La Iglesia católica en el Estado de derecho

Personalmente considero que, nolens volens, la Iglesia católica –institución, patrimonio y actividades– terminará encontrando, más pronto que tarde, el lugar que le corresponde en el Estado de derecho como miembro respetuoso, incluso leal, de sus normas. Han pasado los tiempos de ciertas gravísimas anomalías jurídicas en forma de excepciones y/o privilegios.

Al margen de su misión redentora y su origen divino, conceptos que pertenecen al ámbito de lo que hoy llamaríamos intangibles, la Iglesia católica es una institución humana y mundana. Esta segunda naturaleza suya determina derechos y obligaciones que, por universales, le son inexorablemente propios.

Y en el actual Estado de derecho, dentro de ciertos  límites, lo que no es ético tampoco es viable.

Pero si ahora yo me pronuncio a favor de la presencia social de la Iglesia católica de acuerdo con lo que, a mi entender, son principios éticos y legales transparentes, no es por razones de esa índole sino, esencialmente, por motivos de agradecimiento.

Los que me enseñaron a leer, escribir y sobre todo seguir el dictado de mi conciencia eran en su totalidad clérigos y/o religiosos.

Sueño de un patriota español

«España advierte de que no tolerará más humillaciones» .

Sabadell, 25 de mayo de 2012.

 

Monago: jarabe extremeño para combatir el separatismo catalán

Probablemente una de las peores cosas que un español puede hacer en estos momentos es entrar en el juego  del separatismo catalán. De acuerdo con mis conocimientos y mis experiencias, en el campo de la intriga y la conjura  esos separatistas son prácticamente irreductibles y por lo tanto invencibles.

Siempre conservan la compostura, la sangre fría, el control de la situación y,  claro está, el dominio de sí mismos.

Curiosamente, ellos nunca pronuncian palabras como traición y traidor, cobardía y cobarde,  falsedad y falso, felonía y felón, perfidia y pérfido, delación y delator. Que yo sepa, llegan  hasta pactismo y pactista, pero se detienen antes de pronunciar vocablos tan ominosos para ellos como  complicidad y cómplice, colaboracionismo y sus derivados, a pesar de ser referentes cardinales de su historia inmediata.

Uno de los delitos más graves que puede cometer un catalán a los ojos de sus compatriotas es denunciar a un catalán por catalán (catalanista) ante un no catalán. En nuestra guerra civil y, después de ella, en nuestra doble y larguísima posguerra fueron bastantes los que lo cometieron. En Sabadell, yo conocí dos de esos, uno de camisa azul y otro de sotana.

En cualquier caso, es un delito que ni prescribe ni se perdona, pero sobre todo es un delito que estigmatiza y excluye de por vida al delincuente, mientras que la intriga y la conjura son actividades   patrióticas que perduran y, al perdurar, mantienen vivo el sentimiento de pertenencia que, envuelto en una muy mediterránea  omertà,  es percibido como conciencia de pueblo elegido y, por eso mismo, perseguido. Siempre de acuerdo con el modelo bíblico.

Evidentemente, para un español de la Meseta o más allá no es fácil convivir con semejante prole, máxime habida cuenta que ésta no sólo se empeña en estar a un mismo tiempo dentro de España y fuera de España sino que además  exige plena libertad para hacer en todo momento lo que le venga en gana y dictar/imponer a los españoles lo que deben y lo que no deben hacer.

Lo dicho. No es fácil convivir.

En cualquier caso, tal vez sea bueno recordar y de manera especial tener presente en todo momento que el separatista catalán miente incluso cuando dice (formalmente) la verdad. ¿Por qué? Pues, sencillamente, porque su intención es siempre, siempre, engañar.

Por la vía del engaño se proponen los separatistas  llegar a esa forma de independencia que ve y prevé una Cataluña soberana encaramada a una España dividida, sojuzgada y manipulada desde dentro y desde fuera por no españoles.

Ellos y sólo ellos.

De momento  nos han enseñado y demostrado que, efectivamente,  la parte puede ser más que el todo y cómo conseguirlo.

Ejemplos. El PSC no sólo forma parte del PSOE sino también, a través de él, de España y, llegado el caso, de su Gobierno, el Gobierno de España, pero el PSOE no forma parte del PSC ni tiene acceso franco y directo a la Generalidad y demás instancias de la administración catalana.

Con esa fórmula, que ahora están ensayando con el tándem PPC/Convergència–PP, pretenden ir ganando terreno hasta que llegue el momento de abordar la operación definitiva y final. Entonces, según ellos,  Cataluña, la parte, dominará España, que ya no será el todo ni tendrá soberanía sobre Cataluña.

Ante semejante panorama, las recientes palabras de Monago en contestación a unas declaraciones-trampa del taimado Trías son música para mis oídos de extremeño y español irreductible.

Así, pues, a mandar.

 

 

Clan separatista en el seno de la RAE

A mi modo de ver y entender, José Manuel Blecua, Pere Gimferrer y Carme Riera forman, de momento,   el núcleo de un clan catalanoseparatista instalado en el seno de la RAE.

A corto plazo,  la misión de este clan consiste en atacar la base semántica de la lengua española a través de su nomenclatura literaria, histórica y geográfica.

A continuación, el clan, fortalecido con nuevas voces, pasará a atacar la esencia óntica de España y lo español.

Blecua, además de defender la inmersión en catalán impuesta con carácter obligatorio y excluyente en las escuelas de esta región española, medida a todas luces delictiva por atentar contra los derechos naturales y constitucionales de cuatro millones de ciudadanos, practica el sabotaje lingüístico desde su cargo de director de la RAE.

De él sabemos asimismo que escribe mal, tan mal que, en mi opinión, su manera de escribir lo inhabilita para el cargo que ocupa y mancilla por traidor.

De Carme Riera sabemos, por sus propias declaraciones, que es separatista confesa y  profesa.

De Gimferrer podemos decir que, falto  de una formación intelectual correcta, tiene un conocimiento deficiente de nuestra lengua y, sentimientos aparte, insuficiente para un miembro de la RAE.

En resumen, tres agentes de una  conjura empeñada en desnaturalizar/destruir la lengua que constituye la morada de nuestro ser y estar en este mundo.

 

 

El desguace de España

El título responde, casi literalmente, al de  una tercera de ABC firmada por Javier Rupérez  el  pasado lunes, 9 de abril, mientras que su contenido denuncia a buen seguro  la preocupación  del autor por el presente y el  futuro previsible de España.

En realidad, a mi entender el desguace de España se inició hace ya más de cuarenta  años,  algunos más de los que yo llevo  en situación de muerte civil aquí, en esta antigua  región de España llamada Cataluña.

Muerte civil y, a continuación,  acoso permanente e implacable ad hominem para destruir incluso, si les es dado,  mi matrimonio y mi familia.

En esas están.

¿Delito? Denunciar la conjura del separatismo catalán con los medios a mi alcance, incluida mi vida.

El hecho es que para entonces, principios de los años setenta de ese siglo que ya es historia,  estos separatistas  tenían a punto su plan táctico y estratégico: cómo querían hacer lo que tenían pensado hacer ellos solos y sólo para ellos.

Conjura en forma de  política de la  puta i la Ramoneta y en nombre de la construcción nacional: una naciúncula con un miniestado burgués para burgueses.

En la práctica,  una conjura hecha de incontables conjuras y una política hecha y deshecha constantemente combinando con ladina sabiduría  gestos de traición, incluso de amenaza prepotente, con gestos de sumisión y —risum teneatis, amici–, de ostentosa lealtad.

Lamentablemente, los españoles de la Meseta, en su inmensa mayoría,  siguen sin saber ni imaginar de qué es capaz y de qué no es capaz un homenot   de la burguesía barcelonesa después de ser proclamado solemnemente «español del año».

Me permito recomendar a Javier Rupérez que vaya a ver a Enric Juliana, hombre de Pujol  y corresponsal de  La Vanguardia en los Madriles, capital de su país vecino y anfitrión.

Si lo hace, es posible que el tal Juliana le explique –por supuesto con ánimo de confundirle– la diferencia que hay entre «soberanía» e «independencia»   a los ojos de un separatista  ilustrado.

En cualquier caso, he aquí los principales hitos del proyecto —¿topants y trending topics?–   tal como yo los he visto en mis pesadillas:

–colonizar España y apoderarse de sus medios de comunicación;

–ocupar sus centros de poder y decisión, incluido el Ejército, pero sobre todo Hacienda, la caja.  Siempre la caja;

–desmembrar  y desnaturalizar España como entidad y unidad  nacional;

–poner la estructura del Estado, una vez desprovista de sus señas de identidad, al servicio de Cataluña.

Evidentemente, mientras tanto, el territorio y las instituciones de  Cataluña irán quedando  vedados a los españoles. Será de manera subrepticia y por vía de los  hechos consumados, especialidad de la casa. En lo básico ya lo están ahora.

Según ellos, los separatistas catalanes, todo es cuestión de tiempo e intriga. El control total y exclusivo de la Caja grande marcará el punto de inflexión y  no retorno.

El botín –una España sojuzgada, controlada  y dirigida por Cataluña– bien vale una traición con todas sus intrigas y conjuras.

¿Sabe ahora el señor Rupérez cuál es la diferencia entre soberanía e independencia?

 

 

¿Untergang a la española?

Es sabido que en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial los gerifaltes del  Tercer Reich se recluyeron en un búnker berlinés  con intención de vivir  allí el fin de  su régimen  al estilo prusiano con escenificación wagneriana.

Eso es lo que se ha escrito y se ha filmado,  pero no parece que fuera exactamente así. La verdad es que cada  uno afrontó el trance a su manera.

Fueron pocos los que salieron al encuentro de la muerte.

En cualquier caso, para actores y espectadores fue el Untergang!  Fin de un sueño y fin de un capítulo de la historia europea y universal.

Ahora, los españoles, ante una crisis económica que amenaza la vida de su patria, parece que han decidido organizar un fin de fiesta que haga honor a su casta y esté a la altura del momento:  una huelga general seguida de  un puente capaz de hacer olvidar cuál fue el último día de trabajo.

Cataluña: construcción nacional

Tal como yo lo veo, en el proyecto independentista catalán presidido por la construcción nacional, la táctica y la estrategia del cangrejo ermitaño se conjugan con la política de la puta i la Ramoneta.

¿Resultado?

De momento, Montoro tiene el dinero y la palabra.

¿Socialismo?

Después de contemplar el panorama socio-político español durante años, llego a la penosa   conclusión de que nuestros socialistas tienen muy poco de  socialistas.

De hecho, a mi modo de ver, su traición al núcleo conceptual e histórico de esa ideología ha venido no sólo a justificar el capitalismo como mal menor sino incluso a legitimarlo como mal necesario.

¿A perpetuidad?

Huelga general

En estos momentos,  en los que España está sumida en una  crisis económica agravada por una lacerante falta de  productividad, parece obligado preguntarse:

¿A quién beneficia una huelga general: a la clase obrera,  al empresariado,  a la sociedad, al país  en su conjunto?

Andalucía: elecciones sin elección

Puede decirse que en las pasadas elecciones andaluzas  los dos pequeños grandes  partidos perdieron y ganaron. Quien lo desee puede afirmar que el PP ganó sobre el papel y perdió en las arenas  de la  aritmética parlamentaria. Sensu contrario, quien lo desee puede afirmar que, gracias a la  misma aritmética y su regla del tres,  el poder político de esta comunidad parodependiente crónica, ni autónoma ni  autonómica,  sigue en manos de una izquierda con cara  frentepopulista.

Estamos en Andalucía, límite meridional de Europa y  la Unión Europea.

Aquí terminó la Reconquista, a la que yo tengo por nuestra primera y gran  guerra de la Independencia.  Ochocientos años combatiendo. 1492 marca la fundación de España como nación moderna y por eso mismo  marca también  el principio de la fundación  de  la Europa de las Naciones,

Pero seguimos en la Andalucía de los olivares y los secarrales; de   los peones y las peonadas.  30 por ciento de paro, y subiendo.

La Andalucía gitana y mora que cantó García Lorca, la misma Andalucía que lloró Ángel Ganivet, granadino de la hanseática Riga.

Me gustaría que se hiciera un  estudio sobre la incidencia del paro en el colectivo de los peones andaluces como subclase  apresada  en uno de los niveles inferiores  de la sociedad, el nivel de  subsistencia, seguido de otro estudio sobre la burguesía catalana  como clase social acaparadora de  cargos, sueldos y prebendas de la Generalidad  y sus innumerables ramificaciones, desde el Òmnium Cultural hasta la embajada de Cataluña en Rabat, al otro lado de  un Estrecho cada vez más estrecho.

¿Quién dice que no hay moros en la costa?