Si la pederastia en el seno de la Iglesia -clero y congregaciones religiosas- es hoy un mal sistémico como afirma el jesuita Hans Zollner, parece lícito sostener que ese mal no surgió ayer ex nihilo.
En realidad hay testimonios y pruebas de que el mal existe desde hace siglos, aunque su presencia -con todas sus prácticas- probablemente aumentó con la implantación del celibato obligatorio.
Por lo tanto entiendo que estamos ante un mal endémico y sistémico.
En cualquier caso, los obispos de la Provincia Eclesiástica Tarraconense están ahora muy preocupados por las consecuencias sociales que el mal está teniendo en el ámbito de su jurisdicción; concretamente, por el escándalo provocado.
Una de sus consecuencias más visibles ha sido, al menos en mi opinión, que los obispos de la Tarraconense decidieran distanciarse del proceso independentista catalán y se limitaran a tenerlo presente en sus oraciones. De acuerdo con mis cálculos, de eso hace entre uno y dos años.
Y no es que todos los miembros del clero de la Provincia Tarraconense sean independentistas, sino que los cargos jerárquicos son cubiertos siempre y obligatoriamente por separatistas.
Órdenes superiores que tienen que ver con eso que llaman ingeniería social.
Curiosamente, con el inicio del proceso judicial a los protagonistas del <procés>, los prelados de la Provincia Tarraconense han vuelto a hacer uso de la palabra para pedir <magnanimidad ante el juicio>.
Los hombres de Dios no piden que se haga justicia con los encausados y tampoco que, si estos han cometido algún delito grave o muy grave (y, por lo tanto, también algún pecado grave o muy grave), están obligados en conciencia a arrepentirse y cumplir las penas que les sean impuestas.
Por lo visto, para los obispos de la Provincia Eclesiástica Tarraconense los ciudadanos de Cataluña no son ciudadanos de un Estado democrático y de derecho llamado Reino de España.
En otras palabras: aquí no hay ni Ley ni Estado de derecho.
Para ellos, empezando por el obispo de Solsona, sólo existen la democracia en sentido abstracto y el derecho a decidir cuando ellos (los catalanes separatistas) decidan.
¿Dónde queda el mensaje cristiano y, sobre todo, católico de esos hombres de Dios?