Artículos de septiembre de 2017

El 1 de octubre y la ley catalana

De acuerdo con mi  modo de ver y entender las cosas de Cataluña, la actividad de sus representantes políticos responde a una fórmula universal en el tiempo y el espacio.

Primero, la trampa; una vez impuesta la trampa, el diálogo; una vez impuesto el diálogo con todos sus engaños, la ley catalana con todas sus vilezas y deslealtades.

Resultado: Cataluña –la parte– se ha impuesto a España –el todo– por la vía de la traición.

¿Ocurrirá eso el próximo 1 de octubre?

Evidentemente no lo sé. Pero estoy convencido de que  los representantes políticos de Cataluña lo intentarán y, en caso de que les falle el plan, volverán a utilizar el recurso histórico del victimismo.

¿Otros cincuenta años de españolismo? Los que hagan falta para sobrevivir.

Atentados en Cataluña: complicidad y culpa

A mi entender, los atentados yihadistas perpetrados días pasados en La Rambla de Barcelona y en el Paseo Marítimo de Cambrils podrían y deberían haberse evitado, habida cuenta de que la policía autonómica de Cataluña contaba con información suficiente para tomar las medidas precautorias pertinentes.

En lugar de contrastar la información recibida, informar de su contenido a las instancias estatales y montar dispositivos policiales  destinados a salvaguardar la vida de los ciudadanos, el jefe de la policía autonómica dio la callada por respuesta.

Lo de siempre, como siempre.

Si, como parece demostrado, las cosas ocurrieron básicamente así, entiendo que estamos ante un comportamiento delictivo  por parte de los responsables de la seguridad ciudadana en la comunidad autónoma de Cataluña.

Complicidad y culpa.

Eso sin tener en cuenta la política de la Generalidad con los países del Magreb, de manera especial, en  materia de inmigración y acogida de ciudadanos y familias de Marruecos en pueblos de la Cataluña profunda.

¿Sabe algo de todo ello un tal Àngel Colom?

Irredentismo catalán

Entiendo que los separatistas catalanes han cometido el error fatal de mostrar abiertamente al mundo qué son, cuál es su meta y cómo pretenden alcanzarla.

Han quedado desnudos. Se acabó el paraíso.

¿Creían que iban a engañar al universo mundo como han engañado a España y a la inmensa  mayoría de los españoles?

¿Algún ser humano ha engañado alguna vez a todos sus congéneres durante todo el tiempo?

¿Alguien piensa que así se puede construir una patria de la que generaciones futuras se sientan orgullosas?

¿Dónde están los patriotas, los héroes, los mártires de la utopía nacional?

Considero que lo  mostrado y contemplado hasta el momento tiene que ver con algunos de los aspectos más bajos del ser humano y su comportamiento social.

Y, a  la vista de los resultados obtenidos,  pienso que tal vez habría sido mejor para ellos que hubieran decidido seguir intrigando y haciendo trampas otros cincuenta años. Es posible que para entonces…

Respeto a Joan Coscubiela y en honor a García Albiol debo decir que, de acuerdo con mi modo de ver y  entender, no todos los políticos catalanes son maestros en las artes de la intriga  y la deslealtad.

Los españoles tenemos también compatriotas catalanes leales, muy leales.

Oriol Junqueras: con la verdad en la boca

Ayer pude ver y oír a Oriol Junqueras en la pantalla de televisión y llegué a la descorazonadora conclusión de que el pobre hombre había estado faltando a la verdad de manera consciente, deliberada y sistemática.

No es que, llevado de la pasión, el entrevistado (?) interrumpiera a su entrevistadora, sino que ni  siquiera le dejaba hablar y le formulara preguntas incómodas. Para ello hablaba y hablaba de lo que él quería y al mismo tiempo le cerraba el paso hasta que accedía al tema que tenía previsto y era de su agrado. Entonces se explayaba y procuraba adoptar una actitud sosegada y paternalista.

Las preguntas formuladas por miembros del público asistente me parecieron una inocua e inicua pantomima.

No es probable que con dirigentes como Oriol Junqueras los separatistas catalanes vayan a tener una república platónica.

13 de septiembre de 1936: día y año del padre

Allí, junto a la trocha, muere un hombre, nace una vida.

Sueños

¿Veré blindados delante de mi ventana mañana por la mañana, cuando me levante?

Preferiría ver y oír al Rey dirigiendo un mensaje a todos los españoles.

Dime, Margarita

Dime, Margarita, amor sin mácula,

¿por qué, al aliento de tu aliento,

dormir es pura bienaventuranza?

Del caos a la República de Cataluña y más allá

Entiendo que los separatistas quieren una legalidad propia y soberana para una  República de Cataluña soberana e independiente. Elemental y lógico, aunque no estoy de acuerdo ni con el objetivo perseguido ni con los medios empleados.

Su hoja de ruta responde a un plan elaborado durante décadas que parte de la consigna peix al cove y según ellos debe concluir con una declaración institucional del tipo Em arribat! Todo ello, perpetrado durante años con el sigilo y la deslealtad que caracterizan a los practicantes avezados e irreductibles de la política de la puta i la Ramoneta.

Así, después de declarar la guerra al Estado Español –naturalmente, una guerra sucia–, han iniciado la que podría ser la fase decisiva de su conjura presidida por el propósito deliberado y programado  de provocar el caos en las instituciones y en la sociedad civil,  hasta que  esas instituciones pierdan el control de la situación y la sociedad civil, extraviada  en un laberinto de legitimidades, entre en una guerra de todos contra todos.

Estoy convencido de que los separatistas quieren provocar el caos institucional y social porque, además de hacer perder su legitimidad a las instituciones del Estado,  es el terreno en el que mejor y más a gusto se mueven.

Ahí pueden poner en práctica todos sus ardides y utilizar todas sus armas. Ahí, los separatistas catalanes son prácticamente invencibles o, al menos, irreductibles.

En cualquier caso, una vez implantado el caos en todo el territorio español, los separatistas podrán proclamar unilateralmente  la República de Cataluña al grito de ¡sálvese el que pueda!

Lo que vendrá después será aún mucho más triste, si Dios no lo remedia, pues está previsto y programado que Cataluña, que inicialmente era la parte, se coma al todo, que ya no será el todo ni se llamará España.

A Iglesias, sus supraalternos y subalternos

Entiendo que la división de la sociedad comporta siempre y necesariamente la división de la clase trabajadora, siempre y necesariamente para su mal.

A la luz de la historia me permito afirmar que el  capitalismo divisionista es el más retrógrado históricamente y el más reaccionario socialmente.

El socialismo –de hecho, todo movimiento socialista– nace de la unión y busca la unión a través de la unión.

La unión es requisito imprescindible, no suficiente, de todo movimiento social socialista.

Oriol Junqueras II

He vuelto a ver y oír a Oriol Junqueras en la pantalla de televisión. Lo visto y oído ahora  me confirma  en mi primer juicio –este pobre hombre falta deliberada y sistemáticamente a la verdad– y lo agrava y endurece, pues pienso que padece una patología que tiene que ver con una  doblez contumaz, posiblemente invencible.

En mi opinión,  Oriol Junqueras no está dispuesto a dejar que en su cabeza entre algo que él no quiere que entre. ¿Miente? Creo que sí, pero de todos modos me inclino a pensar que lo suyo es patológico.

¿Alienación? ¿Manipulación de la conciencia?

Independientemente de la independencia de Cataluña y sus avatares, considero que Oriol Junqueras haría bien en acudir a un médico.

¿De la Ley a la Ley pasando por el caos?

Entiendo que la actual situación política y social  de Cataluña nace de una infracción flagrante y deliberada de la Ley en forma de prevaricación contumaz por parte de las autoridades autonómicas.

En su estudiada huida hacia adelante, esas mismas autoridades se apresuraron a poner en marcha un sistema de medidas-trampa sucesivas y escalonadas  para convertir inmeditamente esa infracción-prevaricación en un litigio político  entre dos sujetos jurídicos homólogos y equiparables, el Gobierno de España y la Generalidad de Cataluña.

Como por ensalmo, nos encontramos ante  un conflicto de legitimidades y legalidades o, si se quiere, ante un litigio de competencias.

En cualquier caso, la Generalidad de Cataluña se ha erigido en sujeto jurídico con rango de interlocutor estatal, que es lo que se pretendía.

A eso lo llamaron en su día bilateralidad.

A partir de ahí, mientras el Gobierno de España opta por la línea suicida de wait and see  (esperemos a ver  qué pasa), la Generalidad reclama y obtiene para su causa el apoyo del sector más politizado y activo del secesionismo catalán.

Ahora, el gobierno de Cataluña dirige un movimiento popular de aparente carácter democrático y pacífico (?) frente a la opresión de un Estado centralista y foráneo.

Y, siguiendo fielmente la hoja de ruta y su manual de instrucciones, la Generalidad cursa órdenes a sus agentes  de enlace para que  ese movimiento popular protagonice toda una cadena de manifestaciones callejeras que desemboquen en una situación generalizada e incontrolada de desobediencia  civil, mientras que Rajoy y su gabinete de crisis prebélica reflexionan y estudian  qué van a hacer con el mayor Trapero.

Quiero pensar que a la postre prevalecerá  la ley, pero ¿tendremos que pasar antes por el caos?

Carles Puigdemont a les palpentes

Después de ver y oír a Carles Puigdemont en la pequeña pantalla, me dije a mí mismo:  si este señor va a presidir la  República de Cataluña, pobre República, pobre Cataluña y pobres republicanos catalanes.

Considero que las declaraciones de Puigdemont, a raíz de las preguntas  del entrevistador, Jordi Évole, están en la línea y en el nivel de las intervenciones de los secesionistas en la ominosa sesión parlamentaria del pasado 6 de septiembre.

Señores separatistas: A mi modo de ver, lo que ustedes están haciendo y pretenden hacer ni es mínimamente serio ni, afortunadamente para ustedes, tiene la mínima posibilidad de salir adelante como proyecto nacional.

Pienso que ustedes deberían seguir intrigando unos cuantos años más para mejorar la variante (táctica y estrategia) y, sobre todo,  engrosar las reservas dinerarias, pues es sabido que sin pecunia no cabe pensar en  un proyecto político viable, tanto menos si ese proyecto está dirigido por la burguesía y pensado para los hijos de la burguesía.

Lo lamento. Prat de la Riba sigue vigente. Parece ser que el  irredentismo catalán va a cosechar una nueva frustración.

El referéndum catalán y el peor de los casos posibles

Parece evidente  que en estos momentos España se juega su pasado, su presente y su futuro como nación.

Y tanto ahora como a lo largo de la historia contemporánea, los planes de los separatistas responden a una misma idea como punto de partida, modus operandi y meta final: la traición.

Primero, la traición por la vía de la intriga;  después, a partir de una posición de ventaja cuando menos psicológica,  la negociación para consumar y consolidar la traición.

Eso o vuelta al victimismo histórico, aquí llamado irredentismo.

Según ellos, queda descartada toda forma de violencia, incluido el nombre.

Aun así,  considero que, ante el referéndum catalán del próximo 1 de octubre, el Gobierno español debe adoptar un plan estratégico a partir del peor  los casos posibles, de modo que no se  den situaciones imprevistas, o sea, situaciones  para las que el Estado no tenga a punto las respuestas adecuadas.

Personalmente considero que en desafíos como este siempre es preferible pecar por acción a pecar por omisión.

O, lo que es igual, siempre a favor de España, nunca en contra.

¿Y cuál es el peor de los casos posibles para un español de ochenta y tres años?

Asistir impotente –¡como un cobarde!– a la destrucción de España.

El artículo 155 de la Constitución

Considero que, dada la situación política y social que se ha generado en Cataluña, es obligado aplicar inmediatamente el artículo 155 de la Constitución vigente en España con tres medidas y objetivos fundamentales:

Primero. Inhabilitar al presidente y vicepresidente de la Generalidad de Cataluña; en caso necesario, a todo el Ejecutivo de esta Comunidad autónoma.

Segundo. Disolver el Parlamento autonómico por el tiempo necesario de acuerdo con lo establecido  por el ordenamiento jurídico español hoy vigente.

Tercero. Impedir por todos los medios que los separatistas catalanes proclamen la independencia de la República de Cataluña en cualquiera de las formas posibles e imaginables.

Entiendo que ese acto no debe producirse y, por lo tanto, no debe existir documento alguno de ese acto.

¿Cuanto peor, mejor?

A mi entender, en estos momentos los separatistas catalanes están convencidos de que se saldrán con la suya y conseguirán engañar a España y los españoles, Gobierno incluido,  con una última y definitiva estratagema.

En cualquier caso, ahora están en su terreno, se sienten cómodos y se mueven con soltura.

La intriga y la traición son lo suyo.

El Gobierno español, dirigido por un incompetente y cobarde Rajoy, va a remolque de las trampas que le tienden, siempre en cadena, los separatistas. Desde hace tiempo, ellos protagonizan la  vida política española e imponen su ley.

Aun así, o precisamente por eso mismo, considero que llegará un momento, si es que no ha llegado ya, en el que  el Estado español, con Rajoy o sin Rajoy, se verá forzado a abandonar la política  de paños calientes y tendrá que adoptar decisiones enérgicas  seguidas de medidas   tajantes de obligado e inmediato cumplimiento.

Resulta inconcebible e inadmisible que quienes, al infringir la Ley, dilinquen  deliberada, contumaz y gravemente puedan imponerse al Estado de derecho, pero aún más  inconcebible e inadmisible es que ese mismo Estado de derecho no reaccione y  utilice oportuna y adecuadamente los medios que tiene a su disposición como es su obligación.

No parece bueno para España y los españoles dejar que la situación se pudra para forzar una intervención manu militari, que tal vez, ya ahora, no hay que descartar.

Todo, menos la destrucción de España.