Llámese como se llame, la crisis económica es cada vez más grave o, como se dice ahora, más importante. Zapatero, nuestro jefe de Desgobierno, negó su existencia mientras supo y pudo. Solbes, administrador del reino, ha venido eludiendo sistemáticamente la palabra y, en rigor, también la cosa. «Se llama recesión, incultos, más que incultos».
Pero, hombres y nombres omisos, la crisis sigue su curso en forma de descenso de la actividad productiva y, en consecuencia, también de la riqueza obtenida y acumulada. Los españoles somos cada día menos ricos o, si se quiere, más pobres porque cada día son menos los que trabajan y producen. Brokers de los diferentes parqués aparte, que esos tienen su propio catecismo.
Pero nuestro jefe de Desgobierno lo niega y, probablemente, lo seguirá negando, pues, a juzgar por todo un cúmulo de eso que ahora se llaman evidencias y antes eran simplemente pruebas, el pobre padece ignorancia contumaz, incluso invencible, pecado contra el Espíritu Santo que, como pocos saben todavía, ni se perdona ni puede perdonarse (al menos en el ámbito de la fe).
Algo parecido debe ocurrirle a su subalterno y colaborador Solbes, aunque el hombre, incapaz de seguir luchando por más tiempo con sus juegos numéricos y arritmias aritméticas, ha pedido la excedencia o, más exactamente, la baja al frente del ministerio de deudas perdidas, créditos hipotecarios de larga duración y morosos anónimos e irrecuperables.
Por lo visto, una noche de invierno el caballero del frac se presentó en su casa, llamó a la puerta y le conminó «O arreglas las cuentas o te quito la llave del tesoro público. Eso no es más difícil que un sudoku».
A oírlo, el hombre abrió un ojo, cerró el otro y comentó consigo mismo: «Este no sabe lo que dice». Acto seguido pidió la excedencia. Y en esas está.
Mientras tanto, el tal Zapatero, embaucador y masturbador con práctica, oficio y mano izquierda, sigue levantando la ceja angular de uno de sus ojos por ver si por fin ve el fin de la crisis que se han inventado los antipatriotas. Él, que no sabe qué es una nación.
¿Ha dicho crisis? Sí, y es verdad, la hay, pero el granuja miente, porque dice lo contrario de lo que piensa.
Y es lo que dice este pájaro con más picardía que el Kun Agüero: «Si el pobre no sabe lo que es una nación, no puede saber que España es una nación. Y, si no sabe que España es una nación, no puede saber que la nación española está en crisis».
Mientras el tal Zapatero cavila y maquina una batería de kindersorpresas para salir de la ciénaga de los presupuestos autonómicos, suena el teléfono.
Soy Maleni. Sí, Magdalena Álvarez. ¿La cultísima ministra de Incultura? No, sólo de Fomento. ¿Qué ocurre? Una nevada: la ciudad de Madrid está paralizada. Eso no es nada. Que Corbacho, el del paro, te envíe unos cuantos productores y productoras del subsilio, y todo arreglado. No, porque dice que parados tiene a manta pero le falta presupuesto. Está en números rojos. Me lo imaginaba. Bueno, pues entonces llama a la Chacón. ¿Cómo? Que llames a la Chacón, sí, hombre, quiero decir sí, mujer, la ministra catalana de indefensa. Que te envíe una división de infantes de Marina y otra de zapadores de montaña. Sí, José Luis, lo que ocurre es que las carreteras están colapsadas y no se puede circular. Pues, entonces, que te envíe una brigada de paracaidistas y otra de hombres-rana. Entendido, jefe. Y la próxima vez, Maleni, a ver si te organizas y tomas algunas medidas cautelares.
¿Medidas cautelares ha dicho? ¿Será caradura el Zapatero ese? Con tres millones de parados como tiene, el andoba aún no se ha enterado de que esto es una crisi mu impontante y ahora viene y me pide que barrunte una tormenta de nieve con veinticuatro horas de antelación como si yo fuera una esquimal del Amazonas o del Ecuador.
El idióticon de Pájaro bobo
Subsilio. Voz oída, no escuchada, en televisión. Pájaro bobo quiere pensar que es una combinación-contracción de subsidio y ausilio (por auxilio). En cualquier caso, la incorpora a su idióticon en calidad de préstamo.