Artículos de julio de 2021

Los obispos catalanes, funcionarios de la Generalidad

Entiendo que, como los obispos catalanes han pasado a ser de hecho funcionarios de la Generalidad, ésta les pagará religiosamente  los sueldos, pero siempre con cargo al  Estado opresor. ¿Estoy equivocado?

El español, idioma oficial de España

Declaro que, a mi entender, el español –con este nombre,  siempre y sólo con este nombre–, es el idioma oficial de España.

Entiendo que, en la actual coyuntura política,  utilizar otros nombres, como, por ejemplo, «el castellano», es entrar en el juego de los separatistas catalanes y  –consciente o inconscientemente– ceder a su empeño de silenciar de manera sistemática todo lo que recuerda a España y suena a español.

En mi opinión debemos estar atentos a las armas que utilizan los que quieren destruir España empezando por su nombre.

¿O vamos a decir después, cuando se haya consumado la traición,  que no lo sabíamos?

La ventaja de los separatistas catalanes frente a España y los españoles

En mi opinión, la ventaja de los separatistas catalanes frente a España y los españoles, una ventaja  que tengo por invencible e insuperable, consiste en que nuestros siempre desleales compatriotas no sólo  tienen un plan para destruir España y los españoles sino que además llevan décadas impulsándolo por vía de los hechos consumados, mientras que los españoles  ni hemos  tenido ni tenemos un plan para destruir el separatismo catalán con todos los separatistas.

Esa ventaja hace que ahora nuestros separatistas lleven la iniciativa en su pugna con lo que llaman Estado opresor y, a mi entender, es un Estado social y democrático de derecho.

Entiendo que los separatistas catalanes, empezando por sus obispos, carecen de criterio ético y, en consecuencia, también de conciencia de culpa cuando realizan –por lo general consciente y deliberadamente–  un acto injusto y moralmente repudiable.

De acuerdo con mis investigaciones,  a nuestros  separatistas sólo les preocupa conseguir lo que quieren con el menor coste posible, o sea, siempre con engaño y a traición, nunca con violencia.

En mi opinión, el separatista catalán se mueve siempre entre el engaño y las formas aparentemente civilizadas.

España, Constitución, Estado de derecho, Ley y lealtad  son palabras prohibidas para todos ellos.

 

Qué pretende Pedro Sánchez

A mi entender, Pedro Sánchez pretende nada más y nada menos que acabar con la estructura socio-política de España, basada en  la coexistencia  de una izquierda de cuño nominalmente  socialista, a decir verdad cada vez menos obrera, y  una derecha social asentada tradicionalmente en  el funcionariado estatal de rango medio para arriba,  así como en los colectivos militar, clerical, de  propietarios y antiguos  terratenientes.

A  los ojos de Pedro Sánchez y sus asesores, esa derecha con su papel claramente hegemónico en la política nacional hace que España siga siendo  en esencia  un Estado fascista.

Fórmula de Pedro Sánchez para acabar con ese Estado de estirpe fascista:   desempoderar a la derecha española y  empoderar a la burguesía catalana para que, acto seguido, esta suplante a aquella.

Según él, así España se liberará de una vez y para siempre  de su cuño histórico fascista y podrá convertirse en un Estado federal o confederal formado por la República Española y la República de Cataluña.

¿Paso siguiente y último?

La envolvente catalana

La operación retorno en la línea del procés

Nudo (2)

La hora de los juristas (vulgo, picapleitos)

Días pasados, en un momento de inspiración y osadía me atreví a predecir y decir que, de acuerdo con mis cálculos y cábalas,  Pedro Sánchez, jefe del Ejecutivo español, probablemente rompería su alianza con la derecha española en un próximo futuro para optar por un pacto más natural (?) y por lo tanto también más  coherente(?) con  los separatistas catalanes. Para ello, todo lo que el angelito tenía que hacer era –siempre en mi opinión– proclamar que éstos habían sido siempre  republicanos y llevaban décadas luchando por la república y, consecuentemente, ocultar su atávica condición de burgueses.

Lo mismo o casi lo mismo que Pedro Sánchez y sus subalternos  socialistas, pero en catalán, pues, a decir verdad, ¿qué tiene de obrero y español un Pedro Sánchez?

Sea como fuere, se diría que éste me hizo caso, pues, cuando  apenas habían transcurrido veinticuatro horas desde mi predicción, él ya había ejecutado y hecho pública su alianza con los hombres de Esquerra Republicana.

Ejecutada la alianza-cambalache en línea con la envolvente catalana  como concepto estratégico y el procés como hoja de ruta de la etapa actual, el separatismo catalán cobra una mayor presencia,  incluso oficialmente,  en el programa político de Pedro Sánchez.

A mi entender, el primer efecto colateral y aun así nada desdeñable de tan aguda y arriesgada maniobra ha sido dejar fuera de juego –¿para siempre?– a los Felipes, los Alfonsos y todos los demás varones que se la tenían jurada. Considero que éstos no sólo han quedado fuera de juego por tiempo indefinido sino también sin programa y en definitiva sin autoridad, en el supuesto de que la tuvieran.

En línea con la envolvente catalana como concepto estratégico y el procés  como hoja de ruta de la etapa actual y previsiblemente penúltima de la conjura por la independencia de Cataluña,  La Vanguardia  publica hoy, sábado, 17 de julio,  un texto titulado Nudo (2),  en el que un subalterno en funciones de escriba llamado Juan-José López Burniol  dice haciendo suyas unas declaraciones de Pere Aragonés, presidente de la Generalidad de Cataluña: «… no es cuestión de encajar Catalunya en España dentro de la Constitución (que no citó, ergo no existe), sino de habilitar la fórmula precisa para que los catalanes elijan, si así lo quieren, su secesión, sin contar para nada con el resto de los españoles.»

Oído al parche:  El delincuente declara que no hay Constitución,  ergo no hay Constitución.  Y como entiendo que en definitiva para los separatistas catalanes y sus valedores se trata de burlar la Ley de leyes, o sea, la Constitución, me permito apostillar que ha llegado la hora de los picapleitos, que es como se llama despectivamente a los abogados en mi pueblo.

Uno de ellos, el mencionado Juan-José López Burniol, habla aquí ahora de un conflicto político  entre Cataluña y España, «consideradas  siempre como sujetos soberanos de igual jerarquía: bilateralidad  se llama esta figura.»

Para nuestro ilustre e ilustrado picapleitos, si España es un Estado soberano, Cataluña también lo es. En cualquier caso, él es sólo un recadero o, en este caso, un escriba.

La maniobra tiene  para mí proporciones de conjura y se inscribe en la intrahistoria del catalanismo más desleal e insolidario en cuanto  que falsea sistemática y deliberadamente la realidad histórica y social de Cataluña,  erigiéndose en representante único, total y, en definitiva, democrático de todos sus ciudadanos sin  posible apelación.

El hecho cierto y palmario es que los cargos de decisión y representación de la administración de Cataluña como comunidad autónoma han sido copados y ocupados por separatistas a sueldo de la Generalidad.  ¿Dónde está la población española e hispanohablante de Cataluña y dónde están sus representantes legales y democráticos?

Para mí, Cataluña es hoy una dictadura, encubierta, pero, al fin y al cabo, una dictadura que oprime a más de la mitad de sus ciudadanos y los priva de sus derechos democráticos y constitucionales.

Pero no crea usted que la situación en  mi hogar es mucho mejor, pues debo confesar que,  gracias a la intervención  de un picapleitos, entre sus cuatro paredes  no hay un sólo papel (documento) en el que aparezca mi nombre como no sean los 350 libros aproximadamente que traduje en el transcurso de mi vida laboral.  Y si me doy por conforme e incluso por satisfecho es porque pienso que con ellos pasaré a la posteridad.

 

Postdata

Mi magro currículum académico está integrado básicamente por una licenciatura en Ciencias de la Información (Periodismo) y acaso  alguna cosa más que ya no recuerdo con precisión. Como queda dicho, en el transcurso de mi vida laboral  he traducido al español unos 350 libros, a partir de originales en alemán, inglés, francés, italiano y catalán, sobre temas de arte, teología, filosofía y literatura,  siempre para editoriales españolas. Esta actividad básica ha tenido su complemento en trabajos de corrección y redacción de textos,  ejecutados de manera regular.

 

 

El padre como héroe

Hoy, 18 de julio de 2021, hace exactamente 85 años que fue detenido mi padre, Miguel Ibero Alonso, en Hervás, provincia de Cáceres, donde vivía con su mujer, Lucía, y sus hijos Juan, de 13 años, Miguel, de 10 años, Libertad (después, Adoración), de 4 años, y Ramón, de 2 años.

Miguel Ibero Alonso, maestro tonelero, fue ejecutado, junto con  tres compañeros suyos, a tiro de pistola y fusil, el día 13 de septiembre de 1936, en el paraje conocido como El Tejar, perteneciente al término municipal  de El Puerto de Béjar, provincia de Salamanca.

Los cuatro eran obreros de filiación socialista-comunista.

Por todo ello, no a pesar de ello, mi padre ha sido el gran héroe de mi vida y no me ha impedido declararme, como hago hoy, patriota español a todos los efectos, pues siempre he tenido el convencimiento de que él fue un hombre honrado y leal a su causa, como yo intento serlo ahora a la causa de España, que es la mía.

 

Alienación

Entiendo que toda criatura es y está necesariamente alienada, pues –siempre a mi entender– pertenece al ámbito de lo contingente. ¿Siempre y sólo a él?

Entiendo que, cuando una criatura abandona (supera) un estado de alienación, pasa a otro estado de alienación, no queda desalienada. ¿Siempre y necesariamente?

Entiendo que no hay criaturas desalienadas, pues ninguna criatura es y existe en sí misma  y para sí misma.

Entiendo que sólo Dios es y existe en sí mismo y para sí mismo. Pero ¿es y existe un Dios en sí mismo y para sí mismo?

El autor y su traductor

En mi trabajo como traductor parto siempre del supuesto de que el autor escribe   en nombre propio para un colectivo –sus lectores– del que, simultáneamente, él también forma parte como lector.

En última instancia,  el autor es siempre lector de sí mismo.

Su traductor, en cambio,  escribe siempre en nombre de otro (el autor) y siempre desde el anonimato.

Por lo tanto, a mi entender, el traductor, todo traductor, es siempre  un autor anónimo o, lo que tal vez es aún más triste,  un autor-escritor sin obra propia debidamente reconocida.

¿Es ese mi caso?

Entiendo que en su trabajo el  traductor transciende el pensamiento y la obra del autor —el proceso de pensar como gestación  y la obra como fruto de esa gestación–,   pues, quiera o no quiera, se ve obligado a repensar lo que éste piensa o ha pensado y a reproducir lo que éste produce o ha producido.

Entonces, ¿cuál es la aportación del traductor a la cultura?

 

Las dos vidas del separatismo: de ETA al Estado de las autonomías

De acuerdo con los documentos históricos, la «guerra fría»  se extendió desde 1947 hasta 1991 y registró sus momentos de máxima tensión con motivo de la guerra de Corea (1950-1953) y la guerra de Vietnam (1955-1975), pero por encima de todo con ocasión de la crisis de los misiles de Cuba, que tuvo lugar en octubre de 1962, cuando Estados Unidos  descubrió que la Unión Soviética había instalado bases de misiles de alcance medio en la isla caribeña. Afortunadamente, la crisis se saldó con una victoria diplomática de Estados Unidos, que, mediante una acertada y enérgica gestión, exigió y consiguió el desmantelamiento inmediato de las bases de misiles por parte de la Unión Soviética, evitando así una guerra nuclear de consecuencias impredecibles.

El nuevo escenario mundial, de manera especial en lo concerniente  a Europa, supuso el reconocimiento internacional  del régimen de Franco y, por lo tanto, su consolidación definitiva, puesto que, en atención a su rotunda oposición al comunismo, nuestro país se convirtió de inmediato en un aliado preferente de Estados Unidos en todos sus planes estratégicos para garantizar la seguridad nacional y la paz mundial (Estrategia de Seguridad Nacional).

Por entonces, España ya ha superado el aislamiento de la etapa autárquica y ha iniciado una etapa de desarrollo que va a cristalizar en el «milagro económico español» de los años sesenta. A la postre, ese milagro se ve potenciado, de una parte, por el aumento exponencial de los flujos migratorios de trabajadores españoles a los países más avanzados de Europa y, de otra parte, por  la llegada masiva de turistas de esos mismos países a nuestras costas. Los trabajadores envían remesas  de dinero a  sus familiares en España y los turistas generan empleo y aportan divisas.

En definitiva, nuestro país supera el duro trance de la doble posguerra con sus infinitas miserias  y supera también los cuarenta años de dictadura franquista, una dictadura de estirpe militar y cuño fascista que, al menos en mi opinión,  en su última fase se caracteriza por una poco menos que absoluta indefinición ideológica, incluso programática, y se aguanta  por pura inercia.

En 1958 aparece ETA. Aunque de acuerdo con las proclamas de sus dirigentes  es una organización  independentista vasca, abertzale, revolucionaria y socialista, sus miembros utilizan para conseguir sus fines métodos que van desde el asesinato hasta la extorsión económica, pasando por el secuestro. En sus sesenta años de existencia, puesto que se disolverá oficialmente en 2011, ETA va a perpetrar 864 asesinatos y 3000 atentados, cifras a las que  hay que sumar 7000 víctimas de diversa naturaleza y gravedad.

Franco persigue a ETA manu militari  y trata de controlar sus actividades por métodos policiales y el acoso directo de sus miembros, hasta que  llega al convencimiento, ya en los últimos años de su régimen y su vida, de que la organización terrorista está bajo control y poco menos que al borde de la desaparición.

Ingenuo y lamentable error. Error histórico.

Mientras tanto, los burgueses catalanes, tras correr a adherirse al Régimen el mismo día de la Victoria, coparon  todos los cargos de poder y representación del Estado en Cataluña, y en ellos se mantuvieron , «inasequibles al desaliento», hasta la muerte de Franco en noviembre de 1975 y la extinción de su dictadura en fecha inmediatamente posterior.

Hablar de una lucha de la burguesía catalana  contra el franquismo es, de acuerdo con la información histórica existente, una burda y vil  falsedad. La realidad es que la burguesía catalana, desde sus cargos en el régimen franquista, persiguió al separatismo y los separatistas.

Entonces se trataba de servir a España y hacer méritos.

En 1978 la situación cambia radicalmente para personas e instituciones.  Se instaura un régimen –formalmente– democrático con la aprobación en referéndum de una Constitución de acuerdo con la cual España pasa a ser y llamarse Estado de las autonomías.  En ese mismo momento deja de ser un Estado  centralista y unitario de estirpe histórica y, a través del nuevo ordenamiento territorial, entrega el gobierno de sus regiones, ahora llamadas comunidades autónomas y dos de ellas con rango de nacionalidad, a sus respectivos gobiernos autonómicos y autónomos.

Y como, además, cada una de esas comunidades autónomas tiene parlamento propio y éste está facultado para promulgar leyes válidas en el ámbito de su jurisdicción, personalmente  entiendo  que  los legisladores  y padres de la nueva Constitución han enajenado la soberanía nacional  y se la han entregado gratis et amore, incardinada en la estructura profunda del Estado y sus instituciones más representativas, a los que siempre soñaron con destruir España y romper de una vez por todas la convivencia pacífica y leal de todos los españoles. 

¿Conclusión? España se encuentra ahora –julio de 2021–  en una situación caracterizada  por problemas que afectan directa y decisivamente a su existencia y su supervivencia como Estado soberano y PATRIA COMÚN, INDIVISIBLE E INALIENABLE  DE TODOS LOS ESPAÑOLES.

Gracias, colaboradores-colaboracionistas

En mi entrada sobre las dos vidas del separatismo,  desde ETA hasta el Estado de las autonomías, olvidé decir que, muerto Franco y extinguida su dictadura,  en la prensa catalana de entonces pude leer palabras de elogio –¡y  agradecimiento!– de los catalanistas militantes a los compatriotas que habían colaborado con el régimen odiado y opresor con el argumento de que, gracias a su  intervención, estos colaboradores-colaboracionistas habían evitado que las instituciones catalanas pasaran a manos extrañas.

Y, como lo leí en periódicos de aquí,  creo que tengo derecho a decir que no fui el único que lo leyó y en consecuencia ahora no tengo que demostrarlo.

De todos modos considero que el  argumento tiene miga y es de los que conviene recordar.