a los dioses de mi infancia.
Ante una España sumida en el caos, abocada a la ruina, y unos españoles enfrentados entre sí, me inclino a pensar que, una vez más, el futuro de nuestra patria no va a depender de nosotros sino de otros países y otras personas.
Ellos y ellas decidirán, una vez más, qué quieren hacer con España, pues nosotros no hemos sabido defenderla.
Una vez más, los españoles seremos víctimas de nuestra falta de conciencia patriótica y sentido de la responabilidad..
Ese es, al menos, mi gran temor.
¿Qué hacer?