Más allá de la jornada de reflexión: UPyD ante su futuro
A los ojos de Pájaro bobo, la atomización territorial y política de España, en un principio conjura específica y exclusivamente separatista, ha traído consigo, como resultado de su implantación y difusión, el envilecimiento de la política nacional. Los partidos han descubierto los beneficios de esa atomización a la hora de hacerse con cuotas de poder que son a su vez cuotas de mercado. Así, abandonada la gestión pública como búsqueda del bien común, los políticos se han dedicado a dividir y repartir el pastel en trozos cada vez más pequeños y cada vez entre más comensales.
En España, la política es hoy un fraude inmenso hecho de una suma de incontables fraudes. Fraudes políticos, fraudes sociales y, claro está, fraudes económicos. En su forma actual, el Estado de las Autonomías debería ser causa suficiente para procesar a sus responsables. Fraude, deslealtad, malversación de fondos públicos. Ahí estamos.
Los partidos de ámbito nacional no sólo no han combatido las tensiones centrífugas, siempre desleales, siempre irracionales en términos económicos, sino que incluso se han dejado arrastrar por ellas gracias al señuelo del pastel. Ahora, gane quien gane las elecciones, el pastel ya está repartido entre todos los comensales que integran la clase política. Esos comensales cambian alternativamente de silla y/o sillón, pero no abandonan la sala y, por supuesto, el banquete. Parlamento de parlamentos y todo parlamentos.
Evidentemente no parece lógico que una nación con tan pobre tradición democrática como la nuestra pase de golpe, por propia decisión, a tener diecisiete parlamentos autonómicos. ¿Quién nos ha engañado vendiéndonos la ruina de España envuelta en una fórmula supuestamente democrática?
Miserable, miserable.
En estas circunstancias, al partido de Rosa Díez le corresponde la tarea de denunciar ese insostenible estado de cosas y convencer a los españoles de que es necesario un cambio profundo de orientación y de comportamiento. Políticos y partidos políticos no están ahí para servirse de la sociedad sino para servirla.
Tarea ingente, poco menos que imposible, pero necesaria. España como sociedad y pueblo merece otro orden político.
De los resultados que obtenga en las elecciones de Galicia y Vascongadas depende que UPyD dé un salto adelante y pueda presentar su programa a los españoles o, por el contrario, se estanque y su programa siga siendo poco menos que desconocido para el conjunto de la sociedad. Pero incluso en el peor de los casos posibles —una derrota abultada—, UPyD debería continuar la lucha y preparar la batalla de las elecciones al Parlamento Europeo, fijadas a principios de junio próximo. A corto plazo, esa podría ser, de una parte, una última oportunidad y, de otra, la cita de su consagración definitiva.
En cualquier caso, Pájaro bobo considera que UPyD deberá prepararse para el peor de los casos posibles: que España continúe su demencial derrota hacia la ruina y la desintegración en alas de un Estado de las Autonomías impuesto y dirigido por grupúsculos separatistas que no pasan del siete por ciento de su población total. Entonces tendrá ocasión de demostrar su carácter revolucionario no sólo denunciando una situación absolutamentee irracional en lo político y en lo económico sino también y sobre todo haciendo ver y comprender a los españoles que la supervivencia de España pasa por la implantación de un régimen auténticamente democrático.
Pregunta ingenua e intempestiva: ¿es lícito que una minoría del siete por ciento de la sociedad lleve a la ruina y a la destrucción a toda una nación en nombre de la democracia?