Nueva táctica separatista: la añagaza transversal

Dicen algunos de los que hablan y escriben para el público en este predio que el separatismo catalanista (¿y anticatalán?) está de capa caída.

¡Qué más querría yo! A fuer de sincero debo decir que me conformaría con que sus dirigentes dejaran de mentir.

Entonces, ¿qué ha ocurrido?

En mi opinión, lo que ha ocurrido es simplemente que los separatistas de este predio han optado por un cambio de táctica.

Considero que la estrategia, como objetivo final, se mantiene fiel al postulado futurista-maximalista  de Prat de la Riba, pero la táctica o las tácticas se adaptan al momento, a la situación y a las condiciones del terreno en cada nuevo escenario.

Nuestros separatistas van de escenario en escenario.

Para mí, el cambio de táctica consiste simple y llanamente  en  una añagaza transversal, con la que se pretende ampliar la base social del movimiento, a ser posible con prosélitos de la cuerda de Gabriel Rufián, y así superar la barrera del cincuenta por ciento y  alcanzar la torna del cuatro o cinco por ciento que hace falta para ganar el referéndum con holgura democrática.

¿Quién dice que los separatistas tienen la pájara?

 

Gobierno Frankenstein: España, hacia la ruina y la destrucción

Entiendo que un gobierno Frankenstein, esto es, un  gobierno formado por  elementos dispares e inconexos (teratológicos) y presidido por un sedicente socialista dispuesto a aliarse con ciudadanos españoles que se jactan pública y oficialmente de no cumplir la Constitución vigente, Ley de Leyes, es toda una garantía de la ruina y la destrucción de España a plazo fijo.

Estoy hablando del Gobierno de España presidido por Pedro Sánchez en alianza con el bolchevique Pablo Iglesias y su recua de subalternos y prosélitos separatistas.

Entiendo que si el sedicente socialista no estaba en condiciones de formar gobierno con miembros de su partido, lo lógico, democrático y legal habría sido tratar de establecer una alianza con el segundo partido más votado.  Pero el muchacho no lo hizo, y tampoco lo hizo con el tercer partido más votado. Lo hizo, sí, con el cuarto partido de la lista y aún tuvo que recurrir al apoyo complementario de los separatistas del norte y el este.

Entiendo que, como era de esperar, el gobierno Frankenstein no funciona.

¿Es eso lo que se buscaba y se busca?

Ahora ya hay pocas dudas de que España camina hacia la ruina y la destrucción.

 

La maldad de mis queridos separatistas

Últimamente he hablado varias veces, en este mismo espacio, de «mis queridos separatistas». Una de las razones, no la única, de ese trato y tratamiento es que para mí toda maldad humana es en el fondo una forma de infantilismo perverso, tanto más en este caso en el que els nens petits son compatriotas míos.

En definitiva, infantilismo sólo parcialmente perverso, sólo parcialmente consciente y sólo parcialmente responsable, habida cuenta de que el ser humano cambia a menudo de manera de pensar, de manera de hablar y de manera de actuar.

Separatismo: de añagazas, intrigas y otras maldades

Parto del convencimiento dolorosísimo  e irreductible de que todas las acciones que integran en estos momentos la actividad política de nuestros queridos y siempre desleales separatistas tienen por uno de sus objetivos capitales  destruir España y hacerla desaparecer del mapa, junto con su nombre.

Ni España ni españoles ni idioma español.

Con este país y el castellano va que arde. El español para los hispanos.

A estas alturas de la película es ya un hecho cierto y evidente que los separatistas tienen un plan para destruir España, mientras que  los españoles no tenemos un plan ni para destruir Cataluña ni para hacer frente de manera activa a la situación generada por esa amenaza hoy más que amenaza.

Y, como no podía ser por menos, la amenaza ha ido creciendo y ganando fuerza.

No menos cierto pero también mucho menos evidente es que los procedimientos empleados por nuestros separatistas están emparentados, aunque sólo sea por puro atavismo, con las malas artes, nunca con la lucha en campo abierto, lo que les ha permitido hasta ahora negar los hechos, llegar a donde han llegado  y seguir adelante, siempre de añagaza en añagaza, de trampa en trampa, de subterfugio en subterfugio, de traición en traición, de intriga en intriga. Y de desmarque en desmarque.

De hecho -y siempre en mi opinión-,

los separatistas mienten,

los españoles sabemos que mienten,

ellos saben que nosotros sabemos que mienten,

y, aun así, los separatistas mienten

y, si Dios no lo remedia,  probablemente seguirán mintiendo.

Para mí, los separatistas mienten de manera sistemática,

incluso cuando dicen la verdad.

¿Por qué?

Pues sencillamente porque su intención es siempre engañar

y, por supuesto, siempre sin derramamiento de sangre,

nunca a pecho descubierto,

hasta la Proclamación de su República y el día después.

Entonces ya veremos.

 

España, anacrónica Babel, y la envolvente catalana

Entiendo que nuestros queridos separatistas, acaso odiosos, nunca odiados, y nuestros traidores, nunca traicionados, representantes de un socialismo desintegrador y, por lo tanto, tan antisocial como irracional, no oyeron hablar en su infancia del mito  de Babel.

Eso explica para mí, viejo con entendederas de niño, que nuestros socialistas  hayan montado y oficializado una coyunda contra natura con los separatistas catalanes, minoría de estirpe burguesa y, a mis ojos,  elitista y discriminatoria.

Entiendo igualmente que esa misma burguesía propugna, en el marco de un capitalismo abiertamente reaccionario, la desintegración de España y el enfrentamiento fratricida de los españoles, por más que los gurús del nuevo credo socio-político se empeñen en pregonar que la erección de barreras lingüísticas favorece la cohesión social y la formación intelectual de sus desgraciados beneficiarios, empezando por los niños de esa aldea, hecha de aldeas con lengua vernácula, que es España, ahora llamada este país.

Unos y otros -separatistas auténticos y falsos socialistas- dicen y aducen  que la multiplicación de las lenguas en una sociedad inicialmente monolingüe es un signo de democracia y una muestra de riqueza.

Y, naturalmente, una referencia visible de progreso y buena convivencia.

Lo dicho, ni han leído la Biblia (o, más concretamente, el Génesis) ni saben que Yahveh, enojado con los seres humanos por su soberbia, decidió confundirlos, de manera que, al hablar entre ellos, no se entendieran y así abandonaran para siempre la pretensión de ser como Dios.

Estoy  plenamente convencido de que nuestros queridos y siempre desleales separatistas lo saben y quieren confundir a los ingenuos españoles, de modo que no se entiendan entre sí y ellos puedan imponerse a la púnica manera, o sea, sin disparar un solo tiro.

La multiplicación de las lenguas vernáculas no es precisamente la multiplicación de los panes y los peces.

Es simplemente  una argucia táctico-estratégica integrada en un diabólico y ambicioso plan general (¿se me permitiría decir conjura?)  al que hace algún tiempo bauticé con el nombre de envolvente catalana como aportación personal a la historia aún no escrita de España.

 

¿Caos y pobreza o unión y progreso?

Entiendo que si queremos impedir la destrucción de España como patria de todos los españoles es absolutamente necesario en estos momentos unificar criterios,  fijar objetivos y en definitiva elaborar planes de actuación idóneos.

Entiendo asimismo que si la llamada Ley Celáa ha puesto de manifiesto que el principal objetivo de los separatistas y sus aliados pseudosocialistas es ahora eliminar el español como lengua del Estado español y elemento definidor de la identidad española y su cohesión histórica, social  y cultural, nuestra consigna debe ser  defender el español, empezando por su nombre, con los medios que el Estado de derecho nos proporciona y exige utilizar.

Entiendo también que si los separatistas y sus aliados llevan décadas tratando de destruir y destruyendo la estructura de España como Estado unitario, sociedad unitaria y en definitiva como pueblo español, nuestra tarea es y debe ser defender esos valores como garantes de la paz y el progreso, frente a la anarquía  generadora del caos político y la pobreza social, oculta en los programas de  nuestros falsos socialistas.

¿He dicho programas? Debería haber dicho «falta de programa», que es lo suyo y lo pertinente.

En cualquier caso entiendo que en definitiva  el socialismo nace de la unión y busca la unión a través de la unión. Si eres socialista no divides, si divides no eres socialista.

Palabra de Ramón Ibero.

Ley Celáa y fraude de ley semántico

Creo que soy uno de los muchos españoles que ha visto con sonrojo y mal contenida indignación cómo el español, idioma oficial de España, era eliminado de la Enseñanza Pública mediante un subterfugio legal propio de sus promotores y valedores, los separatistas y sus aliados en representación de una indebidamente llamada izquierda española.

Para mí se trata de un delito doble en cuanto que el idioma que se elimina es el español y, al hacerlo,  se elimina también su nombre real y oficial, que es sustituido por  «el castellano», término hoy totalmente anodino.

¡Perfidia e ignominia!

¿Tengo derecho a exigir que en esa ley delictiva, sí, delictiva,  se llame al idioma español  por su nombre?

En cualquier caso resulta evidente que lo que se quiere eliminar y se elimina  es el idioma español, empezando por su nombre.

¿Existe en derecho el fraude de ley semántico?

 

Alienación y contingencia

Me tengo por una criatura alienada y como tal  atrapada en la contingencia.

Estoy alienado y soy contingente.

¿De momento? ¿Para siempre? ¿Como castigo eterno, como purgatorio, como oportunidad y redención?

Alienado y contingente, me hago llamar Ramón Ibero  y me considero un patriota español.

Desgracia sobre desgracia.

Aun así, aspiro a dejar de  estar y empezar a ser. De momento sigo en mi carcasa, sobre la que el acontecer vierte y acumula a cada instante atributos hechos de escoria matérica que van formando y modelando mi personalidad.

Soy una carcasa con personalidad, tramoya con trampantojo.

Pero me inclino a creer que a la postre me será dado abandonar para siempre el ámbito de lo contingente y empezar a ser.

En ese devenir el pensamiento, en cuanto creación y procreación, es para mí  expresión suprema de la criatura liberada de lo contingente para siempre.

¿Dios con Dios o Dios sin Dios?

 

Independencia a la medida

Parece ser que los angelitos de Esquerra Republicana de Cataluña ya han pedido (¿exigido?) a Pedro Sánchez un primer pago a cuenta de la deuda contraída por  el Gobierno de España con la firma de los últimos acuerdos presupuestarios.

Los catalanes a lo suyo, y en este caso lo suyo es que les dejen meter mano en la caja de ahorro de los expañoles.

Si se sigue  esa línea hasta el fin, preveo una situación en la que los catalanes -en su día todos separados a tiempo  parcial, nunca total- podrán meter mano en la caja de Expaña, pero los expañoles ni podrán meter mano en la caja de Cataluña ni intervenir  en aquellos  asuntos que los catalanes declaren de su total y exclusiva competencia.

De  acuerdo con mis previsiones y sus maquinaciones, eso significa que  los catalanes estarán simultánea o alternativamente dentro y/o fuera de España, en  función de su conveniencia. La idea  no  resulta  tan descabellada si tenemos en cuenta que  ya ahora se da como hecho consumado dentro de la nueva normalidad.

En cualquier caso, aquí queda expuesto y explicado cómo la parte puede llegar a ser más que el todo.

 

De Zapatero a Pedro Sánchez

Entiendo que para José Luis Rodríguez Zapatero, presidente que fue del Gobierno de España entre 2004 y 2011 y, por lo visto, criatura de natural bondadoso,  el Estado de derecho ni se asienta ni debe asentarse en el cumplimiento de leyes aprobadas democráticamente por una sociedad dada  a través de sus representantes legales, sino en la generosidad de éstos con todos cuantos ni cumplen las leyes ni  piensan cumplirlas.

En definitiva entiendo que si José Luis Rodríguez Zapatero se mostró dispuesto a acabar con la delincuencia  con una política presidida por gestos de generosidad sin límites con los delincuentes, al fin y al cabo criaturas de Dios,  Pedro Sánchez, actual presidente de nuestro Ejecutivo,  además de correligionario del cándido Zapatero y agnóstico integral,  ha llegado a declarar aliado preferente suyo y de los suyos  a  un conglomerado  político empeñado, según manifestación de su representante parlamentario, en destruir España.

Así las cosas, mi pregunta es:  ¿Qué va a ser de España y los españoles si seguimos  en manos de gobernantes tan generosos y tan poco responsables?